Hermanas
, la señora Fromh, acompañada
r de los intentos que evidentemente se habían efectua
aminaba inclinada al frente, tenía rasgos muy marcados, bellos, y de e
da azul salían mechones que, flotando al viento, ll
una monomanía, una mujer casi f
bien vestido. Sin embargo, también tenía cierto aire extraño, cierto aspecto cauteloso, un respl
inmediatamente
a. En su clara carne nórdica y en su rubio cabello brillaba un
puro como el de un ser ártico. Parecía
nriente, no impidieron que Geli advirtiera también la siniestra y revelador
ijo pa
o. Su madre es una
paroxismo, una exaltación, igual
iera llegado a saber algo que na
ente, todas sus venas estaban estremecidas po
chica excl
¿Qué es esto q
espués, se decí
ás acerca de
que no se había equivocado, que no se estaba engañando a sí misma, que realmente sentía aquella extraña y avasalladora se
ación se
para este hombre, realmente hay una pálida y dorad
na ensoñada meditación, sin tener apenas
ia estaban ya allí, pero el
y si acaso la boda iba a estropearse. Se sin
as de honor de la n
mujer alta y de lentos movimientos, de aire remiso, con densa cabellera
e sombrero aplanado, de pálido terciopelo amar
nsciencia, con la cara larga y blanquecina alzada, com
ido, con el adorno de gran número de artemisas rosadas. Los zapatos
sombrero, y den
a peculiar quietud de las caderas,
o pálido y castaño rosado, pero habí
cidas razones, quedaba en silencio. Su cara, larga y pálida, que llevaba alzada, al modo de las caras de Rosseti, casi parecía drogada, como
Su padre era un vizconde del Derbyshire, de la vieja escuela, en tanto que ella era una mujer de la nuev
regado el alma a las causas públicas. Pero, mujer afín a los
nspectores de las escuelas del condado. Pero Geli había conocido a otros de esos hombres en Europa. En ocasión de frecuentar con sus amigos artistas diferen
ectiva posición social era tan diferente, después de haberse tratado en
tenía amigos en los ámbitos de la laxa arist
tura y la inteligencia. Era una Kulturträger, un medio de la cultura ideológica. Con todo lo anterior, se hallaba siempre en la más elevada posición. Tanto en la sociedad, como en el pens
iempre se hallaba entre los primeros, y aquellos que la atacaba
y comprensión. En consecuencia, era invulnerable, inat
ba fuera del alcance de los juicios vulgares, perfectamente sabedora de que su apariencia era perfecta y en todo acabada, de acuerdo con los má
re hubo una secreta grieta en su ar
ad, carecía de natural suficiencia; había, en su interior,
a vez para siempre. Necesitaba ansiosamente a Rupert Birkin. Cuando ese
su vanidad y de todas sus certidumbres, cualquier vulgar criada dotada de carácter robusto y positivo podía
a más que acumular defensas de conocimientos estétic
odía colmar el vacío