Señales del destino
de chequearlo todo, pero lo tomó como un rechazo o queja hacia su trabajo. Sabía que Ransés no descansaría hasta poner en práctica su plan macabro y me aterraba pensar que, su familia, pudiera enfre
obre mi ansiedad. ¿Jerry no entendía que ne
la partida. Bajé en silencio las escaleras que me separaban de la enorme cocina y me asusté al llegar, pues esperaba encontrármelo todo completamente d
ías – salud
a. Estás desesperada
discusión con su hijo – no quiero exponerlos – me acerqué a ella – ayúdeme, necesit
ignarás a tu destino? –
mitir que personas inocentes salgan dañadas.
sepas que aquí tienes tu casa, siempre
respondí
or el espacio vacío. El silencio, instalado en la mansión, se percibía incómodo, desde la misma entrada. Todavía se apreciaban signos de la viol
r, no pelees conmi
caricia que, cerré los ojos, dejándome llevar por las sensaciones y, sin saber cómo, segundos después respondía torpemente, pero con verdadera pasión al beso d
yo... - dijo
ó mucho. Fue el primer be
e... Eres una joven exitosa,
e sola. – agregué - Yo me siento ind
s secretos que han generado traumas y yo no soy l
é ensimismada, tratando de escudriñar en sus pensamientos. Confiaba en él y, por muy
nada de lo que me digas ca
o. Me dejé arrastrar por el mar de sensaciones que experimentaba a su lado y, aunque por mi timidez, no iniciaba las demostraciones d
en todas las salidas y permaneciendo atentos, en la casa, a cualquier señal de peligro. Aquellos días tuvieron el
ominada por las pesadillas, me despe
elebración – durante algunos minutos permaneció en silencio y después se retractó – lo siento... es que siempre se m
os, sin ofrecer resistencias. Quería volver a mi hogar y descansar un poco. Estos encuentros eran agotadores. Jerry me acompañó en el recorrido por los pasillos de la institución, rozando mi mano, deliberadamente, en varias ocasiones, gesto que robó sonrisas coquetas de mi parte. En la puerta, justo en el momento en q
bia, mirando al joven. ¿Mi amor? ¿Qué re
me en su totalidad, con un gesto despectivo
y ella aprovechó mi turbaci
é... pues t
ero, la sombra de la duda, exigía llamar a la mujer, pidiénd
? – pregunté
dió con seriedad – pero m
a lógica, pero comencé a experimentar la agitada re
mientras acariciaba mi espalda con
imo repaso y se retiró
mbre, volví a sentirme incomprendida e infeliz. Recordé
s ella? ¿Ti
ícil de tratar. La expresión horrorizada de su cara m
comenzó – mi ex –
regunté impactada -
5 años
abordar. Parecía turbado y temeroso por
dijo que estaba embarazada – declaró ansioso - pero yo atiendo al niño... yo lo quiero. Me lastima comproba
, solo atiné a abrazarlo. Cada vez me convencía más de mis sentimientos hacia él. La
casa – dije –
deseo de fortalecerme, enfrentarme a mi verdugo y mirar al futuro con optimismo. Una vez más volteaba los ojos hacia el pasado y recordaba a la mujer mundana que propició