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INOCENTES

Capítulo 2 .

Palabras:3051    |    Actualizado en: 25/09/2023

o su vestido para evitar que se arrastrara. A su lado, el hombre la seguía con un paso discreto. El suspiro de Ser Aelinor fue la respuesta, acompañado por su característica falta de

ncia. La reina te acogerá bajo su protección hasta que llegues a la edad para el desposorio -explicó la rubia, aunque esta última parte no le agradaba en lo absoluto. Había sido uno de los puntos más controvertidos del acuerdo, pero su desmejorado padre había insistido en ello de manera especial. Joffrine dio varios saltitos de felicidad. -¡No lo puedo creer! ¡Voy a vivir en la Fortaleza Roja! -festejó emocionada. -Y conoceré a la reina. ¿Crees que le agradaré? ¿Crees que le agradaré a mi prometido? ¿Cómo dijiste que se llamaba? ¿Daemon? -preguntó atropelladamente. Rhaenyra se rió de sus emociones desbordantes. --Una pregunta a la vez, Joff. --La reprendió cariñosamente. Con una mano acarició la cálida y emocionada mejilla de su hija. -Por supuesto que les agradarás, te adorarán. Harás que mi hermano Daeron sea el hombre más afortunado y envidiado. O tal vez no tanto. Pero Rhaenyra en ese momento no lo sabía; no conocía a su hermano Daeron en absoluto, ni a Helaena ni a Aegon. Y mucho menos a Aemond. Joffrine soltó un sonido de emoción mientras apretaba sus puños. -¡Se lo contaré a mis hermanos... o no, espera, se lo contaré al mundo entero! -chilló mientras se subía emocionada a la cama de su madre y saltaba de alegría. Rhaenyra soltó una carcajada. -Te vas a caer, Joff. Pero Joffrine apenas escuchó las palabras de su madre; ya estaba inmersa en sus propios sueños despiertos, como solía hacer a menudo. Se imaginaba llegando a Desembarco del Rey, donde Daeron la estaría esperando elegantemente vestido. Él tendría el cabello tan largo como Daemon y los ojos tan azules como los de su madre. Ella iría ataviada con el atuendo más perfecto que pudiera encontrar. En su sueño, Daeron le ofrecía una mano y ella se enamoraba instantáneamente de su sonrisa. Caminaban juntos por el jardín, y ella le hablaba de su pasión por la costura y le contaba sobre su dragón, Tyraxes, mientras él la observaba con destellos de admiración en los ojos. Sería simplemente perfecto, su sueño hecho realidad. Debia comenzar a planearlo todo desde ese momento, para asegurarse de que estaría lista a tiempo. Debería lucir radiante, elegir su vestido más impresionante y cuidar de que su piel se viera impecable. Finalmente, se bajó de la cama con un salto, enderezando su postura de manera elegante. -Estoy ansiosa por partir hacia Desembarco del Rey, madre. -El viaje está programado para dentro de una semana; el juicio por la herencia de Marcaderiva se acerca, y debemos estar presentes para afirmar la posición de Luke como futuro heredero. Joffrine asintió delicadamente y puso una mano esbelta sobre el antebrazo de su madre. -Vaemond Velaryon no es más que una piedra en el camino hacia el éxito de mi hermano como Señor de las Mareas. -Le sonrió, con una de esas sonrisas que derretían el corazón de su madre; ambas sabían bien eso. Rhaenyra acarició el cabello de su hija una vez más y se inclinó ligeramente para besar su frente. -Bueno, ve y cuéntales a tus hermanos. Estarán felices de saberlo. Joffrine asintió. No perdió tiempo en moverse con delicadeza; en lugar de eso, salió corriendo por los pasillos de la fortaleza en busca de Jace y Luke, quienes seguramente estarían entrenando, como era costumbre en las mañanas. Su soldado personal apenas pudo alcanzarla cuando doblando el primer pasillo, Joffrine demostró que era una corredora veloz cuando lo deseaba. Una vez llegó a las puertas, se quitó los zapatos antes de tocar la arena y comenzó a correr hacia la orilla de la playa, donde avistó a sus hermanos inmersos en un ejercicio de esgrima. Sin embargo, la presencia de espadas gigantes no le importó en absoluto cuando se lanzó hacia Jace para abrazarlo. -Jace, te extrañé. -Chilló mientras apretaba su mejilla contra la espalda del chico. El principe parecía incómodo y se movió para deshacer con suavidad el abrazo de su hermana. —Joffrine, tienes que ser más cuidadosa. Estamos entrenando con espadas de verdad. Podrías lastimarte. Le reprendió una vez que estuvo cara a cara con ella. Luke se acercó al encuentro de ambos. -Ay, Jace, sé que no me harías daño -dijo ella con ingenuidad. Jace bufó. -Podrías causar un accidente. -La reprendió él. A veces, Jacaerys le resultaba fastidioso; no era como Luke. Lucerys era más dulce, más divertido. El sujeto en cuestión la saludó despeinándola con un gesto amistoso. Ella se mordió el labio, ignorando a Jace y sonriéndole de manera acaramelada a su precioso hermano Luke. -Estás radiante esta mañana -reconoció el más joven de los dos. -Oh, lo estoy, Luke. Madre me ha dado la mejor noticia de toda mi vida -volvió a chillar de emoción. Sus hermanos la observaron con atención. -Mi compromiso finalmente ha sido anunciado. Me casaré con el príncipe Daeron, el cuarto vástago de nuestro abuelo. A pesar de la emoción de su hermana, Luke y Jace intercambiaron una mirada de poca convicción. Sin duda, ninguno de los dos pensaba que eso era una buena idea. Conociendo a Aegon y Aemond, Daeron no podía ser mucho mejor que ellos, y soltar a Joff en ese nido de serpientes parecía más que una idea descabellada. ¿Habría perdido la razón su madre? se preguntaban. Joffrine apenas les prestó atención; su sonrisa se dirigió a lo lejos, hacia su tío Daemon, quien se acercaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca para que pudieran oír su reproche, les espetó: -¿Ustedes dos no deberían estar entrenando? ¿Piensan ganar algún torneo solo hundiendo los pies en la arena? -Se dirigió específicamente a Jace y Luke. Joffrine se adelantó, avanzando hacia su tío con su carácter y carisma encantador. Le dedicó una mirada inocente mientras jugaba coquetamente con el escote de su recién confeccionado vestido. -Oh, tío, no seas tan duro con mis hermanos. Ellos se esfuerzan mucho -pidió con un tono gentil pero exag

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