Papá me estaba llamando a los gritos, se escuchaba muy enojado y a mí me entró el pánico, desde que murió Mamá él se volvió muy explosivo, cualquier cosa lo irritaba y hasta el más mínimo detalle era el detonante para que su furia se hiciera presente. Tristemente me estaba acostumbrando a esa situación, pero no mi abuela, ella sufría al verlo en ese estado, Pues aún con todo y sus defectos se trataba de su hijo y le dolía ver como el odio lo consumía poco a poco, y más aún que quisiera desquitarse con nosotras por ese cúmulo de emociones que llevaba en su interior.
-Elizabeth, hasta cuando te quedarás en la casa sin hacer nada, es tiempo de qué te busques un trabajo, sabes qué mis ahorros están agotando, ya casi no me queda nada de la liquidación, bastante tengo con ocuparme de tu abuela, si no me ayudas tendré que llevarla a un asilo de ancianos.
-No puedes hacer eso papá, sabes qué si la sacas de su casa la llevarás a la muerte le dije con lágrimas en los ojos.
-no te apures, mañana comenzaré a buscar empleo para ayudarte con los gastos.
Estaba decidida a iniciar desde cero, desde que mamá murió las fuerzas me abandonaron por completo, y lo único que me mantenía de pie era cuidar a mi abuelita, no podía permitir que mi padre la recluyera en una casa para adultos mayores, eso sin duda acabaría con ella, mi abuela estaba enferma, postrada en esa silla de ruedas, pero aun así jamás perdió el entusiasmo y las ganas de vivir, sin embargo, si él la alejaba de nosotros, significaría el final para mi viejita. llegué a mi habitación, era el único rincón donde me sentía a salvo, donde podía llorar y ser yo, derrumbarme sin necesidad de poner buena cara para no afectar a otros, me dejé caer sobre la cama, abracé el peluche de mamá que aún conservaba el aroma de su perfume y eso sin duda me reconfortaba, la extrañaba tanto, me hacían falta sus consejos, sus risas, el chocolate caliente en días lluviosos, toda ella era una necesidad inminente para todos los que formamos parte de aquella casa, ahora tan solitaria y triste.
A papá jamás le importaron mis sentimientos, sólo a mamá y a la abuela, mi padre nunca fue muy responsable que digamos, acostumbrado a que las mujeres de la casa lo resolvieran todo, se pasaba la vida entre cantinas, mujeres y juego, había agotado los recursos que nos quedaban, lo poco que nos dejó Mamá y lo que le dieron de la liquidación en su antiguo trabajo, y ahora quería que yo lo resolviera todo para el seguir llevando la vida que tenía.
Me dolía que él no pudiese ser el refugio que cualquier hija necesita, siempre tan ausente, tan frío, un hombre sin escrúpulos, con la única que se comportaba de manera diferente era con Mamá, y ahora ya no estaba y por ende nadie le importaba, ni siquiera su propia madre, y mucho menos yo, él me veía como un estorbo al igual que a la abuela, y no dudaría en sacarnos de su casa y de su vida en la primera oportunidad que se le presentara, así que no me quedaba otro remedio más que tomar fuerzas y enfrentar todo aquello que el destino me tuviese preparado. Mi alarma sonó y decidí levantarme, me puse en pie y fui a la cocina a preparar el desayuno, puse café y lo tomé bien cargado y sin azúcar, pues sabía que sólo así lograría espabilarme.
-Qué haces levantada tan temprano mi niña.
Dijo la abuela con su singular amabilidad al hablar.
-Hoy voy a buscar trabajo abuelo, quiero ayudar a papá con los gastos.
-Tú deberías seguir estudiando mi amor, es tu padre quien tendría que hacerse cargo de nosotras, no tú.
-Ya lo conoces abuelita, cuando estaba Mamá ella lo resolvía todo, y siempre justificaba sus despilfarros y sus acciones, pero ahora ya no está, y supongo que me corresponde a mí asumir esa parte, pero no te preocupes, estaré bien.
Eres tan buena mi niña dijo mi abuelita tomando mi mano.
