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Las cortinas de la Ventana de mi habitación se movían incesantes a causa del viento, a pesar de
que a través de aquella ventana no se podía ver la gran cosa se podría decir que era un día
hermoso. A pesar de ser otro día frío de otoño.
Mi vida era más bien aburrida y hasta monótona. De hecho, hasta podría decir que mi vida era una
doble vida y una vil mentira, donde la Shun Pei que veían en las revistas, cuando iba a acompañar
a mis padres a fiestas, reunionés o galas no era yo. En realidad, no era como me planteaban en las
revistas, las joyas de diamantes, aquellos vestidos de marca de alta costura, aquellos peinados y
maquillaje… no era yo.
Aquella imagen que me querían dar de la “hija ejemplar”, no era yo. A decir
verdad, mi vida no era algo divertido que contar, aunque lo que se podía destacar en mi vida…, Es
que vivía una vida infeliz, con padres que me habían educado con la única finalidad de entrar a la
universidad de Seúl con una beca, y aunque lo había logrado… Pero al concentrarme tanto en
aquello deje de disfrutar de los placeres de la vida como salir con amigos, conocer gente nueva,
aprender de la vida… hasta quien sabe, enamorarme.
Al igual yo soy muy feliz en la universidad, este sería mi último año. En todo este tiempo solo tenía una amiga: Lee Fen Mi. Una chica pelinegra con un corte en hongo, bajita y un poquito rellenita.
Pero igual, al menos ella me ayudaba a no sentirme sola, a rellenar un vacío que había dejado mi
hermana: Qio Han di. Se podría decir que mi infancia fue hermosa, a pesar de no tener amigos ni
nada de eso, el simple hecho de poder compartir con mi hermana mayor hacía que no sintiera ese
vacío emocional de tener amigos. Pero todo cambio, aquel día en que conoció al que ahora es su
marido. Un alcohólico, mentiroso y hombre abusador.
Tristemente, mi hermana es golpeada por su esposo hasta casi matarla… y yo no podía hacer nada, ya que mi hermana no quería demandarlo ni dejarlo; lo único que estaba en mis manos era llamar a la policía cada vez que escuchaba que frente a nuestra casa se escuchaban cosas romperse y hasta gritos. Simplemente por el hecho de que ella no puede tener hijos. Ya que él decía que los únicos que valían eran los hijos naturales y no los adoptados ni los que nacieron en vientre de alquiler. podría ser algo
cualquier cosa, pero... No la podríamos ayudar si ella no quería. Estaba tan sumida en su relación
tóxica que no creía que en algún momento pudiera salir de esta. Mis padres y yo, decidimos
resignarnos a esa situación después de mucho tiempo de intentar dialogar con Han Di.... Lo cual
fue un intento fallido.
—¡Shun Pei! ¡QIO SHUN PEI!
Cuando veo de donde me llaman, me doy cuenta de que otra vez me había perdido en mis
pensamientos, y ahora tenia a una muy enojada Fen Mi golpeando las ventanas polarizadas mi auto
En respuesta decido bajar la ventana.
—Maldita Pei, hasta que despiertas. ¡¿Es que acaso no vas a ir a clases? —musita Fen Mi
mirándome fijamente mientras me examina intentando no hacerse notar, aunque a miles de
kilómetros de le ve que lo que quiere es buscar por donde criticarme.
—Si, sí. Lo que sea. —le respondo indiferente subiendo la ventana del auto, para después apagar
el motor y salir de mi auto.
Lo primero que escucho al salir del auto y apoyar mis tacones en el suelo es el hermoso sonido de
este siendo estrellado por el suelo.
—Hola Pei, buenos días. ¿Cómo estás?, te ves muy hermosa el día de hoy, bueno como siempre.
—me halaga y me ofrece un café con leche por el cual soy casi adicta a la cafeína.
—Gracias, hoy estoy muy bien. Gracias por el café. —le dije mientras hacía le mostraba una
sonrisa falsa, para después dar media vuelta y empezar a caminar hacía la universidad.
—Por cierto, Félix anda rarísimo conmigo.
Kim Félix... El novio de mi amiga, es todo un imbécil que la mantiene engañando y no le da su lugar
como novia. Pero ya me había resignado a aceptar su relación ya que a ella le daba igual los
consejos que le daba. No era ese tipo de amigas que te metían mierda en la cabeza.
—No lo sé...
—Bueno, ¡No me importa! Hay muchos chicos en el mundo mejor que él —por fin esta mujer
estrena el cerebro— Por ejemplo, está el bombón de leyes: James Montgomery.
Pues, a decir verdad, el chico tenía lo suyo. Ojos de color verdes, unos labios ultra híper mega
besas... carnosos y envidiables. Cabello rubio, nariz respingada y un aspecto de chico malo con
moto incluida.
Y ahora mismo, estaba a unos pocos pasos de mí, sentado en su motocicleta mientras hablaba con
sus amigos. Hoy se le veía tan hermoso, con su camisa negra, aquella chaqueta de color café la
cual era larga y le llegaba hasta la mitad de las rodillas, pantalones negros y tenis Nike blancos.
Pero fue más mi “mala suerte”, que mi vista llamo la atención de James, quien ahora me miraba
fijamente… Lo peor de todo fue cuando me sonrió. Yo intente devolverle la sonrisa, pero estaba
tan nerviosa que todo me temblaba y me iba a ver ridícula.
—Hola nenas.
