El CEO vagabundo y la hija mimada del millonario.
la mujer se le abalanzó encima y
, Esther le apretó con fuerza las m
blas - le suplicó Esther
mbre y no te interpondrás en mi camino - Esther sintió que la rabia superaba al miedo,
le enseñó el anillo barato que su padre le había obligado a u
no una herida muy grande, solo un rasguño. Esther logró morderle la
Esther, la tomó por el cuello y comenzó a apretarlo,
l agua tan fría le impedía pensar bien. Así que tr
un rio helado por una vagabunda, pero de repente las man
ntrara aire, el agua hela
o, había agarrado a la mujer po
ntó. Emily se echó a llorar
ro ella me dijo que era tu esposa y me golpeó, mira donde me
ella la que me atacó con un cuchillo - Emily se le colgó del cuell
rabia con tu padre no justifica que te comportes como una salvaje con todos - Esther lo mi
e atacó
niña mimada - el hombre se alejó de ella consolando a la mujer
en uno de los barriles, tenía un abrigo encima y la miró con u
lada que casi se lanza de cabeza dentr
ua? - le p
er - tengo hambre - le dijo ella como una súplic
que le dijo el hombre con rabi
mira lo que me hizo en el brazo con el cuchillo - le ens
lor, pero la noche ya había caído y el frio entraba por los la
su apellido, pero el vagabu
- le dijo la anciana y
sted lo
or qué lo llamaste Luna? - era como su padre le
ciana asintió, tenías las ojeras m
rmir, o no agu
ese
s ojos se le llenaran de lágrimas - ese homb
dijo la anciana que levantó la cobija q
lo contrario llamaría a su hermano para q
ente la habían cansado y al final, despu
to por las nubes espesas. Tenía todo el cuerpo entumecido
tad de los vagabundos que pasaron la noche en el puente se habían id
ana que mordía un pedazo de pan con café. E
resa - Esther se volvió para buscar en su maleta ropa limpia. La noche anterior tenía tanta rabia y
vagabund
Esther se levantó hecha una furia. Salió de
estar ese malnaci
estaba el hombre, justo donde ella lo contrató el día anter
ella, él miraba concentra
gritarle que eso no era una cas
le dijo y él clav
es c
go diner
o qué
mi esposo, animal, al
tampoco te
o? ¡Ayer te p
padre me los quitaron
tengo que hace
dí tu ropa cara, nos darán dinero por ella y comeremos
mbre, no te vez delgado
lmente podría ser un locutor. ¿Cómo alguien de la calle podía ser así? Se veía astuto, cada movimiento
miró y Esther notó que la vio con lástim
uenas chistes - Esther pateó el barril y el conten
quiero comer - el hombre se irguió f
aría. Así que mejor olvida comer tres veces al día, porque hay miles de personas que no lo pueden hacerlo, tú aquí no exiges nada, si q
algo, pero estaba conmo
o. ¿serás capaz de cargar con eso en tu conciencia? - Esther asin
jor sin personas como
o que has tenido toda la vida? - Esther dio la vuelta y se fue - Esue se llamara el hombre, se recostó en una pared y lloró con
su primo trabajaba en un hotel. Fue el mejor mes de su vida, libre de las presiones de su padre. Hizo grandes amigos, como las gemela
ue la veían se la quedaban viendo con fastidio y ella bajó
a hizo, pero notó como las personas se cubr
ó con susto, ambas se conocían, era un lugar
omanda y le dijo a Esther cuanto era - ¿Podría apuntarlo a mi cuenta? Casi nunca la uso, pero sé que está. Como ve, estoy pasando por una
pero su padre me llamó anoche,
me esto - bufó ella
o no puedo atenderla, así que
más rabia y más hambre que antes, así que se sentó en el
illete y Esther se lo quedó miran
lió corriendo. Era solo un billete, con eso apenas le
pujó la puerta y todas las perso
e minutos - si lograba contactar a su
ene que salir de aquí
- pero la mujer le hizo s
- Esther golpeó el mostrador, tenía hambre, cansancio,
deme un par de minutos de internet
por la muñeca y arrastrándola. Cuando la sacó la lanzó a la calle y Est
aciado - tomó un bote de basura que había ahí y lo lanzó contr
vio como la empleada llamó por teléfono, y le costó un par de minutos
dos en la policía, pero el principal consejo que siempre les daba a ella y a su hermano era no meterse en problemas con las autoridades, una investigación profunda y lograrían encontrar el
a maldita vagabunda? - la lanzó al su
ro el hombre no la oirí