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Perversidades del destino

Capítulo 3 Proposiciones contraditorias

Palabras:2357    |    Actualizado en: 03/06/2024

cocina-comedor una bella morena con un paño rojo amarra do a la cabeza. La mujer se fue acercando, estaba como dist

abios y clavó en él las lucecitas que desprendían sus pupilas

Pero su hijo está metido en probl

la señal de la cruz; pero desistió, acaso porque se viera cara de irreligioso. Él esperó unos s

do el motivo de mi v

s. Su mohín le dejó ver

edrito -replicó-. Es como único pu

to volver a la calle, sin antes haber tomado su respectivo des

amigo de Pedrito, y

Se sentó en el único asiento que estaba vacío, l

rlos Lomas su mirada grande y negra. -Es posible que t

cero conmigo -le dijo-, que me digas

para afirmar. Golpeó la fre

e vigilaba...

el bastón; pero quizás Carlos Lomas puso en sus palabras algunas dosis fuertes de un calmante más eficaz.

algún motivo. Es necesario

intero con tono reservado-.Pedrito no debió regresar al pa

bios. Carlos Lomas se dio cuenta de que se trataba de un suces

haberte matado -di

sin los consejos tuyos

se estaba dedicando a hurtar y cartera, o al robo, y uno de los escenarios er

fastidio y le dijo. -No creo

u reserva de impud

Él dedicó unos segundos de med

excepcional es que no me gusta meterme en l

entiendo. -ex

e Pedrito Cruz, sino que, la necesidad de abrirse paso era imperante. No podía ocupar su tiempo en analizar co

rle -fijó, decidido-, p

leve inclinación de cabez

este asunto -asintió, ella con desa

por solo un momento, pues, no pudo aguantar sus i

na situación económica nada agradable, y pienso

r esto, el

o, Esther-. No sé hasta d

de encontrar un empleo. Por lo visto esto no iba ser posible, tenía que probar suerte hasta lograr ubicarse en otro lugar donde existiesen las buenas costumbres. Reafirmó su volu

rió y camb

s a La Habana -preguntó,

a eran alrededor de la una de la tarde, le contestó con

S

con cara de incrédula. -¿

a, cada cual anda en los

o, cie

dígame ¿cuál e

que advirties

decirte que Pedrito tiene que buscar el susten

uiero que acabe de de

su hombro y habló, con t

e mundo... -calló para mirar su cara de tímido-. No conoces las perversidades de la vi

n plato con una comida ligera. Instaló después una colchoneta en el suelo. Luego de devo

llevó a creer que un poder sobrenatural lo había inmovilizado impidiéndole toda libertad de mov

corrió la pequeña sala, dejándola luego más sombría. En medio de aquella oscuridad oyó a su padre lanzar un regaño que los ecos lejanos repitie

r, luego, se sentó frente a él que parecía estar esperando el momento de su des

ue estaba totalmente d

primera hora te vas para la calle con Pedrito, él te dirá que debes hacer.

do por Dios, y por mi familia. En cuanto a Dios, es cie

rto punto de vista; ya te explicaré esto en lo adelante. Por

se retiró. Él hizo un giro hasta quedar de espalda

lo que pudiera turbar su camino. Cerró los ojos para fingir que dormía y entonces escuchó su voz cuando pedía una clemencia a la Virg

que estabas en el lugar acordado

-. No ves que se lo estoy entre

rito-, ¿no me has dicho que

e es una ge

licó, Estherque esté en e

puede ser fatal para este abobado. En vez de manda

do encargo. Pero veamos. En verdad que

Carlos va conociendo la ciudad,

ces que era inútil seguir fingiendo que estaba dormido, se sentó y abrió

o inocente, pero el pedir li

he entregado a la Virgen de la Caridad. Ciertamente, tienes que

sto a enfrentar el peligro. No puedo de

uedes hacer otra cos

usta lo fácil. Ella alzó los o

en piedad de mi alma, quítale a los

Esther no pudo conten

algo lastimado-. Las penas tienen un final. L

o bastante enfadado-. A robar para v

mí algo espe

abajo, luego lo hizo con Pedrito. Había quedado claro que era ella quien dirigía las acciones delincuenciales. Aunque él era el centro de las atenciones, por parte de Pedrito no había tal preocupación. Éste lo miró co

iembros de una banda que había sido dispersada por la policía. Le propuso que rompiera las relaciones nada halagadora para él. Añadió que, si quería podría prestarle un apartamento en Centro Habana. La propuesta le pareció absurda, y le dijo que podía irse al diablo, y que no había ido a La Habana a caer en una trampa. Lo obedeció, y se retiró al instante, moviendo la cabeza de un lado para otro y encogiéndose de hombros. Un momento después llegó Pedrito, y acordaron coger rumbos opuestos. También le aclaró de las cosas que había que hacer, que para él eran muy riesgosas. No aceptó, naturalmente, su consejo, y le indicó que tomara su rumbo que él tomaría el suyo. Se marchó murmurante, y cuando se alejó, Carlos se mantuvo tranquilo, fijando cada cosa que había alrededor del

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