Lágrimas de la Luna: Bailando con los príncipes licántropos
vista d
mo si tuviera tanto miedo que ni siquiera pudie
cob
icas como ella deberían considerar un honor que yo quis
mo deshacerme de ella. De repente,
u delicado cuerpo temblaba contra el mío. Con cada estremecimiento, s
a serenar a mi irritable lobo. Si bien resu
resa
iaba mis intenciones. En todo caso, su singularid
ativamente su voluptuoso seno. La mujer se estremeció al instante y sus
o. "No tengas miedo", resoplé. "Deberías conside
do erguido mientras tarareaba con satisfacción. Su llanto
ba a la esquina, apareció una
con fuerza al ver que era Dominic Reeves, mi h
, escupí con un
una orden. "Si nuestro padre llega a enter
a burlarme de él. "Nunca me has vencido en nada, tu lobo no es rival
r nuestras venas como un reguero de pólvora. De los tres, Dominic había sido el último en despertar a su lobo. Sin
ía interesarse más en complacer a nuestro padre que en afirmar su dominio
o si no le importaran mis burlas. "Papá no te dejará sabotear l
que encendió la furia dentro de mí.
no lo
ioso por seguir sus órdenes. Si hubiera seguido adelante y matado a la mujer
, convirtiéndome a mí en el tonto que cayó en
próximo movimiento. Con un gruñido de f
otra perra, no
os por el miedo y las lágrimas brillaban en sus mejillas como gotas
de lástima y otro sentimiento que no podía nombrar. No podía
eña, podía distinguir las tentadoras curvas de su figura, especia
ve y dulce aroma. Mis dedos se crisparon mientras recordaba la s
belleza. Matarla sería un desperdicio, un
su barbilla para obligarla a mirarme a los ojos. "
solo hacía que el momento fuera más delicioso. "Ma
petí, dándole palmad
inmutó, solo me miró con los ojos muy abiertos y llor
ciente para que escuchara cada palabra. "No
el, di media vue