Cada vez que escucho hablar a los demás sobre su primer amor, viene a mi mente una sola persona y es exactamente la misma que ha permanecido en mi corazón durante más de dos décadas. Selim, ese era su nombre.
—Señorita Rizik, hemos llegado a la ciudad — la azafata me habló mientras se inclinaba — por favor abróchese el cinturón.
Así lo hice y mientras el avión descendía desde los cielos, veía la ciudad más claramente. El aterrizaje fue perfecto y me puse mis lentes de sol, bajé a pasos largos y ya en tierra me esperaba mi asistente personal.
— Señorita Rizik, el jeque Farís la invita a cenar el día de hoy. Quiere celebrar su llegada a la ciudad. También el director general desea invitarla a desayunar al hotel…
— Ten calma, Zhara. Apenas estoy llegando a la ciudad, hay otras cosas que me gustaría hacer, aparte de ir a comer con personas que solo buscan como concretar un matrimonio conmigo. Por un demonio, quiero ver a mi familia y amigos.
— Disculpe, señorita Rizik — ella se inclinó con vergüenza — es solo que casi siempre todo es trabajo con usted.
— Sí, pero he venido aquí para distraerme un poco. Ahora vamos, hay que ir a buscar mi carro.
Salí por la puerta y lo primero que mis ojos vieron fue a mi hermano. Aramis me esperaba con los brazos abiertos y una gran sonrisa en sus labios.
— Hermano — lo abracé y él me dio un beso en la frente —. ¡Qué bueno volver a verte después de todo este tiempo!
— Lo mismo digo, Kenna — él me sujetó de las mejillas — estás hermosa, vaya que el tiempo te ayudó demasiado. ¿Qué hiciste con tus cachetes? ¿En dónde está tu papada?
— Eres un tonto — lo empujé levemente — vamos, quiero salir de aquí antes de que…
La multitud nos rodeó, suspiré pesadamente y me resigné a esto. Digamos que tengo cierta fama en esta ciudad debido a la familia de la que provengo.
Después de tomarme unas cuantas fotos y saludar a los demás, me fui tomada de la mano con mi hermano.
—Me gustaría ir donde Selim, desde hace tiempo que no lo veo y quiero ver cómo está.
—Creo que lo mejor es invitarlo a tu casa. Le diré para qué llegué y también voy a abrir una botella de vino para celebrar que ya estás aquí.
—Me fui solo por diez años, ni que fuera la gran cantidad — Aramis me miró con ironía y yo aparté el rostro —. El tiempo pasa volando y lo sabes, ahora vamos a mi casa. Qué no sé bien a lo que te refieres con eso, pero en fin.
Aramis abrió la puerta del coche y subí, conversamos de muchas cosas que nos habían pasado durante el tiempo que estuvimos separados y al llegar a la propiedad de la que tanto me hablaba, me sorprendí al ver mi casa de la infancia totalmente reconstruida.
—Bienvenida a tu casa. Siempre dije que cuando me recibiera como arquitecto, lo primero que haría iba a ser reconstruir nuestro hogar. Aunque no lo hice de una vez, pues con el pasar del tiempo la fui remodelando para cuando regresaras, porque tenía la certeza de que ibas a volver algún día. Espero que tus sentimientos no sean los mismos de cuando te fuiste, ya que solo vas a sufrir, hermanita. No te quiero volver a perder.
—Y no me vas a volver a perder, ahora muéstrame la casa para ver qué tan grande es el famoso arquitecto Delacroix.
Aramis era mi medio hermano, nuestra madre tuvo una relación antes de conocer a mi padre y cuando esto no funcionó fue que se separaron en buenos términos. Con el tiempo salió embarazada de mí y se mudó a Dubai, pero después regresamos a esta ciudad. Ahí los cuatro fuimos felices; no obstante, una nube oscura se cernió sobre nosotros cuando mis padres, en sus vacaciones de décimo aniversario de bodas, fallecieron.
Mi hermano, que acababa de cumplir la mayoría de edad, y ante nuestra súplica, mi abuelo paterno, permitió que él se hiciera cargo de mí. Nunca me desamparó y siempre hubo un cheque mes a mes que nos permitía vivir cómodamente.
—Bueno —Aramis abrió la puerta —bienvenida a tu casa, hermanita.
La casa que había sido quemada tiempo atrás supuestamente por un accidente con los cables. Ahora se levantaba ante mí con tal majestuosidad que me sorprendía verla.
—Bueno, te dejaré un momento —él miró su reloj —aún tengo unas cosas que hacer y no puedo llegar tarde, vendré con una botella de vino y le diré a Selim que venga conmigo.
—Está bien, mientras tanto pienso ir explorando la casa. Puedo ver una piscina desde lejos y me apetece nadar un poco antes de ir a descansar.
Aramis se fue después de darme un beso en la frente, puse mis cosas en mi antigua recámara y después de nadar por un buen rato decidí ir donde Selim.
—Zhara, quiero ir donde Selim — ella puso una toalla en mis hombros — también necesito ver mi propiedad, así que vamos.