Perversidades del destino
cocina-comedor una bella morena con un paño rojo amarra do a la cabeza. La mujer se fue acercando, estaba como dist
abios y clavó en él las lucecitas que desprendían sus pupilas
Pero su hijo está metido en probl
la señal de la cruz; pero desistió, acaso porque se viera cara de irreligioso. Él esperó unos s
do el motivo de mi v
s. Su mohín le dejó ver
edrito -replicó-. Es como único pu
to volver a la calle, sin antes haber tomado su respectivo des
amigo de Pedrito, y
Se sentó en el único asiento que estaba vacío, l
rlos Lomas su mirada grande y negra. -Es posible que t
cero conmigo -le dijo-, que me digas
para afirmar. Golpeó la fre
e vigilaba...
el bastón; pero quizás Carlos Lomas puso en sus palabras algunas dosis fuertes de un calmante más eficaz.
algún motivo. Es necesario
intero con tono reservado-.Pedrito no debió regresar al pa
bios. Carlos Lomas se dio cuenta de que se trataba de un suces
haberte matado -di
sin los consejos tuyos
se estaba dedicando a hurtar y cartera, o al robo, y uno de los escenarios er
fastidio y le dijo. -No creo
u reserva de impud
Él dedicó unos segundos de med
excepcional es que no me gusta meterme en l
entiendo. -ex
e Pedrito Cruz, sino que, la necesidad de abrirse paso era imperante. No podía ocupar su tiempo en analizar co
rle -fijó, decidido-, p
leve inclinación de cabez
este asunto -asintió, ella con desa
por solo un momento, pues, no pudo aguantar sus i
na situación económica nada agradable, y pienso
r esto, el
o, Esther-. No sé hasta d
de encontrar un empleo. Por lo visto esto no iba ser posible, tenía que probar suerte hasta lograr ubicarse en otro lugar donde existiesen las buenas costumbres. Reafirmó su volu
rió y camb
s a La Habana -preguntó,
a eran alrededor de la una de la tarde, le contestó con
S
con cara de incrédula. -¿
a, cada cual anda en los
o, cie
dígame ¿cuál e
que advirties
decirte que Pedrito tiene que buscar el susten
uiero que acabe de de
su hombro y habló, con t
e mundo... -calló para mirar su cara de tímido-. No conoces las perversidades de la vi
n plato con una comida ligera. Instaló después una colchoneta en el suelo. Luego de devo
llevó a creer que un poder sobrenatural lo había inmovilizado impidiéndole toda libertad de mov
corrió la pequeña sala, dejándola luego más sombría. En medio de aquella oscuridad oyó a su padre lanzar un regaño que los ecos lejanos repitie
r, luego, se sentó frente a él que parecía estar esperando el momento de su des
ue estaba totalmente d
primera hora te vas para la calle con Pedrito, él te dirá que debes hacer.
do por Dios, y por mi familia. En cuanto a Dios, es cie
rto punto de vista; ya te explicaré esto en lo adelante. Por
se retiró. Él hizo un giro hasta quedar de espalda
lo que pudiera turbar su camino. Cerró los ojos para fingir que dormía y entonces escuchó su voz cuando pedía una clemencia a la Virg
que estabas en el lugar acordado
-. No ves que se lo estoy entre
rito-, ¿no me has dicho que
e es una ge
licó, Estherque esté en e
puede ser fatal para este abobado. En vez de manda
do encargo. Pero veamos. En verdad que
Carlos va conociendo la ciudad,
ces que era inútil seguir fingiendo que estaba dormido, se sentó y abrió
o inocente, pero el pedir li
he entregado a la Virgen de la Caridad. Ciertamente, tienes que
sto a enfrentar el peligro. No puedo de
uedes hacer otra cos
usta lo fácil. Ella alzó los o
en piedad de mi alma, quítale a los
Esther no pudo conten
algo lastimado-. Las penas tienen un final. L
o bastante enfadado-. A robar para v
mí algo espe
abajo, luego lo hizo con Pedrito. Había quedado claro que era ella quien dirigía las acciones delincuenciales. Aunque él era el centro de las atenciones, por parte de Pedrito no había tal preocupación. Éste lo miró co
iembros de una banda que había sido dispersada por la policía. Le propuso que rompiera las relaciones nada halagadora para él. Añadió que, si quería podría prestarle un apartamento en Centro Habana. La propuesta le pareció absurda, y le dijo que podía irse al diablo, y que no había ido a La Habana a caer en una trampa. Lo obedeció, y se retiró al instante, moviendo la cabeza de un lado para otro y encogiéndose de hombros. Un momento después llegó Pedrito, y acordaron coger rumbos opuestos. También le aclaró de las cosas que había que hacer, que para él eran muy riesgosas. No aceptó, naturalmente, su consejo, y le indicó que tomara su rumbo que él tomaría el suyo. Se marchó murmurante, y cuando se alejó, Carlos se mantuvo tranquilo, fijando cada cosa que había alrededor del