Me calzo los Prada negros de tacón alto y me levanto de la cama de mi habitación de hotel impulsando mi desgana junto con mi cuerpo, tratando de infundirme ánimo para volver a verlo. A oler su aroma desquiciante y a recibir de golpe tantos recuerdos que se que vendrán a mi, una vez lo vuelva a tener delante.
Cuando me miro al espejo, el reflejo de mi pelo color caoba me obliga a apretar los ojos tratando de borrar de mi mente el recuerdo de la última vez que su boca estuvo mordiendo mi cuello y su mano presionaba mi mejilla contra el espejo de su baño mientras me hacía el amor con vehemencia.
En ese entonces ninguno de los dos sabía que sería la última vez. Ninguno de los dos lastimaba.
—¿Cómo demonios vas a hacer esto, Claire? —me pregunto a mi misma mirándome al espejo apoyada en el mármol de la isla, con las manos abiertas y niego en respuesta, a lo que sinceramente no tengo ni idea.
Ese hombre que hoy vuelvo a ver, hace tres años me despedazó el corazón y nunca pude perdonarlo, así como no creo poder hacerlo jamás.
Me engañó con otra, y aceptó delante de ella que llevaba meses en haciéndolo.
Habíamos tenido dos años idílicos juntos, o al menos eso creía yo, hasta que un día, como si fuéramos otras dos personas completamente distintas, llegué a nuestra casa y lo encontré follando con su asistente en mi cocina. Nunca pude superarlo y las cosas que dijo se grabaron a fuego en mi cabeza y hasta el día de hoy lo odio por todo aquello. Y por obligarme a no poder superarlo con nadie, nunca.
Eso es lo peor. Que lo sigo amando. O al menos sigo amando la historia que tuve con él hasta que pasó aquello y la manera en la que me trató mientras parecía que me quería.
Mi móvil suena y camino hasta el corredor de la suite a contestar la llamada. Necesito volver a cerrar las gavetas de mi pasado o no podré afrontar a Jhonny. Es demasiado doloroso para mí. Y él, es demasiado descarado y lo sé. Lo conozco. No creo que haya cambiado mucho y doy por hecho que jugará con tal de echarme un polvo, sabe que somos explosivos en la cama y eso, no se lo pienso permitir.
Esta vez no puedo caer.
—¡Hola, mamá! —respondo sonriente.
—Hay cariño, te extraño mucho.¿ Cómo pasaste la noche, estás lista?
Mi madre es como ese apoyo que no puedo dejar de tener varias veces al día. Es maravillosa y sabe lo que significa volver a Nueva York a encontrarme con mi pasado, y con él. Si volver a ver las calles de la ciudad me oprimen el pecho, no quiero ni pensar que sentiré cuando lo vea.
—Tengo que estarlo mamá, necesito acabar con esto pronto y volver a casa. También te echo de menos.
El muy maldito lleva dos años tratando de hacerme venir hasta su territorio y finalmente a conseguido hacerlo. Cometí el error en su momento de afiliarme a él, y cuando todo se torció me quedé enganchada a su holding por diez años, no tengo manera de romper ese contrato a menos que me case con él y haga separación de bienes, le pida el divorcio y me largue de su lado... cosa que por supuesto no haría ni muerta. He conseguido mantenerlo lejos todos estos años, podré hacer mi trabajo aquí y largarme.
—Solo tienes que pedirlo y tomo un avión para allá nena, lo sabes.
—Gracias, mami, pero será poco más de una semana. Ganaré ese juicio y me largo. Él y yo tenemos un trato, sabes que siempre ha respetado los convenios.
—¡Oh, nena! —suspira y yo la imito —sigo pensando que...
—¡No, mamá! — la corto de manera seca y me despido con la promesa de llamarla luego.
Cuando cuelgo la llamada sacudo mi cabeza tratando de desoír la voz de mi madre en ella, diciéndome constantemente lo mucho que lamenta que Jhonny me haya engañado y que ella cree que debía haber exigido una explicación.
Yo no lo hice. Simplemente me fui. Tomé un avión a Miami y no miré nunca más atrás.
