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Hermanas

Capítulo 5 El perverso Birkin

Palabras:2084    |    Actualizado en: 22/08/2023

ía a salvo en el azaroso viaje de la vida. Solo él podía transformarla en u

a! Pero el temor y las dud

zar aquel grado de belleza y distinción que Birkin necesitaba p

empre se quitaba de encima a Helena. Cuanto más se e

tan doloroso... Ella se sentía tan cansada... Pero

Birkin estaba in

tenía fe en su capacidad de retenerlo, creía en su superior juicio. Pese a que la inteli

esitaba era esta

recisamente lo que éste, con la perversidad de un niño malcriado, quería rechazar. Con

esa boda. Sí, sería el

dentro de la iglesia, esp

erta del templo, la aprensión nerviosa y e

vestida iba ella; sin la menor duda se percata

mera, estaba hecha para él; ella, la más alta. Sin la menor duda

en la iglesia, y despacio paseó la mirada en busca de Bi

del novio, Birkin tenía que ha

acio los ojos, moro

e se ahogaba en el mar. La invadió una devastadora desesperanza. Mecánicamente, se acercó al altar. Jamás había sent

a iglesia, imperaba una inquietud creciente. Camila se sentía casi responsable de lo que es

no podía

ja

elas. Alegremente los caballos tordos avanzaban al trote hacia su destino

rta de la carroza, para que de ella saliera la flor del día. La gente en la

omo una sombra. Era un hombre alto, flaco, preoc

junto a la puerta de

espuma de delicadas hojas y flores, una blancura de

bajo

a recibir a la novia, contemplando con entusiasmo la rubia cabeza inclinada hacia abajo, con los

rado movimiento de algo parecido

a de blanco junto a su padre, a la sombra matuti

s la no

á. Ya h

ombra roja. Su padre, mudo y amarillento, con la negra barba dándole aspecto mayormente agobiado, subió los peldaños en rígidos mov

llegado! Para la novia

, contemplaba la colina, más allá, la carretera

uy deprisa. Sí, acababa de aparecer

ación, emitió un grito inarticulado. Quiso advertirles que el novio iba a l

tativa confusión, se

escendía por la carretera y se acerca

peldaños, dio alegremente media vuelta sobre sí m

tenía y que de él bajaba su novio quien, pasando p

ona excitación, en lo alto de lo

sol agitó en el aire

bs!

so entre la gente, con el so

lo alto, la novi

Ti

ura superior a la suya. Su cara adoptó una expresión extraña y sorprendida. Dudó unos instantes.

la novia emitió un grito

aah

con increíble velocidad, con el taconeo de sus pies blanc

do los peldaños y esquivando al padre, moviendo las grupas

, de repente arrastradas po

e! ¡At

ueran salpicones de espuma, frenaba su carrera

selvático grito de risa y desafío

lado del contrafue

vio, inclinado al frente en su

giro y desapareció, desapareciendo con él, en aq

d junto al portalón lanzó grito

del señor Fromh, detenido absorto en el sendero, que había contemp

ta hacia atrás, para mirar a Rupert Birkin, quie

e sonrisa,

cerraremos

nte, el pa

Y

fombra. Birkin tenía un aspecto pálido y enf

uido. Caminaba arrastrando levemente un pi

a, por naturaleza, inteligente y solitario, por lo que no se adaptaba debidamente a los ambientes en las ocasiones sociales regi

ente corriente. Y lo hacía tan bien, adaptándose al tono de su entorn

osimilitud que, por lo general, suscitaban momentáneamente las simpatías de

de la iglesia. Se comportaba ante las diversas situaciones igual que el que pasa por la cuerd

do un gancho para abrochar las botas, y hemos tardado mucho

r Fromh

neral somo

do verdaderamente puntual, y si hemos llegado tarde no

ieron, y, por el momento,

irkin, quien picaba su curios

spector de enseñanza primaria. A juicio de Camila, Birkin se daba cuenta de que existía cie

arrollar esa comprensión. Y había a

susodicho se daba cierta hostilidad, una úl

ella quería

uería iniciar una conversación a fon

ensas de

ica r

e atractivo, decididamente atractivo. Lo que no

ra su más alta consideración. Entonces

a pre

r qué

ante a las personas. Ya te he dicho que trata a cualquier t

luego. Hay qu

s aspectos es un muchacho maravilloso. Sí, tiene una p

a asintió a la v

Y

imiento a los juicios de Geli, incluso cu

pera de que la ceremonia terminara, y los

seaba saber si la fuerte impresión que le había causado er

seguía su curso. Helena Rice sólo pensaba e

gravitar físicamente hacia él.

de ella si no le tocaba. A pesar de todo, Hel

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