Destrozado por amor, renacido en fuego

Destrozado por amor, renacido en fuego

Gavin

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Capítulo

El video que destrozó mi carrera fue filtrado por el hombre que amaba, Adrián de la Torre. Lo hizo para que su amor de la infancia, Sofía, pudiera robarme el ascenso que yo me había ganado. Pero la traición era mucho más retorcida de lo que jamás pude haber imaginado. Descubrí que durante tres años, el hombre en mi cama no era Adrián. Era su hermano gemelo idéntico, Damián, jugando un juego enfermo y cruel. Su plan no se detuvo ahí. Me incriminaron por plagio, luego me sujetaron a una mesa de operaciones para arrancarme la piel a la fuerza y dársela a Sofía, después de que ella misma se desfigurara para culparme. Incluso lograron que me encerraran en una prisión militar con cargos falsos. Mi carrera, mi cuerpo, mi libertad... todo sacrificado por la ambición de otra mujer. Yo no era más que un peón. Así que desaparecí. Corté todo contacto y huí a una zona de guerra en Siria, jurando no volver jamás.

Capítulo 1

El video que destrozó mi carrera fue filtrado por el hombre que amaba, Adrián de la Torre. Lo hizo para que su amor de la infancia, Sofía, pudiera robarme el ascenso que yo me había ganado.

Pero la traición era mucho más retorcida de lo que jamás pude haber imaginado. Descubrí que durante tres años, el hombre en mi cama no era Adrián. Era su hermano gemelo idéntico, Damián, jugando un juego enfermo y cruel.

Su plan no se detuvo ahí. Me incriminaron por plagio, luego me sujetaron a una mesa de operaciones para arrancarme la piel a la fuerza y dársela a Sofía, después de que ella misma se desfigurara para culparme.

Incluso lograron que me encerraran en una prisión militar con cargos falsos.

Mi carrera, mi cuerpo, mi libertad... todo sacrificado por la ambición de otra mujer. Yo no era más que un peón.

Así que desaparecí. Corté todo contacto y huí a una zona de guerra en Siria, jurando no volver jamás.

Capítulo 1

El video que destrozó mi carrera fue filtrado por el hombre que amaba.

Esa es la simple y brutal verdad.

Apenas anoche, yo era residente de cirugía en el Hospital Ángeles del Pedregal, compitiendo por el único y codiciado puesto de Jefa de Residentes. Hoy, mi vida no solo está tomando un rumbo diferente; ha sido detonada.

Todo comenzó con un clip granulado y mal iluminado de mí, borracha en una fiesta hace unas semanas, bailando sobre una mesa. Fue estúpido, imprudente, pero inofensivo. Excepto que el video, filtrado a la junta directiva del hospital y a todas las cuentas de chismes de la ciudad, me pintó como irresponsable, poco profesional. No apta.

Mi reputación fue triturada en horas. La junta convocó una reunión de emergencia. Mi candidatura para Jefa de Residentes fue revocada.

Las fotos que acompañaban al video eran peores. Íntimas. Privadas. Fotos que solo le había enviado a Adrián de la Torre. Fotos que me había sonsacado, susurrando promesas de lo hermosa que era, de cuánto amaba ver cada parte de mí.

El pavor helado que me invadió fue absoluto. La certeza de que él era el único que las tenía.

Corrí a su departamento en Polanco, mi corazón latiendo con un ritmo enfermo y frenético. Iba a gritar, a llorar, a exigir una explicación.

Pero me detuve frente a su puerta. Escuché voces.

La suya, y otra, casi idéntica.

-¿Viste su cara? -dijo la segunda voz, cargada de una diversión perezosa y cruel-. Parecía que se iba a soltar a llorar ahí mismo en el pasillo.

-Ya está hecho, Damián -respondió la voz de Adrián, cortante e impaciente-. Sofía conseguirá el puesto. Es lo único que importa.

-Claro, claro. Pero todavía no podemos deshacernos de ella. Es demasiado divertida. -Ese era Damián. Su hermano gemelo idéntico. El artista salvaje y buscador de emociones. El hombre que ahora me daba cuenta había estado haciéndose pasar por Adrián en nuestra cama durante la mayor parte de tres años.

La sangre se me congeló en las venas.

-Tengo que admitir -continuó Damián, su voz bajando a un ronroneo bajo y sugestivo que me revolvió el estómago-, que es increíble. La forma en que gime cuando la tocas justo como le gusta... No estoy listo para renunciar a eso.

Reconocí ese ronroneo. Reconocí la cadencia específica de sus palabras cuando intentaba ser seductor. No era Adrián. Nunca había sido Adrián.

-Vamos a terminar con ella después de que el nombramiento de Sofía sea oficial -dijo Adrián, su tono final-. Voy a invitar a salir a Sofía. Como se debe, esta vez.

Un coro de vítores y aplausos estalló desde el interior del departamento. Amigos. Nuestros amigos.

-¡Ya era hora, cabrón! -gritó alguien-. ¡Has estado colgado de Sofía desde que éramos niños!

-Tenías que conseguirle ese puesto de Jefa de Residentes, ¿no? -intervino otra voz-. Pobre Eva. Nunca tuvo una oportunidad. Solo fue un peón en el juego.

El mundo se inclinó sobre su eje. Cada "te amo" susurrado, cada secreto compartido, cada caricia tierna... todo era una mentira. Una actuación calculada y cruel. Mi amor, mi cuerpo, mi carrera... todo sacrificado en el altar de su ambición por otra mujer.

No grité. No lloré.

Me di la vuelta y corrí. Corrí hasta que mis pulmones ardieron y mis piernas cedieron. Mientras me desplomaba en la banca de un parque, jadeando por aire, mi teléfono sonó. Era mi padre, un general condecorado y severo que valoraba el honor de la familia por encima de todo.

Su voz fue como un latigazo a través del teléfono.

-Has deshonrado a esta familia. El video, las fotos... es una humillación.

-Papá, yo...

-No quiero oírlo -me interrumpió-. He dispuesto tu traslado. Una misión médica. En el extranjero. Te vas mañana y no volverás hasta que te hayas redimido.

Me estaba repudiando. Desterrándome.

-Bien -susurré, mi corazón como un peso muerto en mi pecho-. Iré.

Y me hice una promesa a mí misma en ese mismo instante, un voto sellado en las profundidades de mi desesperación.

-Y nunca, jamás, volveré.

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