El sonido de los teléfonos sonaba intermitente, como un recordatorio punzante de lo que estaba por venir. La oficina de Valeria Lanza se encontraba en el piso más alto de un edificio que dominaba la ciudad. A través de las enormes ventanas de cristal, la vista era impresionante. Sin embargo, en ese preciso momento, la luz de la tarde no podía borrar la oscuridad que invadía su corazón. La mesa de trabajo estaba cubierta con papeles, contratos, y documentos que ya no importaban. Todo lo que había construido, todo lo que había logrado en los últimos años, estaba a punto de desmoronarse ante sus ojos.
El teléfono dejó de sonar, pero la presión en el aire aumentaba. Valeria levantó la vista de sus papeles, mirando a David, su asistente y aliado más cercano, quien estaba frente a ella con una mirada tensa. Su rostro, que alguna vez había sido un símbolo de confianza, ahora estaba marcado por la ansiedad.
— David, ¿qué está pasando? —preguntó Valeria, su voz firme, aunque sus ojos delataban la incertidumbre que no quería admitir.
David dejó escapar un suspiro largo y se acercó a la mesa. Él había sido el primero en notar las señales de alarma, pero había esperado demasiado tiempo para hablar. Ahora, estaba en la posición incómoda de enfrentar a la mujer que siempre había considerado su igual, su compañera de batalla.
— Valeria, lo lamento, pero tenemos un problema mucho mayor de lo que imaginamos. —David sacó un documento de su maletín, dejándolo sobre la mesa. Valeria lo miró, pero no lo tocó inmediatamente. Sabía lo que significaba, aunque aún no podía aceptar la magnitud de la situación.
— ¿Qué es esto? —preguntó, tomando aire.
David se sentó en la silla frente a ella, pero no pareció encontrar consuelo en la distancia. Sabía que este momento cambiaría todo, y por primera vez en su vida, no estaba seguro de lo que vendría después.
— Es un informe de auditoría. —David apretó las manos sobre sus piernas, nervioso—. Hay irregularidades. La empresa ha estado sobrevaluando activos y ocultando deudas. Si esto sale a la luz, todo caerá como un castillo de naipes. No solo nuestra reputación, sino también nuestra inversión... todo. Es un fraude, Valeria.
Valeria lo miró fijamente. La expresión de su rostro se mantuvo impasible, pero su mente comenzó a correr a una velocidad vertiginosa. A lo largo de los años, había trabajado incansablemente para construir Lanza Corporations, una de las empresas más influyentes en el país. Cada movimiento había sido calculado, cada relación cuidadosamente cultivada. Y ahora, todo estaba a punto de ser destruido por una traición que no veía venir.
— ¿Tú...? ¿Estás implicado? —preguntó, aunque no era una acusación. Más bien, era una búsqueda desesperada de una respuesta que pudiera darle algo de control sobre la situación.
David negó con la cabeza rápidamente, pero la sombra de la duda nunca abandonó sus ojos.
— No, Valeria. Yo... Yo no sabía nada de esto. Todo esto lo hizo Marcelo. —David se mordió el labio inferior, sintiendo el peso de las palabras—. Marcelo ha estado manipulando los números durante meses. Sabía que tenía problemas financieros, pero nunca pensé que llegaría tan lejos. Ahora, la Fiscalía está investigando y las consecuencias... si lo que hay aquí se confirma, será el fin.
El nombre de Marcelo López, su socio mayoritario, resonó en su mente. Marcelo, quien siempre había sido un hombre carismático, extrovertido, y el rostro público de la empresa, había sido un pilar sobre el que Valeria había confiado completamente. Esa confianza, aparentemente bien cimentada, ahora era un espejismo. Él había traicionado a todos, incluida ella.