«¡Quién puede ser!», me pregunté mentalmente y un poco preocupada por el modo en que llamaban a la puerta.
"! Caray!, ¿por qué llamarán a la puerta con tanta prisa? Espero que sea por algo realmente importante.
—¡KYLE! —exclamé asombrada, al tiempo que intenté cerrar la puerta, al reconocer al hombre parado frente a mí.
Al abrir con tanta tranquilidad lo último que me hubiera imaginado, hubiera sido ver allí parado a Kyle, el idiota hijo de papi y mami, con una sonrisa perfecta, ojos celestes, cuerpo atlético, esas malditas facciones faciales que lo hacían lucir más guapo que años atrás.
Fruncí el ceño, lo reconocí por su sonrisa, debía reconocer que por más que lo odiara no podía negarlo, los años le habían sentado de maravilla, como era posible que alguien tan canalla pudiera ser tan guapo.
—¿Qué crees que haces aquí? Te dije que no te permitiría ver a mi hijo. Te lo mandé a decir y te lo repito ahora —solté con molestia.
—¿Tu hijo? —preguntó, con una sonrisa sarcástica—. Te recuerdo que también es mi hijo y tengo todo el derecho de verlo.
—No seas hipócrita, por favor. ¿Ahora quieres verlo? —pregunté airada, cerré y salí—. ¿Quieres que te recuerde lo que hiciste cuando te dije que estaba embarazada? ¿Quieres que te cuente como perdí todo para poder tener y sacar adelante a ese niño que ahora descaradamente llamas hijo? No tienes el derecho, no hay manera de que puedas ver a mi hijo, porque sí, es solo mío, mi hijo, puedes hacer lo que quieras, no te permitiré estar en su vida.
—Eso no depende de ti, te lo estoy pidiendo por las buenas, no me obligues a llevar esto a la corte, ellos sabrán y harán valer mis derechos y lo sabes —afirmó clavando su mirada en mí.
—Eres un sinvergüenza, como te atreves, con qué derecho, hace 6 años me dejaste cuando más te necesitaba, ahora vienes como si nada. Lárgate, si antes rogué, supliqué, me arrastré para que no me dejaras sola con mi hijo, ahora de esa misma manera estoy dispuesta a pedirte que te largues. Que nos dejes en paz, no te necesitamos, mi hijo no te necesita, lárgate con todo y tus millones.
—Todos cometemos errores y yo cometí uno al dejarte sola con nuestro hijo, pero no lo sabía, llevó meses tratando de acercarme por las buenas a mi hijo y me lo has impedido, déjame ver al niño, no me obligues a usar mis influencias, las cosas podrían terminar mal para ti. -amenazó con voz intimidante.
-Haz lo que quieras. ¿Que tipo de ser humano eres? Como siquiera, puedes atreverte a decirme eso, ¿eres consciente del daño que me causaste con tu partida? ¿No lo sabes verdad? Mis padres me corrieron de su casa, me vi en la calle, si no hubiera sido porque Flor nos recogió, hoy no habría hijo al que quisieras ver.
Intentó interrumpir, pero estaba tan molesta que no lo permití.
—¿Tienes idea de todo lo que padecí? No, no tienes idea, porque mientras tú te divertías, mientras seguías jugando a ser el intocable hijo de papi y mami, yo me acostaba preguntándome como iba a recibir a mi hijo, qué futuro le brindaría. ¿Con qué estúpido derecho vienes ahora a querer ser un padre ejemplar? ¿Olvidaste como en ese aeropuerto, pedí que no te fueras? ¿Olvidas que preferiste irte del país a vivir tu vida, sin mi hijo? Pues bien, ahora vete, lárgate y no regreses jamás.
—Yo no lo sabía, no tenía idea de tu embarazo, pero olvida el pasado, sé que sufriste, pero que importa eso ahora, mira, yo solo quiero ver a mi hijo y lo lamento, si para eso tengo que lastimarte, tengo tanto derecho como tú y lo sabes, ahora soy un hombre en aquel tiempo era un adolescente, ahora puedo hacerme cargo de mi hijo —argumentó sonriente—. Quiero verlo y no serás tú quien me lo impida, mi madre está enferma y quiere conocer a su nieto antes de que sea tarde.