Fuego Y Escarcha
hombros, un contraste marcado con sus ojos, claros como el hielo, que parecían penetrar las almas de quienes se atrevían a mirarla. Con una piel pálida y un aire de autoridad natural, Bellatrix
ad como una debilidad inaceptable. Bellatrix había optado por rodearse de sus compañeras y guardaespaldas, mujeres leales que entendían su necesidad de independencia y q
a conocida por su crueldad despiadada cuando se trataba de torturar o destruir a quienes se interponían en su camino. Su destreza en el espionaje y la manipulación la c
a reputación se había forjado a base de sangre y fuego. Con su cabello negro azabache y sus ojos dorados, su sola presencia inspiraba miedo. Los rumores sobre su sadismo eran b
ue sabía cuándo atacar y cuándo retirarse para ganar ventaja. Bajo su control estaban las operaciones más lucrativas del mercado negro, desde el
uando lo hicieron, fue como si dos fuerzas de la naturaleza chocaran. Ambos compartían una desconfianza profundamente arraigada hacia el otro. Bellatrix veía en Ezekiel a un hombre lobo crue
intentaran resistirse. Bellatrix, acostumbrada a mantener el control en todo momento, se sentía desconcertada por la forma en que Ezekiel parecía desarmarla con una simple mira
l mando. En un mundo donde la lealtad era escasa y la traición, abundante, ambos sabían que confiar en el otro sería s
una guerra tanto externa como interna. A pesar de su desdén por la idea de un "mate" destinado, comenzaron a cuestionar si el destino tenía otros planes
o a medida que el peligro aumentaba y los enemigos se acercaban, tanto Bellatrix como Ezekiel empez