Bailarinas anarquistas
en propia defensa tras esos barrotes de fierros; no podía confiar en nadie, ni en él mismo, ahí no existía Dios ni el Diablo porque no importaba cuántas veces reces, no importaba porque afuera te esp
baba, que cada pestañeo
nadie merodeaba los pasillos y capaz compartían una noche "romántica", su única funció
los dos y (tener) una vida, pero no, el alma de vigilante siempre puede más, ahí mismo le puso el arma en la cabeza, se había vuelto un títere, un farsante, los ojos eran distintos, tenía una mirada rara como de aquellos que quieren sangre, como de aquellos que están preparados para matar y ahí entendió cómo era la soci