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Falso compromiso

Falso compromiso

Jade F. C. J

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Capítulo

Cuando las cancelaciones de becas se dieron en la universidad de Houston, Aileen quedó devastada ya que iba en su tercer año de universidad y no podría seguir estudiando gracias a eso. Un año después conoce al responsable de la cancelación de su beca y de las de muchas chicas más: Oliver Price, el dueño de un prestigioso club en las afueras de Houston: Moonlight y CEO de una de las empresas más importantes del país. Aileen decide vengarse con algunas travesuras, sin imaginarse que quedaría atrapada en la vida del hombre que más odiaba, pero había un pequeño problema y muchos secretos: Oliver le propone un trato para liberarse de las presiones de su padre: comprometerse con ella mientras su ex novia se casa. Aileen decide aceptar y firmar el contrato con la condición de que al terminar él le devuelva su beca. Ahora tienen que fingir estar muy enamorados pero el tiempo les hará entender que no habían fingido nada y que estaban completamente enamorados el uno con el otro.

Capítulo 1 El encuentro

Mi vida era tan simple, tan tranquila y tan ordinaria que no pensé que un día todo eso se viniera abajo. Es decir, no perdí mucho porque no tenía la gran vida de millonaria, pero tenía mi universidad, mi beca y mis sueños. Todo estaba tan acomodado en su lugar que cuando ese hombre horrible apareció en mi vida para mejorarme la vida también me hizo desmoronarme. Sí, estoy hablando de Oliver Price. Ese monstruo, ese demonio vestido de príncipe. Es malo, muy malo.

Tres años de universidad, estudios y desvelos tirados a la basura y ahora estaba aquí con una gorra y un auricular, tomando órdenes de otros universitarios en Macdonalds.

—Quiero una orden de papas fritas, dos hamburguesas con doble queso y doble carne y una soda por favor.

—En seguida.

Anoté la orden en la computadora y la pasé a la cocina. Esta era mi vida ahora: mesera de tiempo completo para poder ganarme unos cuantos pesos.

Mi vida se había ido por un escusado.

—Nos vemos mañana, Aileen —Zac, mi compañero de trabajo salió de la cocina limpiándose sus manos.

—Nos vemos mañana —me despedí, intentando salir de ahí.

—¿Quieres que te lleve? Voy de salida.

—No es necesario. Las chicas pasarán por mi —le medio sonreí y salí del local. Las calles estaban muy transitadas de parejas que venían y se paseaban con sus novios. Eran como las nueve de la noche y el clima estaba medio frío. A lo lejos escuché el pitido de un auto. Era Trisha y Veronica. Mis mejores amigas.

—¡Aileen, sube que llegamos tarde! —exclamó Trisha desde el otro asiento. Ella manejaba.

—¿A donde vamos?

—Iremos a Moonlight y no aceptamos un no como respuesta —dijo Verónica.

Me subí a los asientos traseros del coche y cerré la puerta.

—Creí que lo habían olvidado —murmuré. Hoy era mi cumpleaños y no había recibido ni un mensaje por parte de ellas felicitándome así que pensé que se les había pasado. Ya veo que no.

—¡Feliz cumpleaños, Aileen! —dijeron las dos al unísono, soltando en el pequeño espacio del coche un montón de tiritas doradas.

—Chicas... —les sonreí.

—Iremos a celebrar a Moonlight —dijo Trisha encendiendo el coche.

—Ni siquiera estoy lista para la ocasión —objeté porque era verdad. Estaba muy mal vestida: unos converse desgastados en negros, unos pantalones flojos y un suéter de lana con florecitas. Muy mal. Y por lo que he escuchado es que Moonlight es un sitio en donde solo asiste gente de dinero. Es el club más importante del lugar. Abrieron hace un año y desde entonces solo ha traído éxito.

—De eso no te preocupes—murmuró Verónica—Hemos pasado por tu casa y hemos traído algo de ropa. —me dio una bolsa negra. La abrí y saqué un vestido negro ajustado al cuerpo y corto y unas botas negras que llegaba un poco más arriba de la rodilla. Tenido este conjunto desde hace tiempo y no me lo había puesto.

—Están en todo —me fui quitando la ropa pieza por pieza y después me puse el conjunto con cuidado.

—Hoy presiento que será una noche especial —exclamó Trisha sonriente.

—Yo también lo presiento.

Achiqué los ojos porque las dos estaban actuando extrañas y me terminé de poner los zapatos.

—Ten, ponte algo de maquillaje—Verónica me pasó una bolsa con sus cosméticos.

—¿Qué les ha dicho mi madre? —quise saber, sacando un espejo y empezando a ponerme un poco de maquillaje porque no quería verme demacrada y menos desvelada. Tenía ganas de olvidarme de todo hoy, de alejar el estrés y las malas vibras. Siempre que pienso en las malas vibras a mi mente viene la imagen de Oliver Price. Es el diablo en persona y lo odio. Si lo tuviera en frente...

Me eché un poco de perfume y dejé las cosas a la par mía.

Trisha se estacionó cerca de bar porque al parecer estaba lleno de coches y solo coches de lujo.

—Es temprano y ya está lleno —Trisha apagó el coche.

