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TINDER

La receta amor: la pueblerina es una doctora extraordinaria

La receta amor: la pueblerina es una doctora extraordinaria

Caspian Noir
Para la mayoría, Verena era una doctora de clínica rural, pero la realidad era que prácticamente hacía milagros. Tres años después de que Isaac se enamorara perdidamente de ella y pasara noches en vela de soledad, un accidente lo dejó en silla de ruedas y le arrebató la memoria. Para mantenerlo con vida, Verena se casó con él, solo para escuchar: "Jamás podré amarte". Ella simplemente sonrió y respondió: "Eso está bien, yo tampoco estoy enamorada de ti". Atrapado en la duda, él se alejó de la esperanza, pero ella mantuvo la paciencia y arrodillándolo para mirarlo a los ojos, le acarició la cabeza hasta que lo tranquilizó. Luego, le dedicó una sonrisa resplandeciente avivó sentimientos que Isaac creía perdidos para siempre.
Moderno ModernoAmor forzadoAmor a primera vistaCelebridadesDulceArrogante/Dominante
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Acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja y rascó ligeramente su nuca con nerviosismo, llevaba cerca de cuarenta y cinco minutos frente a la pantalla de su laptop observando a su amiga editando las fotos que hace unos momentos le había tomado. Comenzó a dudar si realmente el plan de Silvana es una buena idea.

- Siento que estás exagerando- le dijo un poco cansada y recibió una sonrisa de parte de su amiga.

- Estoy haciendo que te veas aún más hermosa de lo que ya eres Isa, tus fotos están quedando geniales. Mira, toda una diosa- exclamó Silvana orgullosa de su trabajo.

- ¿No crees que es demasiado?

- Esa es la idea- sonrió cómplice- te he sacado tantas fotos que hasta puedes subirlas a tu perfil de Instagram.

- Sigo pensando que podríamos usar algunas de las que tengo en mi galería.

- Cariño, vas a ligar, no a aplicar a una pasantía, necesitabas tener más... fuego.

- ¿Fuego? Estás loca.

- Loca sería si permitiera que te quedes todo el verano metida en casa como si fueras un hongo Isabella- la castaña bebió un poco del vodka de su taza- ¿Acaso no te das cuenta de lo buena que se está convirtiendo tu vida? Mereces celebrar y vivir un poco, no todo es estudiar y trabajar.

Lo meditó por unos minutos y por más que odiase reconocerlo, Silvana tenía razón, desde que llegó a la ciudad hace apenas un mes y medio Isabella a lo mucho habría salido un par de veces, y ni siquiera se la había pasado tan bien.

¿Acaso no te das cuenta de lo buena que se está convirtiendo tu vida?

Las palabras de la que probablemente sea ahora su mejor amiga resonaron en su mente.

Sí que tenía motivos de sobra para celebrar.

Consiguió trasladarse a la mejor universidad de Marketing y Publicidad, se encontraba a tan sólo un año de graduarse, por fin había logrado tener la independencia que tanto anhelaba al mudarse a un departamento pequeño pero céntrico junto a su nueva amiga, por fin pudo salir de ese horrible lugar llamado hogar.

No la juzguen, ella amaba a su familia, sin embargo, era consciente que para poder llevarse bien con ellos debía mantener cierta distancia, de lo contrario, terminarían discutiendo y dejándose de hablar. Vive sola desde los diecinueve, pero dos años más tarde pudo mudarse de ciudad para cumplir sus sueños.

- Nadie te está obligando a nada Isa, si prefieres podemos salir a bailar y divertirnos nosotras dos- Silvana acarició el cabello de su amiga dándole a entender que la apoyaba en lo que ella deseara hacer.

- No-  negó con la cabeza- creo que Tinder es la mejor opción.

- ¿Tan necesitada estás?- se burló Silvana y la castaña le aventó uno de los cojines decorativos- ¡Hey! Cuidado con el juego de sala, nos salió más caro que todo el apartamento.

- Bien, ¿qué sigue?

