Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Novia del Señor Millonario
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Una esposa para mi hermano
No me dejes, mi pareja
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Libro 1
Saga: frutas indecorosas.
Giovanna
——
Poder soportar tanto dolor era algo poco posible para mí, nadie comprende mis moretones y porque estos nunca parecían curarse. Es difícil comprenderme, todos los demuestran mientras se burlan de mí, algunos me empujan mientras camino por los pasillos de la escuela, todos disfrutan de un almuerzo, yo solo debo de evitarlo mientras otros conviven, yo para ellos no tengo permitido hacerlo.
Soy considerada una inútil, para todos mi especie es débil y poco efectiva.
Mantengo mi cabeza hacia abajo sin mirar mucho a otros. Escucho como siguen esparciendo rumores sobre cosas que no he hecho, eso me inquieta. Siempre escucho las mentiras que dicen de mí y son tantas que me he cansado de negarlas, entro a la dirección en donde había sido llamada.
Con poco entusiasmo entro observando a mi maestra tutora y otra alumna, estoy segura de que de nuevo se me acusara de algo y como siempre la directora me mirara con lástima. Estoy sola. No me puedo defender por mi cuenta y es por eso que siente lástima de mí, no tengo familia alguna que me ayude con lo que ocupo en mi vida.
Me siento donde siempre, mientras escucho como la chica comienza a decir que la intimido y no quiere que siga en la institución, parece que han puesto más detalle en abusos que yo misma sufro mientras todos observan.
Puedo decir que hasta ella que se hace pasar por un víctima ha visto lo que me hacen y no se mete, pero también me ha aventado cosas mientras todos lo hacen. Cuando sucede eso es de burla el lema de nuestra clase "la armonía nos define como salón", siendo que no la hay.
— Algo que tengas que decir al respecto —. Niego ante la mirada de la maestra.
— La única medida que puedo tomar es llamar a sus padres jovencita —habla la directora, pero no mirándome a mí—. Es malo mentir sobre un abuso. Quiere que sus padres se enteren de las palabras que a dicho, como castigo limpiara la institución —.
— ¿Cómo? No escucho lo que ella me hizo, ¡a caso quiere que termine con mi vida por el abuso que he sufrido! —.
Aprieto mis manos guardando silencio, es tan simple decirlo, pero cuando no tienes complicaciones tan grandes como las que crees logras arrepentirte en ese momento, mientras vez como todos siguen su vida con normalidad mientras tú te quedas ahí estancado.
— ¡Suficiente! No te da vergüenza hablar de eso al lado de la persona que en verdad sufre —. Dijo la maestra.
Baje mi mirada, eso me rompía por dentro.
— Puedes retirarte Giovanna, le mandé a hablar al hijo del Alpha —.
— ¿Qué dijo? —. Pregunto la chica alarmada por lo que escucho.
— ¿No sabías?, él responde siempre que a ella se le acusa de estas cosas. No debe de tardar en llegar, pobre, siempre le complican las cosas cuando se prepara en asumir sus deberes como heredero —.
La chica que me acuso palideció cambiando su semblante, la puerta se abrió casi al instante por Abdel, alguien que siempre me cuida, uno que no parece contento. Aunque no quería molestarlo, porque se encontraba ocupado con cosas de la escuela y de su familia. No todo sale como siempre yo quiero.
— Siéntate afuera —. Comento sin sonar enojado mirandome con suplica.
— ¿Qué? No. Giovanna, amiga mía, dile que fue un malentendido —. Rogó.
— ¿Me llevarás a casa después de esto? —. La ignoré y solo miré a Abdel asentir.
Salí de la dirección y me senté en el piso del pasillo, tape mis oídos mientras contaba conejitos en mi cabeza, solo quería ir a mi casa y hacer postres, era lo que más amaba en la vida. Eso me hacía sentir libre mientras con fuerza moldeaba la masa de algunos postres, mis postres son ricos y son los que me quitan el estrés, el miedo y el temor.
