Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Novia del Señor Millonario
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
No me dejes, mi pareja
La heredera fantasma: renacer en la sombra
*16 de diciembre de 1540 D.D.*
-Haley, cariño, ya están todos en la mesa, debes bajar rápido- Me apremia Amelia. -Ya se te ha olvidado lo que te digo siempre…
-No, no- La interrumpo. -Que es de mala educación llegar tarde.
-Eso es. Ahora corre, que te estarán esperando y ya sabes que a tu padre no le gusta nada dar mala impresión ante invitados tan importantes.
Termino de calzarme las manoletinas que ha escogido mamá para la ocasión y luego me encamino hacia allá, avanzando a paso ligero para que no me regañen demasiado. Amelia tiene razón, a papá no le gusta nada que no estemos todos listos cuando hay que recibir a alguien.
Me detengo en seco en la entrada y aliso un poco mi vestido con las manos para eliminar todas las arrugas que se han formado después de estar tumbada en la cama durante horas. Mamá me advirtió que no me lo pusiese hasta que no llegase la hora de la cena, pero no le hice caso, pues me gustaban mucho los volantes y lo quería probar ya.
Todas las personas que se encuentran ahora mismo en el comedor principal se dan la vuelta y clavan sus miradas en mí ante mi repentina llegada. Me acerco hacia la mesa en la que están sentados arrastrando los pies, y agacho la cabeza para disculparme por la tardanza.
-¿Dónde estabas?- Pregunta mamá.
-No vi la hora- Musito con sinceridad.
-Venga, siéntate- Me indica el sitio que se encuentra al lado del de Ry.
Papá me dedica una mirada desaprobatoria, pero no dice nada. Sé que no va a reprenderme aquí frente a todos, porque a él no le gusta “montar números”, como él lo llama, enfrente de desconocidos. Pero también sé que lo hará luego, cuando estemos a solas.
-¿No saludas a nuestros invitados?- Continúa mamá, recordándome mi error.
-Buenas noches, Majestades- Dirijo mi saludo al hombre y a la mujer que se encuentran sentados frente a mis padres, inclinando levemente la cabeza, como me han enseñado.
Ellos poseen un rango superior al mío, así que debo mostrarles respeto. No es el caso con sus hijos, el príncipe y las dos princesas. Yo también soy una princesa, así que estamos en igualdad de condiciones.
-Buenas noches, Altezas- Termino con rapidez.
Los dos mayores, los mellizos Dominic y Sophia, apenas me miran de reojo. Sin embargo, su hermana menor, la princesa Elianna, me presta más atención y me sonríe levemente.
-Buenas noches- Me corresponde sólo la reina Cordelia.
Los sirvientes llegan justo en ese momento con los entrantes, librándome de tener que vivir durante más tiempo este momento tan incómodo.
Me aíslo en mis pensamientos mientras escucho de fondo la conversación que mantienen, algo que suelo hacer cuando estoy rodeada de desconocidos o de personas con las que no tengo confianza. Realmente no tengo nada que hablar con ellos, así que no voy a molestarme en intentarlo.
Centro mi atención en los príncipes de Savyrgo y me doy cuenta de que soy la menor de todos. Dominic y Sophia acaban de cumplir doce años, mientras que Elianna tiene nueve. Supongo que es por eso que los mellizos ni siquiera me han mirado, porque los niños tan mayores no suelen dedicarle mucha atención a las niñas de ocho años como yo.
Decido ponerme a crear historias en mi cabeza que pueda aplicar con las muñecas, pero la intervención de la reina Cordelia me interrumpe.
-Haley, tu madre nos contó antes que ya tocas el piano muy bien.
Alzo la mirada hacia mamá, que sonríe con orgullo. Es cierto lo que dice la reina, en los últimos dos años he mejorado mucho. Tocar el piano no me disgusta, pero… No me apasiona tampoco. Realmente lo sigo haciendo porque sé que es lo que ella quiere que haga, y me gusta verla feliz.
Sin embargo, lo que yo más adoro del mundo es bailar. Desde que tengo recuerdos ha sido así, cada vez que escuchaba cualquier tipo de música mis pies y mi cuerpo se movían sólos, al son de esta. Incluso cuando me encuentro en mi cuarto, completamente en silencio, creo coreografías para música imaginaria.
Una de esas veces entró Ry sin llamar, pillándome en medio de uno de mis momentos. Primero abrió mucho los ojos y luego se fue corriendo a contárselo a papá y a mamá mientras se reía. Estuvieron con el tema un mes, porque además piensan que no se me da muy bien, así que creen que debería practicar otro tipo de actividades. Como por ejemplo, el piano.
-Así es, Majestad- Confirmo.
-Creo que es momento de que abandonemos las formalidades. Si el proyecto prospera nos volveremos a ver muchas veces en los próximos años.
No me han querido explicar de qué se trata el proyecto, porque dicen que soy demasiado pequeña para saberlo. Se lo he intentado sonsacar a Matt, que es el único de los tres que lo sabe, pero se ha mantenido hermético. Él es muy responsable en estos temas, jamás revelaría algo secreto que le contasen papá y mamá. Se toma muy en serio su posición de heredero y jamás se plantearía traicionar su confianza.
