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Los inviernos en Ulares eran gélidos, pero dentro de la Mansión Cloudscape, el aire estaba cargado de calidez y pasión.
"Ethan... no seas tan duro...", la voz de Nyla Green vaciló mientras se aferraba a las esquinas de la almohada.
El tenue resplandor de la lámpara de noche teñía de un tono suave sus mejillas sonrojadas, concediéndole una intimidad lúdica al momento íntimo.
"¿Ya has olvidado cómo debes dirigirte a mí?", replicó Ethan Brooks en un murmullo burlón mientras se inclinaba, con sus dientes rozando la oreja de la chica. Su cálido aliento le provocó escalofríos por todo el cuerpo.
"Tío Ethan… Por favor…", jadeó ella con una voz entrecortada mientras se acurrucaba en su abrazo.
Los labios del hombre se curvaron en una sonrisa que reflejaba lo satisfecho que estaba tras escucharla pronunciar esas palabras; su obediencia siempre lo excitaba, y sus súplicas ahogadas solo intensificaban sus instintos pasionales.
Era una dinámica que él realmente disfrutaba; le encantaba cuando la chica lo llamaba así, tanto dentro como fuera del dormitorio. Servía como recordatorio y también como una forma de volver más interesante sus momentos íntimos. Aunque hacía que Nyla se sintiera avergonzada y molesta, siempre se encontraba sin otra opción más que dirigirse al hombre de esa manera.
Las dos semanas que estuvieron separados solo aumentaron la necesidad que Ethan tenía de ella; su viaje de negocios se sintió demasiado largo y extrañaba su cuerpo.
A pesar de que ya habían tenido sexo muchas veces antes, el cuerpo de esta chica le seguía pareciendo irresistible y muy atractivo; era de esperarse que no se conformara con una sola ronda.
Percibiendo su deseo, Nyla se movió contra él, balanceando ágilmente su cuerpo con el objetivo de satisfacer sus necesidades.
"Parece que esta noche estás muy ansiosa, ¿no crees?", murmuró Ethan con un tono teñido de diversión.
"¿No te gusta cuando me pongo así?", susurró Nyla con una voz tímida pero teñida de audacia. "Tío Ethan… ha pasado tiempo desde la última vez que probamos algo nuevo".
Él levantó una ceja y apretó su agarre en la cintura de la chica mientras cambiaba de posición con facilidad. El deseo carnal en sus ojos era innegable.
"De acuerdo, probaremos algo distinto, pero más vale que no me decepciones", dijo Ethan con una voz cargada de autoridad.
Nyla tragó saliva con fuerza y giró la cara mientras se preparaba, decidida a complacerlo; tenía un favor que pedir esa noche, y sabía que este hombre no era del tipo que concedía peticiones fácilmente.
Cuando finalmente terminaron su apasionado intercambio, ya eran las primeras horas de la mañana. Nyla yacía entre las sábanas, con leves marcas en la piel que eran un vestigio de su intimidad compartida, mientras sentía cómo el aire fresco la recorría las piernas al estar estas expuestas.