FUI ABANDONADO por mis padres de este internado cuando aún era un bebé. Al menos eso es lo que siempre me decía la señora. Sé que todos tienen una historia y sus orígenes, y aunque la mía es desconocida, eso no impide que siga soñando con algo maravilloso que aún podría estar por llegar. Crecí en este lugar, me acostumbré a la vida aquí y, a medida que me convertí en una niña más madura, fnalmente llegué a comprender la verdad: vivo en un prostíbulo.