Después de asegurarme que todo estuviera bien en la casa subí a mi habitación, quería impregnarme del valor que necesitaba para comenzar a enfrentar la vida después de mi madre y llevando a cuestas la responsabilidad de la familia, elegí el más hermoso de mis vestidos, algo formal y elegante a la vez, siempre preferí vestir de manera sencilla, pero si quería impresionar, tenía que lucir diferente, radiante y segura de mí misma, me miré al espejo y no daba crédito a lo que veía, era una mujer totalmente distinta, estaba dejando a la niña para aprender a defenderme con mis propios medios lo cual no era nada fácil y seguramente me encontraría con bastantes tropiezos en el camino, pero no estaba dispuesta a rendirme, las mujeres de mi familia siempre fuimos guerreras, Y de ningún modo yo podía ser la excepción.
Salí de casa, Los tacones me molestaban, pues no estaba acostumbrada a usarlos y mucho menos caminar tanto, siempre ayude a mamá con las cuentas y con todo lo concerniente a la difusión y a las redes sociales, ya que se me daba muy bien la creatividad y las matemáticas, hacía un día esplendoroso, se vislumbraba en el ambiente el gran salto que daría y la transformación que se asomaba, pasé por un puesto de periódicos y compré uno, y me detuve al observar un anuncio que llamó particularmente mi atención, industrias Turner estaba buscando a una persona para el manejo de sus redes sociales y creación de contenido.
Sin duda ese puesto era perfecto y se ajustaba perfecto a la experiencia qué me dejó trabajar con Mamá, no había comparación alguna, aquí se trataba de una empresa gigante, mientras que la nuestra era pequeña y el alcance de ningún modo se le parecía, sin embargo estaba dispuesta intentarlo, no perdía nada, seguramente asistirían personas calificadas y con mucha experiencia y muy probablemente me dirían que no, pero me gustaban los retos así que decidí ir, el lugar estaba cerca así qué tome mi bolso y me puse en marcha.
A lo lejos se vislumbraba una compañía impresionante, un edificio moderno y de buen gusto, digno del glamour y la elegancia qué siempre se dejaba ver en las fotografías de los diarios más importantes o en las páginas de Internet, en el trayecto me di la oportunidad de investigar un poco sobre industrias Turner, se trataba de un corporativo que tenía a su cargo las tiendas más prestigiosas de ropa y accesorios, en la investigación también salió a relucir Alex, el único hijo y futuro heredero de todo aquel imperio, un chico muy guapo con unos ojos azules que hacían temblar con sólo verlos, una sonrisa de artista de cine, alto, atlético, todo un dios griego que parecía esculpido, lo que se decía de él no era nada alentador, le gustaba andar con muchas mujeres, super estrellas y modelos de marcas exclusivas, claro, que se podía esperar de semejante bombón, sin embargo eso no tenía por qué importarme, yo sólo iba por el trabajo.
El guardia de la entrada abrió la puerta para darme acceso, no podía creer lo que mis ojos presenciaban, un vestíbulo impresionante, una recepción de lujo, y hasta el personal lucía en su máximo esplendor, Me recibió una rubia esbelta, vestida con una falda que resaltaba sus pronunciadas curvas, una blusa muy elegante a juego con un blazer qué le quedaba maravillosamente bien, tacones altísimos, peinada con un recogido que acentuaba sus finos rasgos, y por supuesto el maquillaje le quedaba fenomenal, todo aquello destilaba perfección, lo cual hacía que me sintiera fuera de lugar, Pero ya estaba allí y no daría marcha atrás, eso sí que no.
La rubia recibió mi solicitud y me pidió que tomara asiento, lo cual me resultó muy extraño porque casi siempre te dicen que después te llamarán, y no es que yo tuviera mucha experiencia al respecto pero era lo que siempre se escuchaba en todos lados, me quedé allí por más de una hora y de pronto la asistente se acercó y me dijo que podía pasar, que el jefe me recibiría en persona lo cual me dejó sin aliento, me puse super nerviosa, supuse que se trataba del abuelo de Alex, Harol Turner, también había investigado de él pero no por eso mi incertidumbre disminuyó.
-tuviste suerte, señorita Jones, verás al jefe en persona, no es muy frecuente que eso pase, así que aprovecha la oportunidad, dijo la asistente con una sonrisa deslumbrante.
En todo momento se portó muy amable conmigo, creo que le simpaticé, y ella a mí, eso me dio un poco de seguridad, me condujo a una impresionante oficina decorada con una exquisitez admirable, Obras de arte por todos lados, colores vivos que le daban un realce especial a los elegantes muebles, pero eso sí todo con un toque de modernidad y vanguardia, lo cual me sorprendió tratándose de una persona mayor.