Mar descendía lentamente las escaleras, cuidando cada paso debido a su avanzado embarazo de casi nueve meses. Escuchó de repente el grito de Mauricio, su novio.—Para donde vas Mar, te advertí que no quiero que salgas y mucho menos con tus amiguitas.—Voy a ir Mauricio —respondió Mar con una sonrisa, luciendo hermosa y llena de sueños para realizar con su pequeño hijo.
Intentó seguir bajando, pero Mauricio la agarró del brazo con fuerza, lastimándola.—Te dije que no vas a ir Mar —gritó él, apretando aún más su brazo—. Suéltame, me estás lastimando.
—Me da pena contigo, pero voy a ir a verme con mis amigas —se quejó Mar.
Mauricio se llenó de rabia y la empujó violentamente por las escaleras. Mar cayó varios escalones, gritando, mi hijo, Mauricio presenciando la escena, vio lo que pasaba.
Mauricio bajó rápidamente las escaleras y huyó, dejando a Mar sola y tirada en el piso.
Pocos segundos después, Mary, la nana de Mar, entró con algunas compras y al ver la escena llamó rápidamente a una ambulancia. Los paramédicos llegaron pronto, pero la noticia de que podía perder al bebé le rompió el corazón a Mar.
Los medicos le informaron que el bebé había fallecido debido a la caída. Con dolor y tristeza, Mar se prometió a sí misma que ningún hombre volvería a lastimarla.
A partir de ese momento, el dolor se hizo su compañero constante. Las lágrimas se convirtieron en sus palabras, la tristeza en su sombra.
Recordaba el sonido de la voz de Mauricio, sus manos que una vez amó ahora marcadas por la violencia. Cada día era una lucha contra el vacío dejado por la pérdida de su hijo. Los recuerdos de aquel momento terrible la perseguían, torturándola en cada silencio de la casa que alguna vez fue hogar. La habitación del bebé permanecía intacta, como un monumento al futuro que ya no existiría.
Mary se convirtió en su roca, su apoyo inquebrantable en medio de la tormenta emocional. Entre lágrimas compartieron el dolor, las noches de insomnio y las preguntas sin respuestas. Mar buscaba consuelo en las fotografías del ultrasonido, en las cartas nunca escritas para su hijo ausente.
El tiempo pasó, pero el vacío en su corazón permaneció.