¿Qué explicación tienen unos cuernos?
Estos tres años hemos seguido trabando juntos desde la distancia. Yo soy su abogada y lo saco de cada lío en que se mete, pero no me cruzo ni en los juzgados con él. Cumplo mi trabajo, pero en esta ocasión algo ha cambiado y él se ha negado a hablar con mi equipo sobre su nuevo problema y ha solicitado que venga personalmente o no hablará.
El presunto juicio es en seis días y ni siquiera tengo una estrategia aún, porque él no ha querido dar los elementos claves hasta que yo no me persone en su oficina, motivo que me tiene a una hora de verlo nuevamente después de tres largos años.
Sin más remedio que darle prisa al mal tiempo, me despido del confort de mi suite y me dispongo a trabajar.
Falda de tubo rojo vino, camisa negra de seda y saco a juego me dan un aspecto profesional y serio, justo lo que me ha traído aquí, solo temas profesionales.
En la puerta me espera un Bentley negro con chófer incluido y sé sin temor a dudas que lo ha escogido él personalmente, es su marca de autos favorito para trabajar.
Ruedo los ojos de notar molesta, lo mucho que lo conozco. Y lo mucho que lo pienso.
El tráfico de Nueva York es demencial y cada esquina que visualizo se me hace nostálgica. Siento que llevo horas en aquel coche y me empiezo a desesperar. Necesito salir de esto de una maldita vez. Quiero dar el primer paso hacia mi regreso a casa y eso, solo lo puedo dar acabando de verlo.
Voy tan absorta en mis prisas que no soy consciente de que hemos llegado hasta que el chófer me abre la puerta y espera al costado del auto para que yo salga.
Nada más poner los pies en el suelo y miro hacia arriba sabedora de que en aquella torre de ese bendito holding, me espera mi ex para ponerme la vida patas arriba. Mi cuerpo y yo, somos muy conscientes de eso. Verlo y estar a su lado no será fácil, sé como es y sé como me siento a su lado. Muy al margen de lo que sucedió años atrás.
...Todo sigue igual de elegante y clásico, se siente como si nunca me hubiese ido, como si los años no hubiesen pasado por aquel lugar y a pesar de que nunca quise ver como seguía todo ni en redes sociales, no puedo dejar de sentirme soberanamente abrumada por la gente que me mira y sabe quien soy y lo que pasó.
Es increíble la sensación de volver a un sitio del que parece que nunca te fuiste. Volver a desandar por lugares que llevas memorizados en tu sistema y sobre todo saber, que hay muchas personas en ese mismo lugar para las que nada a cambiado con el paso de los años mientras para tí hay un abismo de distancia entre el pasado y el presente.
Y luego, siento la descarga de nervios avanzando por mi cuerpo cuando subo al ascensor luego se saludar viejos conocidos y personal del edificio, reconociendo a la perfección que estoy nerviosa y a nada de volver a verlo.
Me disgusta saber que me afecta tanto, sobre todo porque estoy segura que para él es muy diferente, pero no puedo evitarlo. Siempre hay uno de dos, que se involucra más. Y evidentemente en este caso soy yo.
De todos los escenarios que me plantee cuando supe que volvería a verlo, jamás creí que que lo haría tan rápido y tan a solas...
Solo había subido un piso,cuando el ascensor se abre y solamente un hombre sube. El hombre. Ese que fue mi hombre y hoy es mi ex.
Un hombre vestido de traje de Armani negro. Camisa, corbata, chaqueta, pantalón todo, absolutamente todo de negro logrando que el contraste con aquellos ojos casi plateados y la sombra de barba negra también, lo hagan irresistible.
Me mira. Sonríe y su aroma me levanta los vellos de todo el cuerpo haciendo que me ponga incómoda y me obligue a enderezar mi figura para impostar en mí una actitud poderosa cuando en realidad estoy hecha un flan.
—¡Hola, petite!
Es jodidamente guapo y ni todos los años del mundo puden hacer que cambie su apariencia de sensualidad bestial. Es que te mira y enloqueces. Te sonríe y deslumbra, epata.