Seducida por el ex marido de mi hermana
tascos, y para cuando por fin pudieron circular con normalidad, Luis llevaba ya más de dos horas dentro del vehículo. Por prim
a cómodo en Baltimore. Quizá por ese motivo, cuando al fin llegaron a la casa de los Feducci, más de cuatro horas despué
ar más tiempo del estrictamen
r algo, hace ya muchas horas que no tomo nada, y
ra pensado en que su chófer pudiera tener la necesidad d
ree que se
que estos muertos de hambr
trás de él.- puede que seamos muertos de hambre y vivamos en un agujero, pero aún sabemos lo que
áselo, y a pesar de la penumbra en la que el jardín delantero se encontraba, Louis se
entes, y pelo de fuego, que hacía juego con ese
cito de tan solo dieciocho años, enamorado de una mujer que lo volvió loco y lo hizo pedazos; eso ya no era así. Ahora tenía veintiocho, y sabía como manejar a una mujer, especialmente, quería manejar a aquella pelirroja que lo fulminaba con sus ojos y que lo observaba desafiante, ¿quién demonios sería aquella belleza? ¿Acaso se habría vuelto a c
a.- disculpe mis rudos modales, le prometo que suelo ser
uto si su día había sido malo.- ahora si me permite, escoltaré a su chófer hasta la zona de
atándolo de aquella forma aún después de haber intentado disculparse, a fin de cuentas, él sería el dueño de aquella casa dentro de tres días, y si le apetecía, pondría a la p
amiéndose por la victoria que lo esperaba al otro lado de esa pue
Louis.- cuanto me alegr
ó de su fingida amabilidad,
recibirte en esta casa, Louis, ¿cu
dijo Louis en tono seco.
ella frase sin aportar nada más a la conversación.- acompáñame a la sala, tom
cierta ansiedad hacia la puerta. Quería ver a la pelirroja a la luz, comprobar si aquella figura de reloj de arena era tal y como
sta noche. ¿Alguna preocupac
me preguntaba si podríamos pasar ya al salón a
y podemos cenar. Bianca es un encanto, seguramente está com
ndo a aquella mujer haciendo cualqu
a las mejillas rojas, y el delantal manchado, y mientras se sentaban a la mesa, y la mujer servía un primer
encantadora Bianca, mi hija pequeña
carácter adulador del que tanto Piero como Vera hacían gala. ¿Realmente aquella mujer exquisita era la hermanita metomentodo que asistió a su bod
piel, su increíble aroma, y aquellos ojos que lo traspasaban lo hipnoti