Aidan Gregg heredó absolutamente todo de su padre, el líder de la mafia . Tanto el poder
como las locuras también Aidan estudió en los mejores colegios, se formó profesionalmente
y hoy ya no es más el niño indefenso que su padre Sam Gregg defendía contra viento y
marea.
¡No ya no!
Aidan ahora ya es un hombre y es la versión de Sam Gregg convertido en abogado es
ahora él quien defiende a su padre ante la ley. Y qué mejor que él, que las estudió
convirtiéndose en uno de los abogados más eficaces a la hora de defender a la mafia.
— Papá puedes quedarte tranquilo que hoy mismo te sacaré de aquí.
— Estoy tranquilo Aidan se que lo harás excelente como todo lo que te enseñe.
Adelante muestra lo que sabes tienes mi respaldo siempre.
— Lo sé y tú tienes el mío.
Aidan se mostraba ante la ley alguien muy audaz a la hora de defender.
Envolvía con sus palabras sutilmente había adoptado un hábito increíble de manipulación y
sobre todo reunía la pruebas físicas necesarias para presentarla ante el juez y dejar
impunes a sus víctimas, aunque estas fueran culpables. Este hábito le enseñó su padre Sam reveló toda su experiencia y aprendizaje a Aídan para el día de mañana convertirse en un líder.
Debajo del traje que usaba la mayoría de los días para ir a trabajar, ocultaba los exóticos
tatuajes que llevaba, entre ellos el mismo que tenía su padre en la espalda una serpiente
coral.
Su madre tenía pasión por la escritura, su padre por la pintura. Pero Aídan no heredó nada
de esto sino que tenía una particular obsesión por las motos, cuando se sentía muy aturdido
se subía y conducía a mucha velocidad le encantaba la velocidad y hacer piruetas con la
moto aunque nunca se olvidaba del casco en eso era precavido.