Novia del Señor Millonario
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
El arrepentimiento de mi exesposo
Extraño, cásate con mi mamá
Los Mellizos del CEO
El dulce premio del caudillo
El réquiem de un corazón roto
Yo soy tuya y tú eres mío
El gran regreso de la heredera despechada
¡Me levanto siempre observando el volcán! Sivarnia podría ocultar cualquier mentira o infamia, pero no podría nunca esconderse del volcán. Ha sido testigo de todo y se reinventa, hablando con voces internas de fuego.
He tenido sueños recurrentes en los que veo que la lava viene a buscarnos y entra por las ventanas. Nos deja sin pausa, nos lleva con ella. Como una dama de velo negro, nos cubre con su manto y nos conduce a un final épico que no hubiéramos imaginado.
¿A quién se le ocurriría fundar una ciudad tan cercana a un volcán activo?
La primera ciudad, «Ciudad vieja», fue fundada en otro sitio. Era en el señorío precolombino que, precisamente, se había establecido dentro de un cráter cercano al imponente volcán de Sivarnia. Los primeros conquistadores tenían miedo del poder místico de los volcanes. Provenientes de Extremadura, les infundían respeto los cráteres de los cuales emanaba ceniza y, además, pensaban que eran entradas al inframundo. Por eso preferían estar lejos, aunque no escapaban de las miradas de algún volcán. Después, y como parte del cruel sometimiento de los señores antiguos vencidos, se mudaron cercanos al volcán, y, desde entonces, pretenden disimular y olvidar la certera verdad de que el cráter habla y devasta lo que a su juicio de magma es imprescindible de mutar.
Sivarnia, desde ese entonces, había transmigrado a un espacio urbano sofocado, en el cual no existían sitios con distancias suficientes. De una ciudad de pocas avenidas y de espíritu bucólico, había tenido una anárquica metamorfosis hacia una vecindad de pavimento con innumerables suburbios y enjambres de comunidades morando en las quebradas en riesgo de que una lluvia impetuosa las inundase.