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Emily y compañía

Capítulo 4 Luchando con el malhumorado

Palabras:2917    |    Actualizado en: 29/12/2023

asara y tuvieran más conocimiento del que tenían, aunque fuera una edu

atos favoritos, las suelas estaban desgastadas, pero me seguían sirviendo. No hacía falta llevar ningú

papá desde la puerta, saluda

n agujeros, nada de marca. Me percaté que los demás niños y adolescentes llegaban al mismo tiempo que nosotros, como había dicho, no éramos muchos estudiantes, solo diez. Brisa echó una ojeada hacia n

la rodeaban y así cabíamos todos, solo agregaron tres más para los nuevos integrantes. Me miró y saludó con una sonrisa, le devolví el gesto porque era una mujer agradable. Me sen

s habíamos ocupado nuestros lugares, la clase estaba por iniciar en cuanto Fiona cerró las puertas y dejó que la luz

án que hacer un dibujo libre, mientras que los más grandes deben hacer un resumen de lo que pie

entimos diciendo "sí, maestra". Como de cost

r el aprendizaje, por eso todos teníamos mochilas, lápices, libretas, etc. Fue un milagro porque antes de

el pueblo. Todos deberían tener en su despensa por lo menos una zanahoria, que ayudaba a la vista, o cualquier otro tipo de vegetal e incluso fruta para hacer jugos o ensaladas.

era, gastaría más de tres hojas explicando e

ás calmado, no paraba de mover ese lápiz encima de la hoja, me preguntaba qué estaba colocando con tanta concentración. Y por último, Jacob, con una expresión de frustración y molestia, po

ndo sus cosas sobre la mesa. Hizo que

oltó y se levantó, c

lamó Fiona, pero el c

ue yo también intentara llama

ento estar a solas y más cuando se estaba pasando por un drástico cambio de vida. No sabía qué pasaba por

buscar a Jacob, ya había pasado una hora y él no regresó, ni siquiera p

ños y conozcan a la profesora —detuve a Damián

ió el castaño, volviendo a s

o era pequeño y tampoco es que pudiera perderse, pero como los vecinos solían se

o estaban, así que supuse que lo había encontrado. Sin esperar, me dirigí hacia el cuarto, ahí estaba él, tirado en el colchó

ína —bufó. Sus ojos se clavaron en lo

ebes aprender a vivir como nosotros

me había tomado por sospresa, no pude evitar asustarme por lo repentino que fue su acción. Traté de no mostrar ninguna

a más fuerza que yo, sujetó mis manos, una en cada costado de mi cabeza para evitar que me levantase.

loca, las emociones que sentía en ese momento se me habían desbordado, temí lo peor, no había nadie cerca que pudiera escuchar mis g

re se volvió más fuerte—. ¿Qué harás ahora que estás indefensa? Recuerda qu

y con el corazón a mil por hora, estaba como procesando la situación. Pensé que

buso a menor de edad ¿Sa

o tenía todas las de ganar, por más mierda que fueran mis métodos. Me lanzó una mira

eguro que los otros dos piensan lo mismo de ti, por eso no te hemos hech

chones egoístas. Se notaba a leguas que él estaba seguro de su atractivo, es que era obvio, los

an algo. Me revisé las muñecas y solo tenían una leve marca color rojo, m

or qué esperar aprobación de los demás. Lo único para lo que me necesitaban ellos era para aprender un nuevo estilo de vida sin mucho problema

los demás vecinos también podían ser amigables, que no tenía na

Jacob no me dirigió la mirada en ningún momenro, estuvo sentado en una esquina, recostado de la pared, de brazos cruzados como era

s, que no fuera exagerado como lo que hicieron sus padres, necesitaban

o urbanizaciones cercanas pasaban el día ahí, cuando querían tener un rato agradable y divertido, igual que una playa, solo que estaba rodeado de árboles y maleza, na

tir

o a Jacob y luego a mí, se callaron para poder procesarlo, como si hubiesen olvidado el show que había montado el pelinegro. Se

aron al unísono, con l

preocuparan por cosas triviales como los berrinches que hacía Jacob. A

os al

ltara una pequeña risa divertida, podía jurar que ningu

é no a la playa

a pie. En cambio, el lago solo nos llevaría diez minutos ¡Y siempr

llenas de piedritas y arbustos por doquier, normalmente llevábamos una sa

amián, lanzándome una mirada extra

parte, estaba aprendiendo o solo me coqueteaba porque en

mera vez en un lago —dijo Axel

que pasó momentos atrás invadieron mi mente, un escalofrío recorrió mi cuerpo, provocando que me ab

cursos, en el lago asistían normalmente no más de veinticinco personas al día, a veces estaba sol

divertiremos un montón —refuté, alzan

emos? —preguntó

cargaré de arreglarlo todo, ustedes sol

ciona ir? —Damián, como era el má

su boca, formando una sonrisa de interés en él. Por alguna razón, Damián era el que más se acercaba a Jacob, por más que este

tierno po

cara de entusiasmo? —r

forma de cambiar la personalidad

ormando un circulo en su boca co

que pienses de mí —usó un ton

o —suplicó Damián, haciend

no pudo evitar engancharse en la

fuera un perezoso guindando de su rama favorita. El pelinegro intentaba safarce del agarre, mo

la letra "o", s

esperábamos, tal vez porque sabía su gran diferencia de edad y que él terminaría perdiendo por ser mayor, así que dejó al niño hace

uestionó Damián, como si

internet —masculló Axel, como si se

ubio se llevó ambas manos a la ca

o, chicos

nimiento como al que estaban acostumbrados. Estuve c

medio chiflado, ya ves cómo se le f

ra, el rubio le lanzó una mirada en asombro

brazándose a sí mismo, con una expresión d

ntentaba mejorar el ambiente

de ellos tenía lazos de sangre, todos nos conocimos el mismo día. Aunque, me preguntaba cómo sus padres sí eran amig

ntrarme más

era algo que yo misma me iba a encargar de llevar a cabo, sobre todo atraer adolescentes para que los chicos interactuen, con el objetivo de

experiencia, porque me parecía triste la vida sin siquiera un amigo, como la que ellos decían tener. Decidí cambiar l

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