Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Extraño, cásate con mi mamá
El réquiem de un corazón roto
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
El dulce premio del caudillo
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
Después de una pesada noche, el dolor en mi cabeza al despertar es insoportable.
Me gusta divertirme después de un día pesado, pero odio la resaca al día siguiente.
Batallo para abrir mis ojos sin que la luz del sol que entra por la ventana me deje ciego.
Me levanto y voy directo al baño a tomar una buena ducha caliente, me cepillo y salgo, al ver la hora me apresuro a vestirme con lo primero que consigo en el armario.
Unos jeans negros y una camisa negra, me coloco el cinturón, los zapatos negros, mi reloj de correa negra y me miro al espejo.
- Dios, mis ojeras se notan más de lo normal.
Arreglo mi cabello y salgo con mi saco en la mano.
Pienso en subir a mi moto pero mejor me decido por el auto es más cómodo ir a la empresa en el.
Ya en la empresa me ven todos bajar de mi auto un Audi negro R8 V10 Plus. Amo este auto, todos me siguen con la mirada, a veces no se si es porque llamo la atención o porque hay algún rumor sobre mi de la noche anterior.
Y es que, a veces me emborracho y no se que hago hasta el día siguiente que me entero de todo. No pasa tan frecuente pero siempre me miran como si fuera una especie de otro planeta. Salgo todas las noches de fiesta no lo niego, pero no siempre me emborracho.
Pasó por la recepción a escanear mi carnet y la señorita detrás del mostrador, Judith, me mira con una sonrisa y mirada perdida.
- Buenos Días, Sr. Black. Ya su carnet ha sido chequeado, puede subir, el presidente lo está esperando.- Dice con su rostro sonriente y rojo como un tomate.
Me cansé de decirle en el pasado que no me llamara señor, pues si le llevo un año o dos es mucho, pero dice que por ser el hijo del presidente debe dirigirse a mi con respeto.
Ruedo mis ojos y subo por el ascensor hasta el 12vo piso que es donde queda la oficina de la presidencia.
Toco la puerta y del otro lado de oye un, "pase". Entro y allí está el, con su gran ceño fruncido mirandome fijamente desde su escritorio, me siento incómodo, pues sus ojos verdes eléctricos lo hacen ver aterrador, pareciera que brillaran, y cuando te veía fijo parecía un animal a punto de cazar a su presa.
Trago saliva, pues no se para que me esperaba, mucho menos el porque me veía así.
- Dime Padre - digo esperando un regaño quien sabe por qué.
- Te recuerdo Ethan, en la empresa soy "el presidente" no "padre". - dice con ese tono amenazador de siempre.
- Disculpe presidente, ¿para qué me esperaba? - digo ya serio porque no sabía que era lo que se venía.