El camino a reparar tu corázon
Yo soy tuya y tú eres mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Enamorarme de ella después del divorcio
Mi amada bajo la máscara
Divorcio denegado: el CEO frío no me deja ir
Lágrimas de la Luna: Bailando con los príncipes licántropos
Vuelve conmigo, amor mío
El Contraataque del Multimillonario Disfrazado
María Eduarda
Honestamente, no sé cómo me las arreglé para llegar a casa. Entro en silencio para no despertar a mi hermana, y termino gimiendo cuando accidentalmente choco contra el pasamanos y aprieto los dientes para no gritar, solo dejando escapar un pequeño gemido de dolor.
Subo las escaleras, o mejor dicho, voy gateando, y al fin logro llegar a mi habitación. Cierro la puerta y no enciendo la luz, tenía miedo de ver lo herida que estaba.
Estoy caminando muy despacio, cada paso que daba era una tortura, y siempre estaba apoyado contra la pared hasta llegar a mi mesita, donde tenía un cuaderno y también algunos libros.
No siempre necesitaba encender la luz de la habitación, ya que tenía una lámpara. Tan pronto como puedo alcanzarlo, lo enciendo y veo mis dedos magullados. Siento que las lágrimas ya fluyen. Abro el diario que recibí de mi hermana y empiezo a escribir. Hasta escribir duele. Empiezo a llorar suavemente.
“Querido diario, ¡Hoy fue mi cumpleaños número 18!”