Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
Era perfecto, estaba ahí acostada en la cama pidiéndome que no me fuera, que me quedara unas horas más; como si en toda la noche no hubiera tenido suficiente, eso ayuda a mi ego debo admitir, creo que no hubo ninguna posición del kamasutra que no hiciéramos; no me gusta ceder el control, la verdad Lucrecia era una de las pocas mujeres que lograba saciar mi apetito sexual, sabe hacer muy bien su trabajo tanto con las manos como con su boca; solo pensarlo ya me prende, pero una noche es suficiente, sacie mi necesidad y es hora de regresar a la vida.
Ella es esa clase de mujer que te ayuda a olvidar un mal día y estar concentrado en solamente sexo, sudor y placer, me vuelve loco para que negarlo, rubia, ojos azules, cuerpo de diosa, sonrisa refrescante, divertida y sobre todo no me presiona, sabe que nuestra relación está basada en encuentros fortuitos, ella aburrida, yo aburrido y en una llamada en minutos nos estábamos divirtiendo o simplemente un mal día y ya estábamos metidos en la cama.
Todos los que nos conocen dicen que hacemos una pareja increíble y como no; la hija de los mejores amigos de mis padres, amiga de mi hermana, tiene todo lo que quiere; nos parecemos mucho en realidad, por eso nuestra relación no puede pasar del sexo, juego y diversión, ella lo sabe por eso nos llevamos de maravilla.
-Vamos nene, no te vayas, quédate un poco más, ni siquiera sale el sol - quitándose las sabanas que cubrían la poca piel de su cuerpo, que tentación, me sonríe y me guiña un ojo - anda, sabes que te quieres meter a la cama otra vez, un mañanero te caería bien.
- A ti te caería bien- reímos - eres una tentación Lucrecia, pero ya fue suficiente y debo irme.
- Vamos Gabriel, no todo es trabajo y negocios, algún día deberías tomarte el día y pasarla bien y yo te puedo ayudar.
- Me ayudaste mucho, sé que no todo es trabajo, estás metida en mi cama, ¿no?.
Hace ese gesto molesto en su rostro de que no le gusto el comentario, se levanta, molesta de la cama y empieza a vestirse, pero si de algo me caracterizo es de ser sincero.
- No te molestes Lucrecia, siempre hemos sido así, me llamas o te llamo, nos vemos, nos acostamos, la pasamos bien y luego cada quién a su vida, a sus cosas, lo sabes.
- Si lo sé, pero... no sé, solo digo que podríamos tener más, nos divertimos juntos, compartimos los mismos gustos en todo y nuestras familias se adoran, así que pensé porque no hacerlo real para todos y dejar de vernos así.
-¿A ver Lucrecia, me estás hablando de tener una relación como novios, flores, citas románticas, agarraditas de mano, fidelidad y todas esas estupideces?, porque sabes bien que no soy ese tipo de hombres, me gustan demasiado las mujeres para amarrarme a una sola, no me gustan los compromisos y en cuanto a nuestras familias, que ellos sean amigos y tengan negocios en común no significa que tú y yo seamos perfectos juntos, así que ve quitándote esas ideas de tu cabeza, como estamos la pasamos bien.
- No digo que no la pasemos bien, ni que hagamos la casita y agarraditas de mano por la calle, ni nada de eso, solamente que yo te gusto y tú me gustas, así que suponía que podríamos intentarlo y ver cómo nos va, no tenemos que ponerle nombre a lo que tengamos, nada más estoy dando una idea.
Se me queda mirando mientras me dice lo que piensa y únicamente imaginar una vida de atadura, problemas, caprichos, adiós, diversión, a las mujeres guapas, empezar a dar explicaciones, ir a compromisos familiares y los negocios. Bueno, siempre dicen que los negocios no se deben mezclar con los placeres y mucho menos con la familia, la sola idea me provoca náuseas, ¿en qué cabeza cabe que yo Gabriel Ziegermman pueda ser todo eso, por Dios?.
- Lucrecia, vamos a dejar algo claro, porque al parecer se te olvido las condiciones de esto acuerdo, tú me buscaste, ¿lo recuerdas?.