Fuego Y Escarcha
nde el miedo y el poder se entrel
ૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢೃ⁀➷ ׂ
ek
inaba como el soberano incontestable de la oscuridad. Las paredes de piedra húmeda, impregnadas de años de desesperación
llaban con la ferocidad de la magia que corría por sus venas, ahora estaban vacíos, desprovistos de esperanza. La magen el aire pesado, como el eco de una sentencia inminente. Sabía que cada instante que pasaba, Helene sentía el frío creci
llena de un veneno que sabía que ella percibiría de inmediato. No era necesario alzar l
quebrada y apenas audible-.
íos. El temor era palpable en su rostro. Había visto muchas emociones
das-. Sabías en qué te metías cuando te aliabas c
ular una defensa que ni siquiera ella creía. Su respiración era errática, cada
la... -Trató de continuar, pero el miedo la devoraba, sus palabras
su presa-. No vine aquí a escuchar tus excusas patéticas. -Hice una pausa, observándola mientras luchaba por sostener
apaz de desviar la mirada, atrapada en la red que yo mismo había tejido. A pesar del terror, aún
logró decir con un hilo de v
de la ira bajo mi piel. Me acerqué a ella, inclinándome lo suf
ue la traición, Helene?
pero aún no me había dado lo que necesitaba. Golpeé la pared junto a su cabeza, el sonido del impac
steria-. Morgana desapareció... después de lo que pasó en el aquelarr
econocer la verdad en sus palabras. Podía sentir su miedo sincero, su desesperación por
no fue más bajo, más letal-. Tú elegiste tu
palabra, la tomaron por los brazos y la arrastraron fuera de la habitación. No necesitaba presenciar el final;
nvolviéndome una vez más. Pero mi mente ya e
que pasaba sin encontrarla era un día más que mi furia crecía. Pero sa
La mansión, con sus candelabros dorados y tapices de lujo, me recibió como el rey que era. Este
o de ébano. La luz suave de la lámpara de cristal iluminaba los mapas y documentos dispers
llos que la habían visto. Sabía que era astuta, pero también sabía que su arrogancia sería su caída. Ning
paban como un enjambre de cuervos, cada uno más oscuro que el anterior. No podía evitar pensar e
amientos. Contesté sin dudar, sabiendo que
mí? -pregunté, m
. Parece que Morgana ha sido vista en las afueras de la c
eró ligeramente. P
rme detallado en una hora -ordené a
do, y esta vez, no me
lla, paseando como una bestia enjaulada, mis pensamientos concentrados en un solo nombre: Morgana. Estaba a punto de atrapa
hombres, a quienes había confiado la búsqueda. Su eficiencia siempre
entró en mi oficina con su usual semblante serio. La puerta
zándome de brazos mientras lo miraba con la misma inte
timiento que tenía se asentara en mi pecho como una piedra. Evitó mi mir
un problema -dijo al f
, sintiendo cómo una chispa de ira c
con una calma gélida, esa clase d
saliva antes
rumores que habíamos rastreado sobre Morgana... -se interrumpió, bajando la vista aún más-, eran falsos. No e
interferido en mi cacería, de que algún miserable hubiera tenido la audacia de jugar conmigo, era algo que no podía tolerar. En un instante, todo
de furia contenida-. ¿Cómo demonios ha podido
mi paciencia tenía un límite muy corto, especialmente cu
estigando. Quien haya saboteado nuestras fuentes lo hizo con precisión. Los rumores eran c
ndo que la palabra flotara en el aire-. ¿Quién
y el nerviosismo en s
mbre fuera una sentencia-. Sabemos que su influencia ha estado creciendo en la ciudad últimamen
se en las sombras desde hace tiempo, tratando de expandir su poder y desafiar mi dominio. Siempr
ue el nombre rodara en mi boca como veneno
había fallado en capturar a Morgana, sino que ahora descubría que otro de
asesina-. No solo lo mataré, Marcus. Lo haré suplicar por su vida antes de term
ía terminado. Sabía lo que tenía que hacer, y sabía que una
r, sin embargo, lo detuve
signo de traición? -Mi tono era frío, clínico, buscand
con la cabez
e nuestra organización ha sido comprometido.
egia. Si Valerius quería jugar, entonces yo subiría la apuesta. No había
sus movimientos. Dónde está, quiénes son sus contactos, cómo lo ha logrado. Valerius
furia no me abandonó. Al contrario, crecía, consumiéndome por dentro. Si había algo que detes
dad que se extendían frente a mí. Mi ciudad. Mi imperio
ía hacer. Esta no era una simple venganza. No. Este era un ajuste de cuentas,
vez más, mis ojos centelle