La voz de Felipe entra en escena, para después ver como Fen Mi se tira a sus brazos y comienzan a
intercambiar fluidos, a pesar de que la cultura coreana no fuera tan abierta para estas cosas, ellos
para unas cosas se creían extranjeros y para otras no.
Me alejo lo más silencioso que puedo ¡qué asco!
Cuando vuelvo mi mirada a James…
Él todavía me estaba mirando, en eso aprovecho para saludarlo con una pequeña reverencia, la
cual es correspondida por él.
Sin más suena mi alarma en mi celular, con la cual me doy cuenta de que ya va a empezar mi clase,
decido mejor no interrumpir a la parejita para después ir a clase.
—Y eso es todo, que tenga un feliz día. —se despide el profesor cerrando su libro.
Me levanto de la silla, y comienzo a estirarme, camino al corredor cuando sin querer choco con
alguien.
—¡Disculpa!
Al mirar con quien he chocado sin querer, es ni más ni menos que James.
—No, tranquila.
—Hola James. —murmuro en un tono que aduras penas yo misma escucho, por alguna extraña
razón James causaba en mí una clase de nerviosismo.
—Hola Shun Pei.
Una cosa, era saber el nombre de James, pero otra muy diferente era que el conociera el mío.
—¿Te lastimaste? —dice en voz baja. Siento su mano pasar suavemente por la parte de atrás de
mi cabello.
—No, estoy bien.
—¡James! —detrás de mí, uno de los amigos de James, lo llama.
—Bueno Musa, nos vemos. En serio, espero volver a verte.
Ni siquiera me da tiempo de decirle, que espero lo mismo ni nada de eso. ¿Musa?
¿Porque me dijo así?
Sea por lo que sea, ese comentario y mi nuevo apodo hizo que me enrojeciera. El hecho de que
allá sido él, hace que todo en mi se acelere. Mi corazón, mi respiración…
—Sumy, ¿te sientes bien? —pregunta Fen Mi, detrás de mi mirándome preocupada.
—Si, es que tengo calor… —intento excusarme, aunque todavía tengo la vista fija en donde
desapareció James después de ser llamado por su amigo.
—Toma. —Fen Mi, me ofrece una lata de café la cual se encontraba helada—, Eso te puede
ayudar.
—Gracias Fen. —pongo la lata de café sobre mi piel suavemente, sobre una tela para evitar
quemarme la piel.
Cuando llego a casa, sorpresivamente, ni me da tiempo de abrir la puerta porque ya alguien lo
hace por mí, en ese momento veo a mi madre. Su pelo rubio está recogido hacia atrás en un
simple pero elegante moño, y un bolso azul oscuro cuelga de su hombro, del mismo tono que su
falda
—Hola hija, adivina que, la señora Min acaba de venir de su viaje a Paris, y estamos tomando el té.
Al adentrarme en mi casa, me encuentro con nuestra vecina, la señora Min Sang Ri, estando allí
decido mirarla y determinarla; su hermoso vestido costoso al igual que sus tacones de aguja de
color verde oscuro.
—Oh, hola Shun Pei. —le sonrió como un saludo, muerdo mi labio cuando mi madre me lanza su
mirada amenazadora.
—Hola señora Min.
Entro a la cocina.
—Hija, mira. ¿Te acuerdas de Min Sarah? La hija de Sang... te mando a regalar unos bolsos de
marca, unas joyas preciosísimas y además ropa nueva. —dice mi madre eufórica, mientras a mí me
da igual.
Sarah, era mi vecina más cercana, a pesar de que ya se había mudado de la casa de sus padres y la
mitad de las veces, la veía comer en mi casa porque en la suya no había nada para comer. Aunque
fuera más probable, que mi madre estuviese obsesionada con que ella y yo fuésemos las “mejores
amigas del mundo mundial”. Desde que la conozco a mostrado interés por la vida fácil, ya saben...
casarse con un millonario... no importa cómo se allá echo millonario y vivir a cuestas de él. Y la
verdad es que, no la culpaba que más podía pasar con eso de que tu madre siempre fue de esa
manera.
Ahora ella estaba casada con un millonario y muchas veces me manda este tipo de "regalitos".
Aunque entiendo su doble sentido. "Shun Pei, mira de las cosas ostentosas que te pierdes por no
buscar a un millonario que te mantenga".
—¡Que amable de su parte! —intente forzar una sonrisa y que mi voz no sonara como
agradecimiento falso—, Por favor, agradézcale de mi parte.
—También me pregunto que si querías salir hoy en la noche a una discoteca. —pregunto Isabel.
—Claro que puede, de hecho, va a ir a la fiesta.
Miro a mi madre enojada. Niego con la cabeza y salgo de la cocina con el plato de comida
ofendida.
***
Ahora mismo andaba con mal humor, odiaba que mi madre hiciera esto. Ya estaba muy grande
para que ella decidiera por mí. Pero para comenzar a ejercer mi derecho como una "mujer mayor",
tenía que irme de mi casa. Tomo mi laptop Mac y comencé a buscar apartamentos que quedaran
cerca de la universidad. Por suerte encontré un apartamento de la universidad... eso sí, tendría un
compañero de habitación, pero ¡algo es algo!
Cuando llego la hora, de prepararme para la dichosa fiesta.
Con mis gigantescos aretes, que adornaban mi oreja.
Mi vestido blanco hasta la cintura, más allá era de estampado que ni yo misma sabía que era,
junto a unos tacones color piel no muy altos.
—Shun Pei, ya vinieron por ti.
—¡Voy! —Grite para que me escuchara. Mire mi reflejo en el espejo, y bufe.
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