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Tengo que ir al baño. - Hablé de inmediato, tan pronto como llegamos.
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Está bien, date prisa. Después de todo, solo vinimos por tu vejiga. – bromeó
Tay.
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¡Qué lugar tan extraño! Lina miró a su alrededor.
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Pensé que era lindo... Pintoresco. – observó Dill.
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Está bien, mientras sacas tus conclusiones, voy a hacer pis. ¿Alguien viene
conmigo?
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Yo voy. – Ofreció Lina.
El
bar era pequeño. Ciertamente no pasó por una revisión del departamento de
bomberos, ni tenía aprobación para funcionar legalmente, ya que solo había una
puerta. En caso de incendio, todos morirían quemados allí, sin posibilidad de
salir a tiempo por la pequeña puerta. Las pocas ventanas de cristal de la
fachada eran de cristal y estaban cerradas, pintadas de negro en la parte
superior, para evitar cualquier tipo de deslumbramiento.
En
el interior, no era diferente. Un lugar con poco espacio para moverse, con una
barra variada y en cierto modo bueno para el lugar. A la derecha, algunas mesas
altas, con taburetes con pies también extrañamente altos. La luz era tenue,
había humo de cigarro contaminando el ambiente.
Pero
no faltaba gente, de todo tipo, de todas las edades, deseosa de morir abrasada
en caso de incendio.
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No se demore. – preguntó Mariane, aburrida.
Lina
y yo abrimos espacio entre la gente, que me miraba con curiosidad, llevaba un
velo de novia en la cabeza, totalmente diferente a mi vestido negro de Chanel,
comprado especialmente para la despedida de soltero en el club de mujeres más
famoso del país, que había sido especialmente cerrado para mí y mis amigos esa
noche.
Seguí
hasta que encontré los baños al final del lugar. A la izquierda había un
pequeño escenario, con algunos instrumentos musicales montados: batería,
micrófono con pedestal, guitarra, guitarra y bajo.
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Aparentemente una banda de rock... O pop rock. – Observé, mientras caminaba por
la puerta del baño de mujeres.
Lina
se rió:
-
Nadie engaña a la hija del dueño de la discográfica más grande del país.
-
Entiendo un poco... - dije, eligiendo una de las cabañas al azar.
Miré
el inodoro que no estaba limpio, pero me llamó la atención en el sentido de que
esperaba algo peor. Tomé un pedazo expuesto de papel higiénico de mala calidad
y abrí la bolsa, rocié alcohol en gel y luego unas gotas de mi perfume
importado debajo del asiento.
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¡Qué olor... de tu perfume! – observó Lina, afuera.
Levanté
cuidadosamente mi vestido y me senté un poco asustada, escuchando mi vejiga
vacía, sintiendo un alivio inmediato.
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¿Tienes un pañuelo húmedo? – le pregunté a Lina.
-
Por supuesto que no... No cabría en mi cartera.
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Traje perfume, que es fundamental... Alcohol en gel ... Pero no imaginé
necesitar toallitas húmedas.
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¿No hay papel allí, amigo?
-
Tiene ... Pero va a doler hermosa vagina.
-
¿Vagina? – Lina se echó a reír – Apuesto a que este baño nunca ha visto una “
vagina”… Eres gracioso.
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Mi hermoso “coñito”, ¿debo decir?
-
Suena mejor por aquí.
Tomé
el papel y toqué la aspereza. Debe prohibirse la comercialización de ese tipo
de productos, de quinta categoría. Pero no tenía otra opción, así que me sequé
con él.