Ella es mi monstruo
rimer d
de mí misma con las comisuras hacia abajo era todo, excepto inspirador. He de agre
la noche anterior, pero tampoco haría milagros. Di tres profundas respiraciones antes de salir del baño, lo que ve
rando el desayuno; Jenna, la menor, miraba su programa de televisión favorito: Running man. Era un show de va
la nuestra porque Jenna tenía síndrome de Asperger. Era un conjunto de características mentales y de conducta que formaba
unque a nosotras nos lo permitía a veces; a Pamela más que a m
los eliminó uno por uno. Usó una pistola de agua con tinta invisible, así el staff del programa sabía a quién habí
sea que tuviera enfrente que Jae Suk hizo tal cosa o que el comandante hizo tal otra. Era típico del Asperger obsesionarse con algún tema. Sus conversaciones también eran sobre matemáticas, su otro interés. Solía decir: "Sabías que el
s mejores que cualquiera tuviera el privilegio de probar y no lo decía porque fuera mi hermana, era un hecho. Ella sonrió de costad
tan bien el papel de ama de casa. En realidad, a mi hermana todo la favorecía. Era una mujer muy hermosa, con su cabello castaño, levemente ondulado y sus ojos verde agua. Tenía un
pondió. Pam estaba a punto de perder la paciencia-. Jenna, muev
cabello marrón atado en una coleta alta. Extendió su vaso favorito y Pam le sirvió su jugo de naranja exprimido,
n el médico? -pregunté al
e pasaré a buscar después del trabajo. Esp
ntí la sangre h
sarlo y la comida dejo de ser tan sabrosa para mis papilas gustativas. Sin embargo, me concentré en masticar el bolo que ten
o de animarme al ver mi mueca distorsionada-. Y si te moles
rse con ellos. Y eso que solo le había contado una pequeña parte de toda la historia a ella, lo suficiente como para que dejara de preguntarme qué me pasaba. Estaba tan estresada, que a
uando era una niña y después cuando ya no era no tan pequeña. Pero este año, cumpliría veinte y era hora d
y ahora el bebé -enumeré con mis dedos y suspiré. Ni siquiera
uyas, Amy -me reprendió-. Sin importar que seas grande
transmitía la seguridad de nunca permitiría que nada me sucedie
todo el entusiasmo que pude reunir. Este año sería diferente, porque yo no me sentía la misma persona, pero me esforzaría por pasa
os el autobús. Jenna y Pam se despidieron de mí y se bajaron ce
e no deseaba pasármelas pensando, así que me coloqué los auriculares y puse mi lista de K-pop con el volumen lo más alto que toleraron mis oí
y yo sentía que me estaba aproximando al infierno mismo. Estaba caluroso, pero yo sudaba frío y miraba al suelo con recelo. Arrastré
tá entusiasmado el p
,
va y empecé a subir las
ntregando los horarios. Me puse en la fila, esperando mi turno. Me atendió
pero que estés en el equ
í, de manera educada
ue tenía todo listo, mi siguiente tarea era encontrar mi plaza
-escuché que dijo una
oni
o mi nombre todas las cabezas masculinas se giraron en mi dirección. Entre ello
o? -se acercó Jonatha
ra solo recibía hostilidad de parte de él. Sus facciones mostraban el des
é, extendiendo mi man
dos los estúpidos que estaban cerca nos rodearan y comenzaran a grita
onstruo! -decía un chico
mi corriente sanguíneo, junto con una profunda congoja. Tenía que detenerlos y hacerlo pronto. Para ello me acerqué a ellos y los empujé, con la intención de que se movieran. Como tengo
-se burló otro chico al que no conocía. A
el monstruo puede ser letal -fa
to. No te acer
enfrente de ellos. Eso solo empeoraría mi situación y el hec
z firme. Mi determinación a mante
arrojó la maleta, lo más lejos que pudo
s por favor -dijo, burló
osas, mientras apretaba mi ya dolorida mandíbula. Una vez que metí todo
no llores. Me repetía esas palabras, sin cesar. Tenía que aguantar ha
ué caminando cabizbaja. Por fin, llegué al alojamiento; toqué la puerta y me r
xclamó con un extraño inglés y una gran
n gusto conocerte -extend
Hansson, i
n. Luego de darnos algunos datos, como número de teléfono o dirección de padres o hermana mayor para casos de emergencia, le pe
olento recordatorio de lo que me esperaría si siquiera me los cruzaba. Tenía ganas de llorar a moco tendido en mi cama, renunciar, irme del país.
a esforzado por llegar hasta aquí. Mi única opción era tragarme el orgullo y ac
una era de práctica. El martes, o sea mañana, tenía solo una clase, más el entrenamiento; así que tendrí
ía que compartirla con nadie. Era color amarillo y tenía un pequeño mueble de dos puertas y una cajonera. La cama era d
ejándolas bien tirantes y me acosté boca abajo. Sentí mi rostro arrugarse por los sollozos, previos al torrente de lágrimas. Me llevé el puño
rimer d