Resultaba hipnotizante ver a una joven inocente, hermosa y deslumbrante corretear con los pies descalzos.
Era una rara belleza juvenil con su pureza excitante, mientras ella corría, su cabellera ondulante se mecía cual cortinas jugando con el viento.
Si de algo estaban seguros los padres de Liona Davison, era que su hija mayor poseía una belleza natural que envolvía al mas recto de espíritu.
La joven se preguntaba sí era algo bueno para ella ser así tan llamativa, pues ya había tenido algunas experiencias desagradables con mas de un bribón o viejo rabo verde.
Hombres de todas las edades, parecían sentirse atraídos a la belleza impactante de una chica de 17 años cumplidos.
Cada vuelta por donde Liona Davison diera, ella llamaría la atención de todos. Incluyendo mujeres.
De cierto modo le incomodaba está situación, Liona era una chica centrada y muy aplicada en sus estudios.
Su meta era estudiar derecho, quería ayudar a las personas que no pudieran tener un abogado si lo necesitaba, en su vida ella vió a personas aclamar justicia y no tenerlo.
Sus padres, sus hermanos y ella vivían en una granja donde tenían ganados y sembraban legumbres, sin embargo para Liona Davison esa vida con su familia era completa, se sentía feliz con eso.
No esperaba irse nunca de allí, su mayor satisfacción era que tenía el amor y el apoyo de sus padres.
Su padre quien trabajara en bienes raíces como una segunda opción de ingreso, le había enseñado a su hija a valorar la vida y sus detalles mínimos, le decía.
"Hija, las pequeñas cosas dan lugar a las grandes cosas en la vida, jamás subestimes a nadie ni te subestimes a ti misma. Eres y serás siempre la mejor, eso está en ti, en tu interior"
A Liona Davison siempre le gustaba las palabras de su Padre, para ella eran baterías que la recargaban, así mismo ella admiraba y amaba a su Padre.
La vitalidad de un ser humano es su familia, sus cimientos vienen de ella, ¿la persona que olvida sus raíces, pierde su identidad. Le decía su papá.
Su relación con él era la de un par de amigos, aunque por ai dicen que los padres jamás deben tratar de ser un amigo para sus hijos, cada quien se conpenetra a cómo mejor aprende a hacerlo.
Los seres humanos somos todos distintos y nuestra manera de ver las cosas también varían.
Nadie sabe que le depara el destino, muchos dicen que somos como un libro en blanco, depende de nosotros que líneas escribir sobre dichas hojas.
Al salir de la escuela, La madre de Liona pidió a su hija ir a dejar el almuerzo de su padre, éste se encontraba en su día de trabajo mostrando un apartamento ubicada en una zona exclusiva.
Con lo que no contara el padre ni la propia Liona, era que ir hoy al encuentro de su padre le cambiaría su vida 360 grados.
Los ojos lascivos del hombre que estuviera con el padre de Liona Davison, cayeron en el rostro y cuerpo de la chica, de inmediato su intensión de llevarla y aprovechar su inocencia invadieron su cabeza.
Un hombre con escasos escrúpulos, alguien que vivía de hacerle daño a sus semejantes, la joven había tenido la desdicha de cruzar en su camino.
—Que jovencita más sabrosa. —dijo el pervertido hombre sin tener una pizca de respeto al estar cerca de otro hombre, en este caso el padre de la chica.
El padre de Liona carraspeó y dijo.
—Es mi hija, por favor respétala —El señor Davison pensó que al saber que él era el padre, el hombre la respetaría, pero no ocurrió así.
—Oh, jojojojo, mi suegro, tú serás mi suegro. —El señor Davison ya estaba perdiendo la paciencia y aclaró aún con respeto y serenidad.
—Ella es menor de edad. Incluso tú eres mayor que yo —No sabía el señor Davison que estaba delante de un psicópata altanero. Alguien que creía que era el dueño del mundo.
—Me importa un carajo si ella tiene tres o cinco o veinte, igual la quiero follar.
—Para que sepas, tengo edad mental de quince añitos, tú, se vé que eres un vejete que no sabe apreciar la vida que tiene y se pasa de aburrido.
El señor Davison miró al hombre, no habló mas, era de la mentalidad de que no se debe perder el tiempo hablando con un necio.
Pero no contaba con que este hombre estaba hablando tan seriamente como para querer llevarse a su hija de su lado de inmediato.
—Vamos suegrito, ¿no te gustaría que emparentáramos? Soy tu yerno, dijo el psicópata por nombre Emilio Casillas.
—Mi hija no se va a ningún lado. Ella es una niña —Gritó el padre de la Chica.
Justo en el momento, Liona Davison vió como aquel hombre sacaba un revólver automático, le apuntó en las rodillas del padre de Liona y sin un poco de empatía o respeto disparó dejando que el hombre cayera al suelo.
Liona Davison corrió a socorrer a su Padre, este sollozaba con dolor en el suelo, como si no fuera suficiente, le volvió a apuntar, esta vez en la sien del padre de Liona.
Liona Davison gritó fuerte y sus gritos eran de desesperación y amargura.
—No le hagas daño a mi papá, por favor mal hombre.