Abrió la puerta de su pequeño, pero acogedor apartamento para acomodar las bolsas en la encimera de la cocina. Suspiró al ver el reloj, afortunadamente aún contaba con tiempo para preparar algo delicioso para la cena. Guardó una botella de vino en el refrigerador, todo tenía que ser perfecto. Al menos durante esa noche.
De pronto, mientras acomodaba las compras, empezaron a surgir dudas en su mente, ¿y si algo urgente sucedía? ¿realmente él vendría? ¿siquiera se habrá acordado de qué día es?
No, debía ser un día especial, no podía arruinarlo por sus temores e inseguridades. Él prometió que vendría. Todo estaría bien, sólo debía resistir un poco más y confiar, lo más seguro es que se encuentre ocupado con algún asunto del trabajo, su familia o… ella.
Hoy no, Eddie, no pienses en ella, al menos hoy, no se dijo a sí mismo.
Sin mucho pensarlo tomó su teléfono para marcar aquel número que sabía de memoria, no hablaron durante todo el día, ni siquiera le envió un mensaje, lo cual era inusual, pero trató de comprenderlo, aunque en verdad necesitaba oír su voz y también que confirmara su llegada.
La línea timbró una, dos, tres veces… hasta llegar al patético y vergonzoso buzón de voz.
A los pocos minutos su teléfono sonó, anunciando una nueva llamada, su corazón se aceleró de emoción, pensando que él había devuelto la llamada de inmediato, una gran sonrisa se asomó en rostro, pero fue borrada casi al instante de ver que no era a quien esperaba, en lugar del conocido número, sólo apreció el número telefónico de Hailee, su mejor amiga.
-Hola Hailz - la saludó mientras caminaba por la sala, buscando su cajetilla de cigarros y encendedor para relajarse un momento.
-Por tu tono de voz creo que no soy la llamada más esperada del día - inquirió la castaña a través de la línea - ¿es un mal momento para hablar?
-Para nada, siempre tengo tiempo para mi mejor amiga y sus dramas amorosos, ¿ahora qué hizo ese rubio desteñido? - preguntó sentándose en el sofá e inhalar un poco del humo. Era mejor ponerse cómodo y relajarse, las llamadas de Hailee podían durar horas, especialmente cuando se trataba de criticar al idiota que la pretendía, Bill Jensen.
-La verdadera pregunta es ¿qué no hizo? - la escuchó bufar al otro lado de la línea - No lo entiendo, Edd, estoy a un paso de rendirme con los chicos por el resto de mi existencia, ¿por qué todos los hombres tienen que ser tan idiotas siempre?
-Esa es la duda de mi existencia, sweetheart - al menos pudo hacer reír a su mejor amiga - Hasta ahora no logro comprenderlo, evidentemente Bill es un patán con el que no llegarás a tener nada serio, ¿por qué le sigues hablando?
-Bueno, es difícil conseguir a alguien en estos días, y no quiero llegar sola a la boda. Sería prácticamente una condena a mi soltería - se quejó, lo que hizo reír al rizado - Aunque te rías, idiota, sabes lo supersticiosa que soy.
-Pretenderé no sentirme ofendido por ello - contestó dando una larga calada a su cigarro, de pronto la idea surgió en su mente - Si tanto te preocupa ir sola, ¿por qué no vamos juntos?
-¿Lo dices en serio, Edd? Pensé que llevarías a alguien - cuestionó, el nombrado agradeció que estuvieran hablando por teléfono y no en persona, o Hailee sospecharía que algo no andaba bien por el semblante sin emoción que cargaba.
-Soy el eterno soltero del grupo, corazón. Entonces ¿qué dices? ¿Mandarás a la mierda a ese tonto de una vez? - preguntó. Tal vez su vida amorosa era un desastre sin arreglo, sin embargo, podía ayudar a Hailee a no cometer un error al darle una oportunidad a alguien que no la valora como merece.
-Hoy mismo lo haré y te enviaré capturas de pantalla para que veas que no miento. Es más, lo bloquearé. Oh Eddie, ¡eres el mejor! Seremos el dúo más icónico de la boda. Por cierto, ¿ya viste las invitaciones? ¡Son preciosas! No cabe duda que Lucy tiene un gusto exquisito.