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En manos del Mafioso: Amor y crueldad.

Capítulo 5 Ángel caído.

Palabras:1237    |    Actualizado en: 12/11/2023

osa y solitaria era el escenario perfecto para una tortura; para ha

dónde Enzo y sus cómplices la habían torturado, haciéndola sufrir la peor de las miserias hasta que no quedó nada

tore, dos años de que las agujas del reloj habían comenzado a movers

illa, su ropa sucia, la sangre pegada a su piel, un ojo hincha

la lastimaras?, ¿cuando te suplico que no la tocaras?, no ¿verdad?... esto no es nada comparado con lo que ella sufrió - la rabia estaba plasmada en la voz

antes de inclinarse y arrancar una de las uñas de la mano derecha del hombre

atado, antes de que dejarán caer un chorro de alcohol sobre su nuev

r a Ludovico Petrovish? - Indago Al

andro puso los ojos en blanco; era increíble como al ser reducidos a nada menos que basura, podían suplicar

a y realmente le importaba muy poco. Era el tercer nombre que tachaba de su lista, en el transcurso de dos años era el tercer hombre con el que acababa, estaba llevando

Colombia a sido entregado con éxito - inf

sin inconvenientes - opino Alessandro, frunció el ceño al notar la expres

to las facciones de Alessandro mutaron, durante los últimos dos años se había encargado de apoderarse de las principales rutas y negocios de La

de aumentar a niveles inexplicables

llegado una nueva nota... está vez una dirección - info

solo es basura!... Seguramente es Enzo intentando que

los que tú padre entrega mujeres - Giovanni era eficiente como mano derecha, por lo que antes de dar cualquier infor

mediato - pidió, mientras limpiaba la sangre que manchaba

entre edificios, sin duda era un lugar de difícil acceso al que no podía llegar a menos

bía un sin número de figuras, en su mayoría masculinas, bebiendo, gritando y arrojando fajos de billetes a la protagonista el espectáculo que se llevaba acabo esa noche, era una mujer de silueta

s de tacón de aguja, exageradamente altas y su vestimenta dejaba muy poco a la imagi

e ella; hasta que el espectáculo termino y las luces claras fueron encendidas, la mujer estaba de espalda; mirando so

ciar su rostro gracias a qué llevaba un antifaz sentía que la conocía y muy bien, se movió con rapidez entre la multitud, intentando llegar hacia el escena

esquivando a otras bailarinas y al personal que se interponía

como el cabello ahora rojo caía libre en finos rizos; probablemente estaba usando una peluca, pensó de inmediato - Ariadne - pronunció su nombre una vez más, extendiendo su mano

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