Un par de semanas atrás Silvana le había propuesto a su amiga que se descargara Tinder, una aplicación para conocer personas sin necesidad de que haya algún compromiso de por medio, es muy sencillo: se instala la aplicación, se crea un perfil, se eligen unas cuantas fotos para publicar, y listo. Permite escoger el rango de edades, sexo e incluso la distancia entre ambos.

Comienzan a aparecer entonces fotos de personas cerca a la ubicación que se seleccionó y, si la persona es de tu agrado, se desliza hacia la izquierda para descartar, pero, si te llega a gustar deslizas hacia la derecha y puede que a esa persona también le atraigas, en caso eso suceda en la pantalla aparece que hicieron "Match", por lo que a partir de ahora podrán chatear en privado para quedar en una fecha para salir y conocerse. 

Un encuentro casual y listo.

Y la verdad es que Isabella no tenía un poco de acción desde hace ya bastantes meses. La opción que Silvana no parecía tan mala, obtener la atención que tanto esperaba sin tener que aguantar los dramas, celos y problemas que traen las relaciones de pareja.

Todo parecía muy fácil, pero había un problema.

Cuando obtenía algún match y quedaba con la persona en algún lugar terminaba arrepintiéndose y llamando a Silvana en busca de alguna excusa para salir lo más rápido posible de ahí. No sabía la razón, pero no se sentía cómoda con aquellos chicos.

"Tal vez te da miedo que te encuentren conocidos, aunque no tiene nada de malo, pero si te avergüenza pon un nombre falso y si alguien te pregunta si es tu perfil le dices que es falso" - le aconsejó Silvana. 

"No creo que sea eso"

"O capaz quieras probar cosas nuevas".

"¿Como qué?"

"¿Alguna vez te has acostado con un hombre mayor?" - le preguntó. 

"¡Por Dios Silvana! ¿Cómo se te ocurre?"

"Perdón abuela"- se burló la rubia- "ya vi que no, y déjame que te diga, no sabes lo que te pierdes".

"No idealices a un hombre sólo por ser mayor que tú".

"No idealizo, lo he comprobado"- dijo segura de lo que decía- "y si quieres un buen polvo, necesitas a uno que tenga más experiencia, sin necesidad que eso lo convierta en un patán, ¿quién reúne esas cualidades? Un hombre mayor".

Y bastó de una simple conversación para convencerla, Silvana tenía razón, no perdería nada intentando, pero esta vez ella la ayudó en todo. Eliminaron el perfil antiguo y crearon uno nuevo, con un nombre falso, para cuidar la identidad de Isabella, y esta tarde su gran amiga le había hecho una sesión completa de fotos para añadirlas al nuevo perfil.

Después de editarlas, escogieron las más llamativas, realmente Isabella se veía sensual sin perder su esencia. Silvana era muy talentosa para todo esto.

- Bien ya está, ya sabes, te gusta a la derecha, no te gusta a la izquierda. – Silvana le entregó el celular a Isabella, quien empezó a ver a los candidatos que aquella aplicación le ofrecía. 

- ¿Hasta qué edad has aceptado?

- Sesenta, esos son los que tienen herencia- se burló Silvana- lo dejé en máximo treinta y cinco, para que haya una cierta diferencia sin que sea demasiado para tu moral. Créeme, me amarás por esto.

- Veamos... no... no... no... no... definitivamente no... Dios, ¡Silvana! Este se parece a mi tío John- se queja- me rindo.

- ¿Dónde dejaste tu espíritu investigador? Dame, te apuesto que yo encontraré uno que te guste.

- Apuesto a que no.

- ¿A qué apostamos?- la retó. 

- Si consigo uno que te guste tú pagas la cena de hoy, quiero comida china, y si tú ganas, entonces yo lo pago y añado una botella de vino.

- Que sea tinto- pidió y fue a la cocina para servirse un poco de jugo de naranja.

Silvana no era de aquellas personas que suelen rendirse ante el primer inconveniente, y menos cuando se trata de tener la razón en algo. La amistad entre ella e Isabela surgió de una manera inesperada y extraña, se conocieron a los dieciocho años en la fiesta de año nuevo de una amiga en común, después algunos ­(por no decir muchos) vasos de vodka, terminaron hablando como si se conocieran de toda la vida, compartieron número y hablaron en un par de ocasiones, pero no volvieron a verse, hasta hace un par de meses, cuando Isa la contactó por Instagram, y decidieron compartir un apartamento.