— Oh, huelen, eso es una coneja. La coneja amiga del Alpha —me encojo en mi sitio—. Aún no te han reclamado, ¿ni tu amiguito el Alpha? —niego conteniendo mis lágrimas—. Pero por supuesto, hasta él sabe que nadie quisiera reclamar a una coneja, una herbívora, que no come carne... —. Me toma de mi camisa apretando con mucha fuerza esta, casi asfixiándome.
Cierro mis ojos algo cansada, escucho como la puerta de la dirección se abre, escucho con mis oídos el leve gruñido que Abdel suelta por lo que abro mis ojos alarmada. Él no le gusta que me agarren o que alguien me esté queriendo intimidar por pensar ser inferior.
— D-déjame S-scott —. Tartamudeo sin mucha fuerza.
— Ay, dios mío. La escucharon... eres inútil Giovanna, ¿lo sabes? —cierro mis ojos nuevamente—. Nadie te protegerá, tu amigo heredero no está aquí para salvarte —.
Escucho los pasos pesados de Abdel mientras camina hacia mi dirección, la sorpresa en los jadeos de todos al notar que el heredero si está aquí es notable, respiro con fuerza cuando Abdel me quita la mano de Scott de encima escuchando como lo lanza por el pasillo, poniéndome a salvo.
—¿Estás sordo? ¿Acaso no escuchas bien? ¿Ocupas ayuda para escuchar? —Oh, no—. Creo has tenido suficiente diversión, es mi turno, adviértele a tu familia que no estarán bien económicamente por el momento —.
Scott calla a Abdel con su risa psicópata, eso no le importa, la familia de Scott siempre lo ha odiado por los problemas que siempre crea con Abdel. Pero para él, yo soy el problema al estar en una escuela de carnívoros, una que tuvo que hacer modificaciones por mi sensibilidad a la carne.
— ¿Por qué dejaría de divertirme con tu protegida? Es una hermosa coneja, todos queremos divertirnos con ella. Tú ya te divertiste lo suficiente ¿o acaso no crees que sabemos que esa herbívora se acuesta con personas de poder para estar donde está? Porque familia no tiene —recibe un fuerte golpe de Abdel que le hace girar el rostro—. Lo siento, Alpha. Pero quiero que me prestes a esa linda herbívora para disfrutar de su sana nutrición —. Cierro mis ojos al ver cómo lo agarra con sus dos manos del cuello.
No, no, no.
Su enojo tiene límites que yo no he logrado alcanzar, pero todas las palabras que Scott dice son suficientes para elevar a la naturaleza de Abdel que siempre degusta a quienes deben de ser castigados.
La directora detiene todo antes de ver a uno de sus alumnos muerto, eso mancharía el blanco historial de la escuela. La llenaría de escándalos y todo saldría a la luz, por eso no hablo, prefiero que todos crean que la primera herbívora en una escuela de carnívoros es bueno.
— Vuelves a decir eso nuevamente y no dudes de que serás matado de inmediato, en mi territorio no habrá que soportar a personas mezquinas y de mente cerrada como tú —. Niego aterrada.
Abdel lo deja a un lado, observa a los docentes que se encontraban manteniendo a la multitud lejos y se acerca hacia mí, me toma en sus brazos cargándome mientras se ve la desesperación en su mirada por llevarme a un lugar donde pueda estar tranquila.
Muerdo mis labios algo temerosa por la nueva actitud que vi de él, aunque nunca me hace miedo y no es nuevo que casi vea como se corrompe dejando a su bestia en su límite, sé que no es bueno ese comportamiento.
— Ab...abdel —le llamo—. No deberías de hacer eso, es malo, alguien podría alzar la voz y estarían cuestionando si es bueno que seas un líder —. Menciono cerrando mis ojos con algo de temor mientras entramos a la enfermería.
Noto que no dice palabra, me deja sobre una camilla mientras se mueve por el lugar, ¿estará enojado?, juego con mis manos sin saber qué hacer. No creo ser muy buena hablando, muerdo mi labio nerviosa cuando él se acerca de nuevo sentándose en una silla enfrente mío.
