Prólogo
— ¿Y por qué siempre se ven en tu apartamento y no en el suyo, Sabrina?
Flexiono mis dedos preparada para redactar un correo para alguien que estoy deseando entrevistar. El silencio de lo que considero mi mitad rubia me hace alzar la vista.
—No lo sé...—aprieta sus labios—. No quiero desconfiar, no quiero creer que nada es real.
Carlos Soler no es un tipo desagradable, pero seguro tampoco es el mejor ser ocupante del espacio en el planeta. Quizás mi renuencia se encuentra en que percibo que Sabrina parece más su trofeo, uno que solo en muy pocos lugares exhibe ¡Por Dios! Tienen meses viéndose, en algún momento se hará un año, y el hombre aun recurre al no estar preparado para toda la prensa sobre ellos.
Le tengo una noticia a señor pronto vejestorio: son figuras públicas y los medios siempre van estar sobre ellos juntos o por separados, sobre todo por Sabrina es una mujer muy atractiva y parece no nortalo ya que anda con Carlos.
Hay ciertas alarmas que hacen que el señor mayorcito no me agrade, eso junto al conocimiento de saber que, a veces, se deja ir sin antes darle su orgasmo a Sabrina. Si un hombre no puede darte un orgasmo entonces déjalo, no va a servirte y dudo que ames a alguien cuyo placer se encuentra en venirce sin darte al menos una cosquillita de cortesía. Así de simple.
—Mira preciosa, por como lo veo, te gusta el pequeño vejestorio.
— ¡Elisabeth! Tiene cuarenta y tres.
—Bueno, lo próximo será que lo acompañes a hacerse examen en la próstata— sacudo mi mano—. Ponlo a prueba, demuéstrale que no solo deben verse en lugares en donde pueda venirce más rápido de lo que puedes decir "hazme tuya"; entiendo si tienes sentimientos por él, pero eres valiosa Sabrina y no necesitas que un tipo en medio de un divorcio te esconda como su sucio secreto, después de todo, tú llegaste cuando las cosas con su esposa estaban acabadas.
O al menos eso dice él, no me fío del viejito cuarentón. Estos logran tener ciertas artimañas. No considero que los cuarentones sean viejos, pero como le tengo mis reservas a Carlos entonces me gusta llamarlo antiguo.
—Yo no soy una mujer débil, mira ya cómo me estoy viendo.
Me río mientras escribo la dirección del correo electrónico que uno de los investigadores del programa encontró para mí. Flexiono mis dedos de nuevo y procedo.
Asunto: Invitado especial a Notitardes 24
"Reciba mi más cordial saludo, señor Coleman. Supongo que mi correo le ha de tomar por sorpresa, por si no tiene conocimiento de ello mi nombre es Elisabeth Cortés presentadora y conductora del programa Notitardes24.
En esta ocasión le hago llegar este correo con la plena intención de extender hacia usted una invitación para que me permita entrevistarlo en mi sección Señorita. Siento un gran entusiasmo con sus libros y me gustaría que respondiera muchas de las dudas de las cuales estoy segura muchos lectores esperan respuestas.
¡Usted dígame hora y fecha! Y con gusto lo agendo.
Supongo que se hace una idea de la sección que presento y que la ha visto en ocasiones, de no ser así, adjunto, le dejo los links de unas pocas entrevista para que esté al tanto de las interacciones que suelo hacer con mis invitados.
Espero su pronta respuesta.
Que tenga buen día.
Elisabeth Cortés"
Presiono enviar y río de lo formal que sueno, si he de escribirlo coloquial habría mucho más entusiasmo ya que este hombre escribe fenomenal y se ve aún más fenomenal. Podría tener pensamientos no muy sanos sobre su persona, pero no me considero lo suficientemente valiente para llevarlos acabo.
—Quiero entrevistar a Paul Coleman — digo con repentina emoción.
— ¿El que fue tendencia en twitter? Él es una cosa muy ardiente.
—Y un muy buen escritor, me leí dos de sus libros publicados, uno es de ciencia ficción y otro es bastante serio y que me dejo la mente confundida, pero me encantaron.
Casi siempre estamos escasos de tiempo y no soy devoradora de libros, pero los de él sí que me atraparon.
—Uhm...—toma una de mis pinturas labiales y se pinta.
— ¿Qué?
—Escucho cierta pasión en tu voz hacia ese hombre fogoso.
—Quiero entrevistar a muchas personas, él es una de esas personas.
—Por supuesto, por tu cabeza no pasa la idea de hacerlo tuyo. Por supuesto que no, porque mi querida Elisabeth no es así.
— ¡Cállate! — río, ella me guiña un ojo en respuesta.
Cap. 1: Esto es personal
Sonrío divertida viendo las miraditas que Joseph envía, a la que ha resultado ser una muy buena asistente, cuando piensa que nadie se da cuenta.
Excepto que yo lo noto y parece que Valentina también, pero ya vez, en esos asuntos exmaritales yo prefiero no involucrarme.
Me doy la vuelta para irme al puesto que Ana, una de las trabajadoras sin la cual no podríamos vivir, retira el micrófono de mi falda. De inmediato tengo a Dexter frente a mí con una gran sonrisa.
— ¿Quieres que te diga lo que hice ayer?
— ¿Ligarte a alguna actriz o modelo que gritó tu nombre toda la noche?
—Esa mente tuya es muy sexy, pero no ¡Conseguí tatuarme tu nombre! — dice con sorna.
— Vaya, que agradable sujetó.
Ambos nos reímos antes de que se deshaga de los botones de su camisa y me muestre su costado con una nueva oración descansando en ella. Lo miro impresionada, el hombre que dice no saber escribir nada profundo seguro siempre consigue buenas frases para su piel.
—Esta increíble.
Harry se acerca y detalla el nuevo tatuaje de Dexter por lo que dejo a los dos amantes de la tinta sobre su piel tener orgasmos visuales sobre ello.
Llego a mi camerino y tomo mi Tablet. Me estremezco dándome cuenta que casi debo de lucir como Ágatha, alias señorita adicta a la tecnología, que vive pegada al celular todo el tiempo.
Escribo algo rápido en mis redes sociales, publico una foto y luego sonrío cuando noto un nuevo mensaje en mi bandeja de entrada del correo electrónico.
Asunto: Agradable, pero...
"Es un tanto ¿Halagador? No, no creo que esa sea la palabra que estoy buscando.