No sé muy bien por qué decidimos hacer aquello. Yo no era para nada esa clase de adolescente influenciable, al contrario si había algo positivo en mí era que tenía mucha personalidad para tener catorce años. No dejaba que nadie me manejara, ni me dejaba influenciar por comentarios de amigos o compañeros del instituto. Bueno... quizás si por mi grupo de básquet, aunque ese es otro tema. No voy a mentir, realmente estaba allí por ella, por Julia, no sé cómo pero me sentía enganchada a ella, cada vez más.
No era la primera vez que me había enamorado, Joan, ese chico de mi clase de la primaria me había gustado durante mucho tiempo... pero si era la primera vez que me sentía así con una chica.
Julia era tan... especial. Estar a su lado era mágico, competíamos juntas en la segunda división de baloncesto de nuestra ciudad y nos habíamos hecho inseparables, siempre estábamos hablando por whatsApp, practicamente a todas horas, sobre todo por las noches, cuando mi madre se quedaba dormida después de un largo día. A veces creía que era mutuo, me gustaba pensar que quizás ella sentía lo mismo por mí.
_Danae, te toca_ dijo Silvia pasándome el vaso de cristal, me miraba fijamente esperando que me hechara atrás, pero no podía darle esa satisfacción y menos delante de Julia.
Silvia era otra de mis compañeras del equipo de básquet y nuestra relación era tensa y falsa. Yo sinceramente la detestaba, en ocasiones bromeaba de que era mejor dejarme en el banquillo porque haría perder al equipo durante los partidos. Lo había repetido tantas veces que incluso había empezado a plantearme si realmente era lo suficientemente buena para estar en él. Creo que solo me quedaba por seguir estando cerca de Julia, porque en el fondo sabía que estaba cada día más enamorada de ella, nunca había sentido nada igual, pero aquello no podía ser otra cosa que amor.
_Está bien, pero llevamos aquí una hora y el vaso nunca se ha movido _ dije con frustación.
Habíamos ido seis del equipo al pueblo abandonado de la Mussara, aquella noche de Halloween porque Silvia había insistido en que sería divertido hacer la güija, y yo como una estúpida había accedido, porque enamorarme me había arrebatado mi personalidad.
Para quien no lo sepa la Mussara es una aldea de montaña muy conocida, se encuentra en Tarragona, y esta a su vez cerca de Barcelona. Este lugar esta deshabitado desde los años sesenta, es un aldea fantasma, un lugar tenebroso que se encuentra a mil metros de altitud, y donde ha desaparecido mucha gente. La leyenda dice que la Mussara es una especie de puerta a otra dimensión y un punto de conexión entre vivos y muertos, por eso muchas personas vienen aquí a hacer la güija y psicofonías.
Yo nunca había sido curiosa, ni siquiera me gustaban las películas de terror, y aún dormía con la luz encendida.
_¿Tienes miedo? _ me preguntó con una sonrisa sarcástica que conocía demasiado bien.
_¿Yo? _ dije devolviéndole la sonrisa. _ Para nada... _ dije con voz cortante intentando disimular.
Selena, mi madre, siempre me decía que no expresaba mis emociones, que me ponía una coraza delante de los demás, ella era muy buena expresándolas, pero no lo fue en decir la verdad. Me ocultó durante años, porque me tuvo sin desearme, cuando era demasiado joven, con solo quince años se quedó embarazada. Para justificar lo que hizo me dijo que no me dio en adopción. ¿Pero no fue deshacerme de mí dejarme con sus tíos durante años?
Cuando consiguió una carrera universitaria, un buen trabajo y una gran independencia económica, volvió a por mi. Volvió a recuperarme y pretendio que yo la llamase mamá, a esa chica que parecía más bien una hermana con jeans ajustados y pelo brillante con tratamiento de keratina... pero yo nunca lo hice, la llamaba Selena y ya está.
Me incorporé un poco, colocándome mejor enfrente del tablero cutre de madera que había traido Silvia, y puse el vaso justo en medio del círculo del alfabeto. Todas estaban en silencio, y podía oirse el viento que azotaba con furia las paredes medio demolidas de la iglesia en ruinas en la que nos habíamos metido a hacer aquel juego estupido, sin saber realmente sobre él, simplemente por seguir la corriente a la idiota de Silvia.
_Debes comenzar preguntando si alguien puede escucharte _ me dijo Julia, la mire y pude verme reflejada en sus ojos claros que eran como dos estrellas brillantes en una oscuridad tenebrosa.
_¿Hay algún espíritu entre nosotras?
_Colocar todas rápido los dedos _ gritó Silvia y las demás obedecierón, dibujándose seis dedos índice en lo alto del vaso de cristal.
Solo escuhamos silencio, y después de unos segundos de nuevo el viento, Julia me miró y ambas nos sonreimos, me gustaban sus ojos, su pelo largo rubio, sus labios carnosos, su piel perfecta... me gustaba todo de ella.
_Aquí no pasa nada _ dijo Martina resoplando.
Pero justo en ese momento un movimiento suave nos guió hasta un sí.
_Vale... ¿Quién ha sido ? _ preguntó mirandonos a todos de manera escéptica Silvia.
_Yo no _ dijeron Anna y Carla a la vez, y entonces nos miro de manera inquisitoria a Julia y a mí.
_Nosotras tampoco..._dije yo rápido.