— Si mi conejita lo dice, debo de tenerlo en cuenta y portarme de mejor forma. Nadie te escuchará aquí, puedes soltarlo —.
Termina de hablar, he inmediatamente comienzo a llorar todo lo que soporte en el transcurso del día, bajo mi rostro, sintiendo las lágrimas caer sobre mis piernas. Abdel comienza a revisarme y aplica pomada en los hematomas que ve y desinfecta raspones.
— No quiero esto, ya no lo soporto...—sollozo—. Abdel, prométeme que ya no viviré esto —. Murmure.
— Ya nada sucederá, pero si alguien me contara lo que sucede y no sintiera preocupación por decir los nombres de quienes le hacen daño, todo sería más sencillo, ¿no lo crees? —. Niego.
Se pone de pie haciendo a un lado el botiquín que tenía en mano y se inclina un poco poniendo su mentón en mi cabeza, sonrió mientras él me acaricia mi cabello sabiendo que eso me hace llorar aún más.
Su comportamiento siempre me asusta, pero su aroma es relajante y cómodo.
— Giovanna, mi madre, hará una cena en unos días y quiero que vayas —
— No creo que sea bueno, la última vez ...—.
— Nadie se dio cuenta de eso, tú deberías dejar a un lado lo de ese día a menos que quieras que eso en serio suceda —niego mirándolo y solo lo abrazo dejando mi cabeza contra su abdomen—. Tan solo es una comida, madre me extraña y pensó en hacerla. Dijo que llevara a alguien y quiero llevarte a ti, estará mi tía. Una herbívora que te puede aconsejar y ayudar con temas de tu especie —. Entrecierro mis ojos mientras él baja su mirada hacia mí.
— Cambiando de tema; ¿dónde estabas?, y ¿por qué te dicen Alpha? A caso ya asumiste el puesto, eres malo por no decirme, pensé que estabas ocupado con tus estudios —.
Me cruzo de brazos separándome de él y me pongo de pie sin poder alcanzarlo del todo, por lo que me subo a la camilla quedando de su tamaño. Se ríe de mí mientras me mira y me toma desde las rodillas haciendo que lo agarre de sus hombros para no caer.
— Solo es algo inútil, no importa ahora —.
Asiento, siempre me dice lo mismo cuando no debo de meter mis orejas en lo que no debo. Es algo de lo que me acostumbre después de su transformación, nada fue lo mismo, algo en él se volvió distinto y demente, me aleja a veces y otras veces me tiene tan cerca, aun cuando estoy en mi celo y eso me descontrola, a él más sobre todo, la última vez juntos casi teníamos coito y... no debo de pensar en eso.
No lo deseo, solo somos amigos.
— En serio, lo mismo otra vez —suspiro—. ¿Qué ropa debo usar para ese día? —.
Me sienta de nuevo en la camilla y toma mi rostro con ambas manos, solo miro hacia otro lado sin darle mucha importancia. No me gustaría enterarme de que todos se dieron cuenta de lo alborotada que salí ese día.
— No te preocupes, ya resolví eso y más —. Trato de quitar sus manos de mis mejillas, pero es imposible.
— Abdel —aleja sus manos al ver que eso me ha molestado— Estabas algo alterado qu-quieres... —.
Pone su dedo índice en mis labios callándome de inmediato sin siquiera dejarme decir lo que quería, aunque es malo, es algo que lo tranquiliza. Y a lo que descubrí cualquier Alpha se tranquiliza con feromonas de omega.
— Eso aquí no pequeña roja —agarra mi mentón con delicadeza en el mismo lugar en donde Scott puso sus asquerosos dedos—. Si te vuelve a poner un dedo encima te aseguro que me valdrá un demonio todo y lo que digas, no estaré tranquilo hasta no verlo sin vida —.
— No me gusta eso —.
— Lo sé, pero no me manipularás y tampoco me gusta que te traten de esa forma por ser una herbívora —. Asiento.
Acaricia mi cabello con suavidad y cierro mis ojos por la agradable sensación que me da solo eso, sus manos bajan hacia mis mejillas y las acaricia de igual forma sin hacerme daño siendo delicado.