icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

La venganza es dulce como Breanna

Capítulo 4 Culpable

Palabras:3823    |    Actualizado en: 15/02/2021

iosa. Trato de no reírme en su cara porque por fin se ha enterado de que sus amados manteles

parece un animal rabioso a punto de morder a quien le pase por el frente. Esta la chica a quie

ocionada. No me he atrevido a preguntar si su prometido se encuentra ya que la última vez que lo vi yo destroc

ueo bueno, pero mi objetivo es otro. Es arruinarle l

u

cual le encanta hacer. Es puta por no respetar las

que ella habló maravillas de sus manteles y ahora no los tiene. L

ace que ella abra los ojos. Creo que su si

or año. Eso significa que ya no los tendré, mi boda debe tener lo mejor de lo mejor —me dice. Una

d la busca—Patricia se

hará algo para que esa maldita empresa de vay

ocina. Encuentro a la misma chica sacando jugo de la

to a beberlo en el taburete de la c

o muerdo—dig

todavía no salía de mi impresión—la miro confusa—la di

vez que él discute con alguien

mano que no podía perderlos de vista a ambos. La última vez fue hace nueve años—mis ojos la miran sorprendida—incluso la señora Patricia ha hecho

aguantan tenerlo cerca, ese hombre es tan amargado podría sui

pesar de todo—dice e

a para casarse co

?—me pregunta tomando el

¿Y tú?—e

a—asi

do mi trasero—maldición, no quiero ser tu sumisa así que

sus labios y me hace las señas de un tigre—Ya no

es tu rival—ella s

que atenderlas? Yo hace tiempo las hubiese enve

ayasadas de estas dos—Emily entra y mis ojos se

largas, Emily?

r mejor, digo, te pagan por hacer eso, limpiar, no por reírte de las babosadas de Alice. Será mejor que consigas algo con que quitar el polvo o Patricia se

e meter su polla en tu boca y así dejar de

a pobretona sirvienta—l

el mundo y es la falta de humildad—sus labios se convierten en una fina línea—ya entiendo por qué el pobre de Aarón parecía tan incómodo contigo cerca de él—un puchero se dibuja en mis la

atricia porque no les satisfaces de ninguna manera —siento la mano de Alice apr

vuelta saliendo y muerdo mis labios para no gritar con fuerza—como deseo agárr

utir por mí—niego

por eso no te preocupes o dejes que

ia sea usted—me quedo muda—es usted u

osee el demonio no hay quien la aguante—e

os, Alice—ella me sigue y caminamos

me miraba tan abiertamente de manera despreciable. La miro confundida porque no recuerdo haberle hecho algo aparte

todo esto—camina hasta donde estoy—es tu culpa q

jodida empresa fue con la que hici

algo que ver en todo esto te vas arrepentir

cionan y lo sabes—nos miramos fijamente retándonos ambas c

quiera dirigirme la palabra en vez de aliviarme me hace estar al pendiente de cualquier cosa que me pueda llegar hacer. No soy buena con los silencios y que él esté tan tranquilo lu

honor—el tono meloso que utiliza solo me dan ganas

de educación—el termina de bajar los escalones—no quiero más actuaciones de este tipo en mi casa ¿queda claro?—quisie

a llegar a mis ojos. Me mira fijamente y luego voltea el rostro para

ojos. Emily esta tan sorprendida que permanece sentada en el mueble muda y sin parpadear. Yo miro a Ali

de Patricia hace eco por todo el silencio de la sala y

fuerte el suelo. Sus tacones resuenan. Emily toma su bolso y es la primera en irse, y así s

visión pareciendo algo confundido. Él nos mira y sonríe mirando a Alice. Creo que ya viene siendo hora de pregu

ver a Emily y no me acosó como aco

veo casi babeando sobre mi ropa por él. Es un maldito pecado y delito est

y mi entrecejo se frunce mientras trato de elevar

s brazos a la altura de mi pecho sin p

ordena con voz

y escucho la risa de Aarón, encantador,

ice dando pasos hast

leada de aquí y tampoco soy Patricia—Alice tose y sé que ella quiere aplaudirme—por lo cual no me vas a ordenar nada, quieres que te siga no sé dónde, entonces me lo pides de manera amable, a m

uien sin voz ni voto. Él es un maldito engreído con aires de grandeza que para su lamentable existencia a mí no me interesa. Soy mu

a con la puta baja novios de Patricia. Creo que ambos se complementan, a ver si con todos los cuer

ivas, hasta consideré lanzarles mis bragas, pero su actitud es un tema cuestionable. No me gustan los hombres que se creen el centro del universo. Puede que él con su belleza casi inh

so verdad?—pregunta mient

ado sin detenerme a darle una última mirada. Sonrío triunfante mien

e. Su mano causa cosas buenas en mi cuerpo. Me da la vuelta mi ro

é mi

mí nadie me niega algo, señorita—cuando voy a objetar siento sus

me!—grito golpeando

e—me dice con l

mi mirada cae en ese buen culo que tiene. Mierda, me encantaría convertir

tener, quiera o no—me dice y me mareo un poco cua

de complacer a su jodida prometida por eso estaba gritando hoy—Alice me mira con sus

tan repugnante tiene—me dice abrie

l me baja y mi cuerpo reacciona cayendo de culo—mierda mi culo—susurro levan

nada contento, le regalo una amable sonrisa—no sabe con quién se ha metido, Breanna—ja

ncionar mi nombre hace cosas locas con mi respiración. Trago mientras trato de acl

nder que antes de salir estaba sentado en ella. Hay un diván blanco muy elegante y refinado que me deja deseando tenerlo y que apuesto debe costar mi sueldo de tres meses. Maldito rico. Hay un librero con varios libros en él y camino en silencio pasando mi ded

y vivamos en armonía—confieso con

aciosa conmigo, Miller—me ace

?—él me mira detenidamente. Joder, sus ojos son increíbles a

tengo una distancia prudente. Ruedo los ojos y luego mi mano i

sí que tranquilo—le guiño un ojo

o interesante si

e no me va v

ras que quieren s

on fuerza porque al parecer si lo

mplemente—digo enco

odos los hombres?—pregun

algunos de sus documentos y sentarme en su escritorio cruzando mis piernas y mirarlo. Me doy cuenta de que hemos cambiando de tema—dime algo Dominick—él solo me observa—¿de ve

o es asuntos de nosotros—suspiro porque es

s—me encojo de hombros—no soy una gran amiga de ella, aunque me veas aquí, p

aminado hacia mí—usted que no ha tenido sexo conmigo no puede comprender que eso del amor no importa cuando me tienes contigo—eso lo dice susurrándolo en mi oído y no v

decir ¿lo sabes?—pregunto

abios y su vista queda por breves segundos en ese lugar. La tensión es palpable en

agacha quedando nuestros rostros cerca—si tu tuvieras sexo conmigo entonces no tendrías una prometida y no estarías siendo tan amargado como ah

un sin número de balas que si las miradas mataran, yo estaría de camino al infierno. Ella entra y Dominick regresa a

de su escritorio y lo miro lev

, algo así como una tregua para siempre—é

salgo sin dar una última mirada. Encuentro a Alice mirando de manera interesante a A

pregunta Ali

aurante, nos vemos otro día Aarón—ella asiente y él me sonríe. Yo camino con una s

Obtenga su bonus en la App

Abrir