En un minuto todo puede cambiar, de la felicidad y alegría que compartía una familia,
se vuelve en tristeza, dolor y una tragedia. Un hombre iba al volante cantando junto a su familia.
Casi llegaban a su destino cuando en una pendiente sale un animal de la nada, el
hombre quiso frenar, pero estos no respondieron, intentando salvar a su familia, dio un volantazo, tan pronto que salió de la carretera, comenzó a dar varías, los tripulantes del auto salieron disparados en medio de gritos, tan pronto se detuvo él auto boca a arriba, el silencio reino en el lugar.
Una de las hijas del hombre no sabe por cuanto tiempo quedo inconsciente, poco a poco
comienza abrir los ojos mirando todo alrededor, sintió un dolor punzante en la cabeza, y pronto las imágenes del accidente llegaron como una avalancha.
Mira a todos lados buscando a su mamá, papá y su hermana, la que encuentra primero con
la vista es a su hermana que está a un lado de ella, aun inconsciente.
—Ivette hermanita— dice entre sollozos, pronto ella comienza abrir los ojos— Ivette ¿estás bien? — afirma con la cabeza, pero cuando intenta moverse suelta un grito de mucho dolor —¿Qué tienes?
—Me duele mucho la pierna Paola— dice, ella mira a donde está su pierna, hay mucha
sangre, hasta puede ver parte del hueso de su fémur. Paola se suelta del cinturón de seguridad, con mucho trabajo sale del auto por la ventanilla, cuidando que ningún de los vidrios se claven en su pierna o mano.
Cuando está fuera del auto, con la vista mira el lugar, notando a su mamá que quedo en medio de la maleza, enfoca su vista buscando a su papá que está más lejos de su mamá, el grito de dolor de Ivette la hace correr a donde esta. Con mucho trabajo abre la puerta del lado de su hermana, cuando intenta sacarla se encuentra que no puede, además de la fractura que tiene, su pierna esta prensada entre los retorcidos fierros del asiento delantero.
—Lo siento, no puedo hacer nada— busca entre sus ropas su celular, para llamar a emergencias y que una ambulancia llegara pronto para ayudarlos. Al sacarlo de su bolsa del pantalón se da cuenta que esta dañado por los golpes— ahora vengo, voy a ver cómo está nuestra mamá y papá.
Su hermana asiente, con mucho esfuerzo Paola camina hasta donde está su mamá que tiene los ojos cerrados.
—Mamá ¿estas bien? —le pregunta, esperando tener alguna respuesta de su parte, pero
no sucede, acaricia su mejilla como ella lo hacía siempre que iba a despertarlas, sin embargo, no había ninguna reacción —mamá, abre tus bellos
ojos, mamá, no por favor, no nos dejes —lleva su oído a su pecho queriendo escuchar su corazón, pero hay sonido alguno — no mamá, por favor abre tus ojos, no puedes dejarme.
La abraza, levanta la vista al cielo pidiendo que fuera un error, que su madre estuviera viva, sin embargo, ella seguía sin reaccionar y cada vez su cuerpo iba perdiendo su calor.
Mira a un lado notando el cuerpo de su papá que también había salido disparado del auto;
deja a su mamá y con dificultad se levanta del suelo, y camina a donde está, al ir llegando nota que su papá tiene los ojos abiertos, y eso le da la esperanza que siga con vida.
Cuando se acerca y se agacha mira que los ojos de su padre han perdido la luz que los caracterizaba, su corazón se hela temiendo lo que no quiere pensar, ni consentir, se agacha, hacer lo mismo que hizo con su mamá, comienza a llorar al darse cuenta que se encuentra con lo mismo, nada, no hay latidos.
—¡Papá! ¡papito! ¡papá! — grita una y otra vez, queriendo que también despertará y le dijera como siempre “Princesita todo va estar, vamos a estar juntos, mis dos princesas”
Siente como se le clava en su pecho un dolor que no la deja respirar, las lágrimas comienzan a caer por su rostro bañando el pecho inmóvil de su padre.
A lo lejos se comienza a escuchar las sirenas de la ambulancia, parecía que un alma bondadosa se había apiadado de ellos y había pedido ayuda, los ve como llegan, sacan una camilla, uno se dirige a su mamá y otro junto a ella donde está su
papá.
Los revisan sus signos vitales pero los paramédicos se miran entre si negando con la
cabeza, Paola con mucho dolor suelta un grito llamándolos a los dos, esperando
que todo fuera una terrible pesadilla.
—¡Mamá! ¡Papá! ¡por favor no nos dejen! — grita con mucho dolor, segundos después le da
un beso a cada uno en la mejilla, sin poder despedirse muy bien de ellos, por
el dolor que siente al saber que ya nunca los volverá a ver, ni mucho menos los
volverá a abrazar.