Venciendo en su propio juego es una novela que narra la historia de dos familias unidas por el poder y la tragedia en donde internamente los personajes principales son vÃctimas de su propia astucia y externamente son implacables. Mientras que Rafael Sandoval es un hombre dominante, acostumbrado a planificar y salirse con la suya, Isabella es una chica de apariencia distraÃda que no manifiesta ningún interés por el mundo corporativo, el estatus y el matrimonio; su único interés es descubrir los asesinos de sus padres y acabarlos con sus propias manos. Sin imaginárselo, su hermano Antonio de la Ross y su futuro esposo Rafael Sandoval, ponen en sus manos la oportunidad de lograrlo volviendo a realizar esta vez con éxito la fusión de los dos imperios, que años atrás habÃa causado la muerte de los lÃderes de ambas familias.
HacÃa mucho tiempo que Rafael Sandoval habÃa salido de las sombras de sus antepasados y estaba a punto de dar el salto que lo harÃa pasar a la historia en el mundo empresarial, pero antes, tenÃa que verificar si estaba caminando sobre terreno firme, la experiencia le habÃa enseñado que, si se va a ser negocios con un hombre, debes conocer por lo menos la mitad de sus secretos. Descolgó el teléfono del escritorio y llamo a su secretaria
–Olena, comunÃcame con el detective Restrepo de inmediato.
-Enseguida se lo comunico señor. Un minuto después sonó el teléfono de su oficina
-Señor, el detective Restrepo está en la lÃnea 3.
-Gracias Olena.–Descolgó el teléfono -Buenas tardes señor Sandoval ¿En qué puedo servirle?
-Buenas tardes Tony –Restrepo era un hombre muy directo y eficiente, que no se hacÃa esperar. Es el hijo de su jefe de seguridad y de alguna manera lo consideraba como un miembro de su familia. Hace unos años, con su ayuda y la de su padre abrió una agencia de detectives privados. Todos los trabajos que la familia Sandoval requerÃan, lo hacÃa personalmente el.
-Necesito que me investigues a un empresario llamado Antonio de la Ross. Hazme un informe detallado de sus empresas, de sus empleados de confianza, su familia, los lugares que frecuenta, si tiene novia, amante, todo.
–Hubo un ligero silencio del otro lado de la lÃnea y no escuchó a Tony haciendo sus acostumbrados apuntes.
- ¿Haz investigado antes al señor de la Ross? –Le pregunto al sentir sus reservas.
-No señor, pero lo conozco, cuando mi abuela se enfermó, mi madre y yo nos fuimos un tiempo a China. Fue allá donde lo conocÃ, en una academia de artes Marciales, que según sé, dirigÃa el padre de un amigo suyo.
- ¿Y qué opinas de él? –Valoraba mucho la opinión de Tony, pues él y su familia le habÃan demostrado gran lealtad a él y los suyos por generaciones. -Era un hombre muy reservado y correcto, sin embargo, han pasado nueve años desde entonces, no sé en qué clase de persona se habrá convertido. Cuando yo lo conocà acababa de cumplir los vente años. -Bueno, pues investiga a ver qué tanto ha cambiado desde entonces, tendrás que trabajar con un equipo, quiero un informe amplio y minucioso, y lo quiero rápido.
