Está cayendo una lluvia torrencial, es de noche, el momento donde suelen ocurrir las peores tragedias, me encuentro empapándome afuera del bloque de departamentos de Jeff, estoy llorando desconsoladamente, pero la lluvia puede disimularlo, aunque no puedo decir lo mismo de mi voz entrecortada combinada con el temblor de mi cuerpo por el frío de tener la ropa mojada en una noche tan fría.
Paso entre las rejas tratando de ser lo más discreta posible ya que el oficial de seguridad que cuida los edificios me tiene prohibida la entrada, con el ruido de la lluvia no se dará cuenta que alguien está entrando a escondidas.
Lo observo a la distancia tras los arbustos, veo que está sentado viendo el televisor y tomando un café resguardado en la cabina de seguridad.
Me tranquilizo y salgo de mi escondite caminando rápido en dirección al edificio 4 en donde se encuentra el departamento de Jeff.
Continúo caminando hasta llegar al edificio 3, me detengo cuando veo a la distancia una silueta, no puedo identificar de quien es, se ve borrosa porque la lluvia me cae en la cara obstruyéndome la vista por lo que no puedo ver con claridad.
Aunque claro que podía reconocer ese cuerpo a la distancia, lo conocía bastante bien de vista y tacto.
Jeff se estaba encaminando hacia su departamento a paso lento sumamente despreocupado teniendo en cuenta que estaba lloviendo con gran intensidad.
- ¡No puedes irte como si nada hubiera pasado! –le grité enfurecida a su espalda.
Se dio la vuelta lentamente, tardo unos cuántos segundos en reaccionar, pero yo sentí que fueron minutos en mi mente, segundos que dolían al recordar la última vez que lo había visto.
-Deberías irte a casa, Ayla –me respondió Jeff con un tono enfurecido mientras me fulminaba con la mirada.
- ¡No iré a ningún lado hasta que me aclares que es lo que tenemos! –sé que estaba gritando como desesperada en medio de la noche, pero no podía perderlo de nuevo, bajo esa lluvia torrencial nadie más podía escucharnos.
Solo se me quedó viendo con la mirada congelada, su rostro no reflejaba sentimiento alguno, no tenía ninguna expresión, sabía que en ese momento iba a decir algo que iba a herirme más de lo que ya lo había hecho, era algo que le encantaba hacer últimamente.
-Ayla... –pronunció mi nombre lentamente como saboreando cada letra mientras pensaba que responderme.
-Por favor, Jeff –le suplique acercándome a él– Hablemos tranquilamente, hay que solucionar todos nuestros problemas, por favor, dame una oportunidad para demostrarte que lo nuestro puede funcionar, ya lo hemos hecho antes así que podemos hacerlo ahora, no puedes rendirte, no después de todo lo que hemos pasado juntos.
Estaba acaparando su atención, pero cuando yo daba un paso él retrocedía otro, sería imposible acortar la distancia que nos separaba, esa distancia que se interpone entre nosotros.