No sabía cómo era posible que a pesar de haber estado sin hablar por tres años se pudieran llevar tan bien, parecían ser amigas de toda la vida, y es que, la amistad no se mide en tiempo en conocerse, sino en experiencia y química, o al menos eso pensaba Silvana.

Admiraba mucho a su amiga, lo inteligente que era y lo mucho que había logrado con veintiún años, aunque vivía siempre pendiente de la universidad y de temas relacionados a la casa, entiende que tienen responsabilidades, pero su amiga andaba muy tensa últimamente, necesitaba salir con urgencia.

Siguió pasando por los perfiles de los hombres, algunos sí eran guapos, pero no parecían ser del tipo de Isabella, comenzaba a creer que tendría que pagar la cena, hasta que por unos segundos se olvidó de cómo respirar.

Era fuego puro. Todo un dios griego.

No era sólo un hombre.

Era ÉL hombre.

- ¿Estás bien? – se preocupó Isabella ante el semblante de la rubia - ¿Qué pasa?

- Pasa que usaremos tu tarjeta para pagar la cena, quiero añadir unos enrollados primavera a la orden- respondió al entregarle el celular a Isabella- De nada.

- Ver para creer- la castaña bebió un sorbo del jugo mientras miró el celular y de inmediato se atoró al ver la fotografía de aquel hombre en su pantalla. 

- Está bueno ¿no?

- ¿Es real?- preguntó incrédula- Digo, ¿se puede ser así de guapo? Dios... Ese hombre acabará con la poca estabilidad emocional que me queda.- Silvana se rió por el comentario de su amiga- Es la verdad... míralo.

- Ya lo vi y serías una tonta si no lo aceptas. Se llama Edward, tiene treinta y cuatro años y de sólo ver su foto tenemos orgasmos múltiples, es perfecto.

- Bien, le daré like.

- Espera- Silvana le quitó el teléfono - Primero tomaré una captura de pantalla por si no lo volvemos a ver, listo, tú puedes leona- la alentó tras devolverle el dispositivo móvil.

Contó hasta cinco y deslizó la pantalla hacia el lado derecho, automáticamente el perfil de Edward se borró y apareció el de otro hombre. Según Silvana ahora deberá esperar a que el dios griego que acababan de encontrar le devuelva el like a Isabella. 

Lo prometido es deuda, ordenaron comida china con la orden extra de enrollados primavera que Silvana quería, e Isabella pagó la cuenta, debía reconocer que ese hombre lo valía todo, bueno, en caso que le devolviera el like, las dudas se asomaban por su mente cuando volvieron a casa. ¿Un hombre así de guapo sería capaz de sentir atracción por una muchacha de veintiún años insignificante como ella?

- Lo estás pensando demasiado Isa, a veces los likes demoran en llegar, en especial cuando sólo le has dado a un chico.

- Te dije que ese hombre acabaría con mi estabilidad emocional.

Siendo ya cerca de las dos de la mañana, la castaña apagó la laptop y se echó en su cama, era de esperarse, un hombre como Edward no se fijaría en una chiquilla como ella. Cuando estuvo a punto de caer en los brazos de Morfeo unos sonidos extraños provenientes de su celular captaron su atención, no lograba reconocer de qué era, tal vez un recordatorio y puso mal la hora. Abrió los ojos y alcanzó el teléfono para cancelar lo que fuera que estuviera sonando.

Y gritó. 

- ¿Dónde está la cucaracha?- exclamó Silvana entrando a la habitación de su amiga sosteniendo en una de sus manos una zapatilla- Te dije que debíamos comprar el líquido morado.

- No hay cucarachas.

- ¿Entonces?- le enseñó el celular y ambas gritaron mientras se abrazaban - Aún te odio por escoger mi nombre para tu vida promiscua, pero bien jugado Isa- se burló Silvana.

"Tienes un nuevo match"

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