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Emily y compañía

Capítulo 3 Trabajando en el huerto

Palabras:2993    |    Actualizado en: 29/12/2023

ar los cultivos y regarlos. Sus atuendos cambiaron a unos trapos que no eran de marca como con el traje con el que llegaron y los conjuntos que trajeron en sus maletas. Junto

tó Jacob enfadado, mirándose en el reflejo

cualquier cosa ¡Lo único que aprobaba de él era su cocina! Por lo menos Axel y Damián se comportaban de manera más calmada, aunque sabía que estaban contr

marchar de aquí rápido —le inform

iar el estilo de vida de la clase baja, literal, sus padres los obligaron a permanecer con nosotros hasta que sus mimadas mentes lograran cambiar. En cuanto aprendieran a convivir con los pobres (

cómo carajos iba a lograr eso, sobre todo en Jacob que era el m

giendo asco al verse—. Soy muy joven para desperdiciar mi be

que abrí la boca como si me hubiese ofendido de una forma increíble, como si

quince años, por eso era de mi altura, todavía le faltaba crecer mucho, a parte de ser el más escuálido de

do diecinueve, siendo el más terco y que de seguro mimaron más sus padres, a pe

una isla cubriendo nuestras partes con hojas —argumen

ebían de ser agradecidos con que podían comer tres veces al día: desayuno, almuerzo y cena. No tenían que cazar su comi

ló Jacob aterrado, ab

onversación, pero eso significaba u

emos todo —indiqué señalando en dónde estaban las cestas. Ellos as

e que al menos por sus diminutas y egoístas mentes tuvieran aunque sea el más mínimo rastro de información sobr

pero solo necesitábamos dos antes comenzar con nuestra parte. Tomé una y él hizo lo mismo sin preguntar, entendió mi gesto. La llené de ag

agua. El tiempo transcurrió y el sol era cada vez más desgarrador, de nuevo empecé a sudar como el día en que ellos llegaron, en c

de su vida, ya sea jugando videojuegos o viendo series, quién sabe, en cambio; yo me esforzaba para obtener com

uviera millones simplemente crearía una fundación o algo parecido para ayudar a los más necesitados, a esos niños que andaban e

estaban muy agotados, bueno, Axel como estaba conmigo, al detallarlo bien me per

a sobre el estanque con agua, respiré agitada por el cansancio que me causó tener que regar las plantas, el cultivo era grande, era difícil para mí creer que lo hacía sola

felices. Bebí agua de la botella que llevé conmigo, Axel hizo lo mismo con la suya. Miré al cielo, despejado como la mayoría del tiempo, con un

a veces sí prefería quedarme en casa, como s

r! —replicó Axel, cada músc

ano, quería comprobar que no tuviera fiebre, podía ser malo. Por suerte estaba bien, lo miré rodando los ojos, él sí parecía

poquito —le hice un

entre dientes—. ¡Nosotros tenemos que luchar en arr

costumbrado —titubeó, rascándos

acob de brazos cruzados, viendo a Axel

enos en mi presencia —interrumpí y me interpuse a

en él, como si su cara de culo fuera la común. Por otro lado, Axel suspiró, con una expresión de preocupación en sus ojos, se notaba porque estaban afligidos

prendas, más rápido volverás a la comodidad de tu hoga

a por qué, pero quería ayudarlo. Los otros dos estaban tranquilos en comparación con el c

xtraño... —confesó sol

ejor? —cuestioné, mi i

a ocultando algo, tal vez no era grave, pero

ento que voy a colapsar porque quiero volver a casa, me siento como Jacob, él sí demuestra que no le a

demasiado brutal para ellos, el único que lo demostraba con su comportamiento era Jacob, sabía que

dias a tus padres por hacerte esto. Pero, te diré algo, aguanta, no hay mejor satisfacción que logra

ía darle a entender que siempre lo apoyaría, después de todo, yo los estaba cuid

odie, solo... Es difícil ¿Ent

das. Yo creo en ti —aclaré, dedic

ntender que podí

palabras no hacen mucho ¿

carle una burlona, o sea; se estaba burlando de mí por comportarme de una manera poética con él,

terminó —informé, dando tres aplausos

quejó Axel, encogi

Axel y yo terminaríamos de regar las plantas. Seguimos con nuestro trabajo, me tocaba ir por las fresas, la única fruta que no me gustaba... Tocarlas, olerlas, me h

úpido porque las manzanas crecían en árboles, no en el suelo. Suspiré, en cuanto incliné la regadera, un grito provocó

ron a grita

era la voz

nieron a mi cabeza, incluyendo preguntas de lo que le había pasado: ¿Se cayó? ¿Lo picó una serpiente? ¿Fastidió tanto a Jacob

cupado por el grito desgarrador que había hecho el

gam

uzado de brazos como de costumbre, mientra

e? —pregunt

as, se ven unas escasas hojas, nada

hombro, me tragué todo el enojo que sentía, ese niño me

están listas! Vaya

án se notó apenado. Qu

.

er, aburrida miré el techo esperando a que un programa de televisión aparec

a mi lado, en el puesto de Axel. Sí, ello

s? —pregun

orman en el techo con el poder de m

o, negué con la cabeza—. Cuando vuelva a mi hogar

a su casa? Porque esa debía de ser una enorme y lujosa mansión. No

oy prácticamente una extraña —asegu

i hermanito. No sé si lo dijo solo para demostrar que estaba aprendiendo a convivir conmigo, una hu

que me parecían desagradables, soy hipócrita. Pero al conocerte, sent

cambiar su punto de vi

los pobres son desagradables

so, todos menos tú —c

ra

dos provocando un silencio incómodo, solo me introduje en mis pensamientos. Me extrañaba su manera de pensar, en serio, seguiría pensando

ron de nuevo la puerta. Me sobresalté y miré quién entró. Axel,

de golpe, encontrándome con los suyos, esos profundos ojos verdes

quería decirte que tus padres lle

iban por lo menos una vez a la semana. Él me siguió observando, se mordió el labio como si quisiera deci

o es lo que piensas! No puedo dormir sin abrazar algo, lo

sentimiento extraño, tragué saliva, me sentí

aro! —dije y noté un peq

er algo raro en él, conservamos distancia. ¡Por Dios, era un desconocido! Cómo pude caer tan bajo, pero

esperanza de conciliar el suelo sin problemas. Los segundos y minutos pasaban, abrieron la puerta, no pude ver quién entró, pero supus

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