-Estoy de acuerdo- Apoya papá. -Aprovecho que has sacado el tema para proponer un brindis por el éxito, espero, de nuestro gran plan.
-Por el éxito de nuestro plan- Repiten el resto, alzando sus copas y chocándolas entre sí.
Las de los mayores contienen champán, mientras que las de los niños tienen zumo de manzana.
-Lo tendrá, estoy seguro- Interviene el rey Brogan. -Los dioses están de nuestra parte.
-No podría ser de otra manera- Comenta mamá. -Jamás podrían estar de parte de alguien como él.
¿Él?¿A quién se refiere? Tengo curiosidad por conocer su identidad, así que decido llamar la atención de Ry.
-Ry- Susurro, tirándole de la manga. -Ryyy.
-¿Qué?- Responde en el mismo tono.
-¿De quién hablan?
-Del Rey Thomas- Revela después de unos segundos de silencio. -Creo.
¿Qué tiene que ver el rey enemigo en todo esto? No entiendo nada.
-Oh- No logro decir nada más, y Ry ya ha devuelto su atención a la conversación principal.
Suspiro, asumiendo que es algo que no voy a averiguar, porque nunca me cuentan cosas importantes. Me vuelvo a sumir en mis pensamientos, hasta que las carcajadas generalizadas llaman mi atención.
-Sí, lo suyo ya es increíble- Comenta Cordelia. -Ya ni siquiera le apetece criar a su hijo.
-¿Qué ha hecho?- Pregunta Dominic.
-Envió a Alexander a principios de año a educarse con el Ejército- Explica su madre. -Lo cual me parece una barbaridad. ¿Qué tiene, doce años? No es lo suficientemente mayor para eso, es un crío.
-¿Quién es Alexander?- Pregunto sin poder evitarlo, y todos me miran como si hubiese dicho una tontería.
-¿No sabes quién es?- Cuestiona Sophia, con un deje de burla.
-Ahora mismo no me acuerdo- Respondo a la defensiva. Realmente no recuerdo que me hayan mencionado ese nombre alguna vez.
-Alexander Larssen es el príncipe heredero de Kalaryan- Aclara.
-Por el momento, sí- Interviene el rey Brogan. -Pero, si lo conseguimos… Tendremos que hacer algo con el chico.
-Su sangre es ponzoñosa, como la de cualquier otro Larssen- Bufa papá. -Tendremos que asegurarnos de que no suponga un problema para el futuro.
-Niños, iros a dar un paseo, ¿Queréis?- Propone mamá. -Enseñadles el Palacio a los Valencourt.
Los tres nos levantamos sin rechistar. A mí no me apetece enseñarles el Palacio a los Valencourt, pero siempre debo obedecer a mis papás.
Los otros caminan más rápido, así que me veo obligada a correr detrás de ellos para alcanzarlos. Matt y Ry comienzan a hacer lo que les dijo mamá, guiando a los tres hermanos por todas las habitaciones y pasillos del recinto. Yo también aporto algunas cosas, pero nadie me hace caso. Odio ser la pequeña.
Cuando acabamos con todo salimos a los jardines. Llegados a ese punto ya estoy sumida en mis pensamientos de nuevo, porque total, es lo mejor que puedo hacer. Ya han dejado claro que no les interesan mis intervenciones, así que…
-Haley- Matt llama mi atención. -¡Haley!
-Quééééé- Respondo con hartazgo.
-Uy, pero no le contestes así a tu hermano mayor, qué niña más maleducada- Me reprende Sophia.
-Yo le contesto como quiero- La encaro.
-¿Ves? Por eso tienes que irte y dejarnos a solas, eres demasiado cría.
-Yo no me voy a ninguna parte- Me cruzo de brazos.
-Haz lo que te dice, Haley- Pide Matt. -Vamos a hablar de cosas de mayores, cosas que tú no puedes escuchar.
-Sí puedo.
-Déjala que se quede si quiere- Sugiere Ry.
-Claro que no, que luego va con el cuento por ahí- Replica Sophia. -Anda, Ellie, haz el favor de llevártela, porque si no…
-¡Cállate, tonta!- Exploto.
-Ya está bien, vete a tu habitación- Ordena Matt. -Y esto ya se lo contaré luego a papá y mamá.
-Tú no me mandas- Respondo, a sabiendas de que sí puede hacerlo.
Es el heredero, y como tal, Ry y yo estamos por debajo de él. Puede ordenarnos y debemos cumplirlo, pero en este momento no me apetece hacerlo.
-Sí te manda- Es Dominic el que interviene ahora. -Es el futuro rey, y tú sólo eres una princesa.
-Yo también puedo ser reina.
Sé que es algo muy improbable y no lo digo en serio, pero… Sólo quiero defenderme de sus comentarios.
-Lo dudo mucho- Suelta Sophia. -¿Con qué rey te vas a casar, a ver? Además, para ser reina tienes que tener clase y ser educada.
-Tú tampoco te vas a casar con ningún rey- La molesto.
-A diferencia de ti, yo sí que tengo posibilidades. Me estoy preparando especialmente para ello. Ya me imagino con una corona sobre la cabeza, lo extremadamente elegante y poderosa que me veré.
Veo de reojo cómo su hermana menor rueda los ojos, pero no dice nada. Supongo que ha tenido que escuchar eso un montón de veces.