—Lo bueno es que hice la reservación y no necesitamos hacer fila sino no hubiéramos podido entrar —dijo Verónica, bajando. Me bajé también del coche, apenas lo hice sentí mucho frío. Había bosque aquí y nada de casa a los alrededores, solo bosque. Las tres nos dirigimos a la entrada, en donde había una fila muy pero muy larga de chicas y chicos que querían entrar de manera urgente. En cuanto nosotras fuimos pasándoles de lado se empezaron a quejar.

—Un momento —nos detiene un guarda de seguridad. Era algo y robusto. ¿Por qué siempre los guardas de seguridad dan miedo? —Hagan la fila —mandó.

—¿Qué? —Trisha rió—Nosotras no tenemos que hacer fila.

—Trisha —la codeé. El tipo se veía con cara de pocos amigos.

—Nosotras tenemos reservación —Verónica le pasó tres tickets en color oro. Cuando el tipo los vio se relajó al momento.

—Está bien. Pueden pasar y una disculpa —se hizo a un lado. Las tres pasamos, ignorando los comentarios feos que nos hacían los de la fila.

—Qué tipo tan pesado —murmuró Trisha.

—A mi me pareció guapo —le siguió Verónica.

Yo estaba observando cada rincón de este lugar. Al entrar la música electrónica inundó mis oídos, habían luces de neón por todos lados, gente bailando, tomando y divirtiéndose. Vaya, definitivamente este club no era como los demás bares de mala muerte. A este se le miraba que tenía clase y categoría.

—¡Vamos a tomar algo y divirtámonos!

Eso hicimos, fuimos a la barra y pedimos bebidas. Yo empecé por pedir una margarita, luego las tres fuimos a la pista de baile y bailamos al ritmo de la música. Nos reímos, ignoramos a chicos que nos pedían bailar y luego volvíamos por más tragos.

—¿Bailamos? —se me acercó un chico. Era guapo la verdad y usaba una camisa de vestir desabotonado de arriba y las mangas recogidas.

—Eh no, estoy bailando con mis amigas —le dije arrastrando las palabras. Dios, creo que ya estaba borracha. Y eso que han pasado como dos horas nada más.

—¡Ve! —me decían las chicas.

—¡Sí! Nosotras bailaremos con alguien más —murmuraron.

Les di una mirada de advertencia pero ellas me ignoraron, encontraron a otros dos chicos y se fueron a bailar con ellos. Me giré al chico y le sonreí. No tenía otra opción y siempre he tenido un problema sobre la toma de decisiones, me convencen rápido y en muchas ocasiones me da miedo decir que no por lo que la otra persona me pueda hacer.

—Está bien —acepté.

—Perfecto.

Me tomé de un trago la margarita y fui con el chico.

—¿Cómo te llamas? —me preguntó en mi oído. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia él. Estábamos muy cerca y eso me hizo sentir incómoda.

—Aileen —respondí.

—Yo soy Franco —respondió.

—Mucho gusto, Franco —le dije por encima de la música.

—El gusto es mío, hermosa.

Unos minutitos más de baile me hicieron efecto porque me estaba orinando y sentía que no aguantaban. Me he tomado como diez margaritas así que es obvio que tengan que ir.

—Tengo que ir al baño —le avisé. Estaba mirando borroso ya y casi ni escucha la música.

—Te espero aquí.

Pasé empujando a las personas porque mi equilibrio era malo. Caminé hasta llegar a los baños pero la fila estaba enorme. No puede ser. Me fijé en el baño de hombres y también. A la par mía miré unas escaleras, daban a un segundo piso. Quizás haya un baño. Subí las escaleras con algo de dificultad hasta llegar al segundo piso. Habían varios pasillos con algunas habitaciones creo yo. Abrí una habitación, tenía una enorme cama y muchas cosas más. A la par había otra puerta que de seguro era el baño. Entré ahí y me senté. Uf, que alivio sentí. Segundos después escuché una voz masculina del otro lado. Me quedé quieta en mi mismo lugar.

—Estaré en la oficina a medio día. Déjame los papeles en el escritorio y los revisaré. Perfecto. Nos vemos mañana. —parece que hablaba por celular. Me sequé y le puse la tapa al baño. ¿Y ahora como salgo? Tendría que esperar a que este tipo saliera porque no puedo salir así como así. Me miré en el espejo para mientras, mi pelo estaba hecho un desastre y mi rímel estaba medio corrido. —Jack, ¿estás en la puerta? Cuando venga Leonor le dices que suba a mi habitación, la estaré esperando. —siguió hablando. Sentí pasos cerca y supuse que vendría al baño. Miré mis opciones y lo primero que hice fue meterme a la ducha y cerrar la cortina. El tipo entró, abrió el grifo y creo yo empezó a lavarse la cara. Cerré mis ojos con fuerza esperando que no se metiera a la ducha. Pero yo jamás tengo suerte porque el hombre —al cual solo le podía ver la parte baja— se empezó a quitar la ropa.

Genial, tendré que buscar una buena explicación para darle. El tipo elevó su mano y corrió la cortina.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó demandante, pero no pude responder nada porque mi vista se nubló. No sé si estaba viendo imágenes producto del alcohol o qué pero frente a mi estaba el hombre que más odiaba: Oliver Price.

Y estaba medio desnudo.

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