Cuando termine de recoger todos los pedazos,
tal vez siga adelante; cuando termine de ahogarme en mis propias lágrimas,
tal vez me olvide de ti.
Tus llamas quemaron la mitad de mi corazón la otra mitad ya te la había regalado.
Aunque llueva, tú nunca te mojas y no puedo echártelo en cara.
Me gustaban los misterios hasta que te convertiste en uno.
Dicha sea la verdad, no sé si alguna vez fui feliz contigo.
Con la punta de la navaja y los besos que se esfumaron me amaste, y a la vez, me mataste.