Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
No me dejes, mi pareja
Extraño, cásate con mi mamá
El réquiem de un corazón roto
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
El dulce premio del caudillo
KATIE
En el parque hay un niño que está jugando sólo. No dudo en acercarme y presentarme:
—Hola, me llamo Katie. – Él me mira. Yo le sonrío pero él no me hace caso y vuelve a su juguete. – ¿Y tú cómo te llamas? – Pero él sigue sin responder, así que yo sigo insistiendo. – ¿Por qué no hablas? ¿Qué te pasa? ¿Puedo jugar contigo? – Sigue sin responderme, así que, al final, me rindo. – Vale, pues adiós. Yo sólo quería ser tu amiga.
Me doy la vuelta y empiezo a caminar cuando…
—Me llamo Luke. No me gusta mucho hablar y me da vergüenza.
—¿Por qué? – Quiero saber.
Luke se encoge de hombros.
—Nadie quiere hablar y jugar conmigo porque dicen que soy raro. Y todos los niños lo dicen – me explica.
—Oh… Qué malos son todos. ¿Quieres ser mi amigo?
—¿De verdad puedo ser tu amigo? – Al principio me quedo sorprendida por la pregunta, pero rápidamente le sonrío mientras asiento. – ¡Bien! ¡Por fin alguien quiere jugar conmigo y ser mi amigo!
Desde aquél día, Luke y yo somos inseparables.
Han pasado dos años desde que nos conocimos y quiero regalarle algo a Luke por ello. Así que le digo a mi padre que me deje ir a la joyería a pedir dos collares: uno para mí y uno para una amiga, por supuesto no le digo que es para Luke.
En la joyería le pido al joyero los dos collares y le digo cómo quiero que sean. El joyero acepta el encargo encantado y me dice que puedo volver a buscarlo dentro de 3 días.
Cuando pasan los días, volvemos a la joyería con Derek, que nos espera fuera. Entramos agarrados de la mano. El joyero sale a recibirnos y a entregarme lo que le pedí. Nos mira y sonríe.
—Con que… ¿ésta es la amiga para la que había que hacer el otro colgante? – me dice en tono burlón.
—No se lo digas a Padre, por favor – le pido con ojos de cachorrito.
—No le diré nada, lo prometo – me guiña el ojo y yo le sonrío.
Abro la caja que contiene los colgantes y los saco para verlos mejor. Son dos mitades de corazón de plata: en una mitad pone “LUKE” y en la otra “KATIE”. Le doy a Luke su colgante, el que pone “KATIE”.
—Sr. Fernsby, ¿nos los puede poner, por favor?
—Con mucho gusto.
—Gracias.
Después de ponernos los colgantes, juntamos las mitades y nos miramos a los ojos.
—Siempre juntos, pase lo que pase – decimos a coro.
Nos despedimos y nos marchamos tal y como habíamos entrado: agarrados de la mano. Nos vamos al parque que hay enfrente a jugar. Jugamos hasta que empieza a oscurecer, entonces, Derek, el chófer de mis padres, nos lleva a casa. Primero deja a Luke y después llegamos nosotros. Entramos y Madre es la primera en recibirnos.
—¿Cómo ha ido?
—Bien, nos hemos divertido mucho y lo hemos pasado muuuy, muy bien.
—Me alegro, cielo.
Madre parece alegrarse de verdad, así que no puedo dejar de sonreír. Miro a Derek, que me sonríe y me guiña el ojo.
—Derek mola – le digo a Madre.
Madre, de repente, se pone seria. Parece que el comentario la hace enfurecer, pero me dice:
—Cuida ese lenguaje, jovencita. Nosotros somos gente sofisticada y no usamos esas palabras.
—¿Qué palabras? ¿Mola?
—Sí, eso mismo. Puedes decir lo mismo diciendo que… es formidable.
Me quedo mirándola unos segundos con una expresión en la cara que significa “no sé lo que me estás diciendo pero voy a fingir que lo entiendo”, hasta que por fin hablo.
—Vale… Pues Derek es formidable. Creo…
—Muy bien, cielo. Me alegro por ti. Ahora vete a cenar, ponerte el pijama y a dormir. Hay que descansar para mañana. Buenas noches, hija.
—Sí, Madre. Buenas noches.
Madre se va sin siquiera darme un beso de buenas noches, y yo voy a cenar. “¿Por qué mi mamá no puede ser como la de Luke? Ella le da besos y abrazos y le dice que le quiere, pero Madre no hace nada de eso. ¿Es porque no me quiere?” Después de cenar, me pongo el pijama y me acuesto. Derek me arropa y me da las buenas noches.
—Gracias por ser el hermano mayor que nunca he tenido. Eres el único que me hace caso en esta casa tan enorme. – Derek se ríe por lo que he dicho sobre la casa.
—Gracias a ti por ser la hermana pequeña me hubiera gustado tener.