La oportunidad de la vida
-Ya te he dicho muchas veces Angelina que no puedes casarte con un hombre pobre - Ricardo está iracundo, su hija comenzó una relación con un hombre que no pertenece a su estatus social.
- ¡Pero papá! John me gusta demasiado, te guste o no, saldré con él- Ella lo reta con la mirada, se cruza de brazos frente a él.
-Ricardo por favor, Angelina ya no es una niña, deja que sea ella quien decida con quien tener una relación, está en su derecho, no tiene que casarse solo por una posición económica- Clara trata de convencer a su esposo, pero este le arroja una mirada hiriente.
- ¡Tú no te metas!, tú eres la persona menos indicada para decir media palabra, y tú- se gira nuevamente hacia Angeline- si yo llego a saber que sigues saliendo con ese pela gato, te juro que te desheredo. ¿entendiste? - Ricardo sale de la sala de esta, dando fuertes pasos y con su arrogancia por delante, dejando a Clara y a Angeline, ellas apenas si pueden mirarse, no pueden creer la apatía y arrogancia de este hombre.
-Mamá ¿has visto la forma en que me trata? Mi padre me odia, siempre me ha hecho la vida imposible- Angelina se cruza de brazos y con su boca hace pucheros
-Para nada mi amor, él no te odia, lo contrario, quiere lo mejor para ti, tal vez tu novio, el chico con el que estas saliendo no te conviene.
-Pero es que ya no soy una niña mamá, ni John lo es, lo único diferente es que no tiene dinero, como Pablo, él hombre que mi padre me quiere imponer, me lleva diez años, y la verdad que no me gusta ni un poco.
-Hijita, hablare con tu padre, te lo prometo.
-No quiero que me pase lo mismo que a ti, que te obligaron a casarte con él por pura y física conveniencia.
Clara Sotelo, tenía quince años cuando su madre padecía una enfermedad terminal bastante grave, no tenía para costear el tratamiento de ella y solo vivían de la caridad de los vecinos, un médico que por esos tiempos frecuentaba el vecindario de las Sotelo, decide ayudarlas con un poco de medicinas para apaciguar las dolencias de Rosa, la madre de Clara, Ricardo Benedetti, era conocido en la zona por ser el mejor médico del pueblo, venia con una descendencia de familia rica, tenía demasiados lujos y dinero, pero hacia poco tiempo enviudo, sus conocimientos no le dieron para salvar a su esposa. Una infelicidad se pozo en su corazón, estaba en la búsqueda de un aliciente que le ayudara en su vida y allí estaba ella. Clara una hermosa jovencita diez años menor, con una necesidad, que para él se convirtió en oportunidad.
-Mira Clarita, dale estas medicinas a tu madre, esto hará que los dolores se apacigüen un poco, ya sabemos que es una enfermedad terminal, pero la idea es que tenga un poco de alivio. - Ricardo era un hombre guapo, tenía un cabello oscuro y unos ojos negros, era bastante delgado, aunque su físico no era tan llamativo, desde que perdió su esposa se habia convertido en el soltero más codiciado de la ciudad.
-Muchas gracias, señor Ricardo, no sé cómo puedo agradecerle.