****
Era un dÃa fabuloso, iba camino a su librerÃa cuando sonó su teléfono móvil. Miro el nombre en la pantalla y sonrió, era su hermano Antonio de La Ross. - ¡Hola PrÃncipe! ¿Qué me cuentas? -Hola Plebeya –Era la forma en la que su hermano solÃa referirse a ella por rechazar el modo de vida que por derecho de nacimiento le correspondÃa. Isabella rio, - ¿Cuándo te cansaras de ese apodo he? -Cuando te des cuenta de donde está tu lugar, cuando ocupes el lugar que te corresponde en el imperio de La Ross y dejes de estar jugando a la bibliotecaria, ese dÃa te dejare de decir Plebeya –Al otro lado de la lÃnea se escuchó un suspiro de resignación. -Me temo que nunca dejarás de hacerlo entonces. –Amaba a su hermano, pero también amaba a su libertad, y aun estando lejos, él controlaba su vida parcialmente, no podÃa ceder más de lo que ya lo hacÃa con su vida. Ella habÃa decidido su destino y no pensaba retractarse de sus decisiones. Detrás de ella a una distancia prudencial la seguÃan dos hombres y cuando llegara a la librerÃa la esperaba un chico o una chica, dependiendo el turno que les tocara. Su hermano era un controlador, no habÃa formas con él, por su parte ella fingÃa ignorar que tenÃa un equipo de seguridad que la seguÃa a todos lados, como su sombra. Ni siquiera entendÃa por qué, no era como si ella necesitara protección o no supiera defenderse sola, aunque de algún modo lo comprendÃa, por ello trataba de sobrellevarlo sin quejas. -Eso lo veremos. –Fue todo lo que respondió su hermano. -Supongo que me llamaste para algo más que para fastidiarme ¿verdad? –Le pregunto Isabella, algo molesta por la seguridad de su expresión. -Por supuesto que te llame para algo importante. Te estoy llamando para informarte que Antonio Sandoval y sus hermanas llegaran al paÃs el viernes y daremos una fiesta de bienvenida en nuestra mansión en su honor y como sé que te disgusta ser anfitriona de las fiestas, de una vez te digo que no te preocupes, Adela mi secretaria, se encargara. - ¿Tu secretaria? – ¿Desde cuándo Antonio tenÃa una secretaria llamada Adela y como era que serÃa la anfitriona de una fiesta tan importante para él? – se preguntó a sà misma. -SÃ, Adela Scott es una secretaria nueva, tiene excelentes referencias y es una empleada muy eficiente, te encantara conocerla. –Agrego. -Estoy segura que asà será. –Respondió Isabella arrastrando las palabras, aunque tenÃa un presentimiento que se alejaba bastante de lo que estaba diciendo. -Bueno, si tienes una anfitriona, ¿Para qué me llamas? –Le pregunto expectante. -Porque quiero que asistas a la fiesta, porque más si no. –SabÃa que su hermana no querrÃa ir, pues tenÃan un acuerdo, ella asistÃa a algunos pocos eventos especifico al año, y también era la anfitriona de la fiesta anual con sus empleados, no accedÃa a nada mas de responsabilidades, a menos que no hubiera una necesidad extrema. -No veo porque deberÃa de ir, lo siento, pero no. Además, el sábado estaré ocupada, tengo una cita. –Dijo de forma casual. -No me interesa, cancélala, esto es más importante. –Odiaba tener que imponerle todo a Isabella, pero nunca accedÃa a nada de buen grado. –Serás mi acompañante, asà que no se te ocurra llegar tarde. -Está bien, iré a la fiesta, pero no seré tu acompañante –eso acapararÃa demasiada atención para mi gusto. - ¿O acaso quieres que me confundan con una de tus amantes? –Le pregunto entre risas. Al otro lado Antonio cada vez más enojado repuso - ¿Y de quien serÃa la culpa si lo hicieran? Te espero a las siete en punto, no tendré acompañante, asà que no me hagas esperar Isabella. –Colgó el teléfono sin darle oportunidad de responder. Con el ceño fruncido, Isabella miro el teléfono que le acababan de colgar con incredulidad y le dijo a la pantalla –Como si se te fuera a hacer difÃcil hacerte de una.
CapÃtulo 1 Investigando el aliado.
03/10/2022
CapÃtulo 2 Adela Scott.
03/10/2022
CapÃtulo 3 ¿Y es asà señorita Scott
03/10/2022
CapÃtulo 4 Conque mis deseos no se cuestionan ¿he
03/10/2022
CapÃtulo 5 Investigación.
03/10/2022
CapÃtulo 6 Nunca a sido mi intención dejarte aquÃ.
03/10/2022
CapÃtulo 7 Oportunidad de la vida...
03/10/2022