No Más La Ingenua Sofía

No Más La Ingenua Sofía

Gavin

5.0
calificaciones
11
Vistas
11
Capítulo

Me casé con Marco Velasco, el hombre guapo y encantador que prometió ser mi salvación. La empresa de mi padre estaba al borde de la quiebra, y yo, Sofía, era la ofrenda. Pero esa noche de bodas, la que debía ser la más feliz de mi vida, se convirtió en una pesadilla de drogas y horror. Marco, mi esposo, me entregó a sus amigos, riendo mientras me violaban brutalmente. Cuando desperté, estaba sola, rota, y pronto descubrí que estaba embarazada. Mi vientre creció, pero no con alegría, sino con vergüenza y el implacable desprecio de Marco. Me encerró y me trató como a una prisionera hasta el día de mi parto. Di a luz entre gritos de agonía, sola, abandonada, sintiendo cómo la vida se me escapaba. Morí en esa fría cama de hospital, con el sonido de un bebé que apenas escuché, y la imagen de mi tío político, Ricardo, el único que me había ofrecido amabilidad, grabada en mi mente. Pero la oscuridad no duró. Abrí los ojos y me encontré de nuevo en el día de mi boda, sana y vestida de blanco. Marco, el monstruo que me había destruido, entró sonriendo, listo para besarme, ajeno a mi infierno vivido. Pero esta vez, el juego había terminado. Lo miré, y la dulzura ingenua se había desvanecido, reemplazada por el gélido frío de la tumba de la que acababa de regresar. No más la ingenua Sofía; ahora, el infierno lo viviría él.

Introducción

Me casé con Marco Velasco, el hombre guapo y encantador que prometió ser mi salvación.

La empresa de mi padre estaba al borde de la quiebra, y yo, Sofía, era la ofrenda.

Pero esa noche de bodas, la que debía ser la más feliz de mi vida, se convirtió en una pesadilla de drogas y horror.

Marco, mi esposo, me entregó a sus amigos, riendo mientras me violaban brutalmente.

Cuando desperté, estaba sola, rota, y pronto descubrí que estaba embarazada.

Mi vientre creció, pero no con alegría, sino con vergüenza y el implacable desprecio de Marco.

Me encerró y me trató como a una prisionera hasta el día de mi parto.

Di a luz entre gritos de agonía, sola, abandonada, sintiendo cómo la vida se me escapaba.

Morí en esa fría cama de hospital, con el sonido de un bebé que apenas escuché, y la imagen de mi tío político, Ricardo, el único que me había ofrecido amabilidad, grabada en mi mente.

Pero la oscuridad no duró.

Abrí los ojos y me encontré de nuevo en el día de mi boda, sana y vestida de blanco.

Marco, el monstruo que me había destruido, entró sonriendo, listo para besarme, ajeno a mi infierno vivido.

Pero esta vez, el juego había terminado.

Lo miré, y la dulzura ingenua se había desvanecido, reemplazada por el gélido frío de la tumba de la que acababa de regresar.

No más la ingenua Sofía; ahora, el infierno lo viviría él.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
La Heredera y Su Revancha

La Heredera y Su Revancha

Cuentos

5.0

El resultado positivo de la prueba de embarazo temblaba en mis manos. Llevaba tres años casada con Mateo y este bebé era la pieza que nos faltaba. Decidí que era el momento de decirle la verdad: yo era Sofía Alarcón, la hija del magnate de los medios más poderoso de México, Don Ricardo. Mi padre, por mi insistencia, invertiría en su empresa para salvarla. Pero todo se desmoronó con un mensaje. Una foto. Mateo abrazando a su socia, Isabella. "Celebrando nuestro futuro juntos. Te amo, mi vida." Mi corazón se detuvo. Y luego él entró. "Quiero el divorcio," soltó. No solo me dejaba, sino que se casaría con Isabella, porque según él, ella era hija del Senador Ramírez. "¿Estás escuchando la locura que dices?" le grité. La rabia me consumió. Mi mano se movió. ¡PLAF! Le di una bofetada. En medio de la discusión, me empujó. Caí. Un dolor agudo. La sangre. Estaba perdiendo a mi bebé. Desperté en el hospital, mi madre a mi lado, sus lágrimas confirmando mis peores miedos. "Lo siento mucho, mi amor. El bebé…" Él me lo quitó. Él y esa mujer. Me arrebataron a mi hijo. "Van a pagar. Se lo juro. Voy a destruirles." Y así, con el dolor aún fresco, les envié un mensaje. "Estoy lista para firmar el divorcio. Encontrémonos en el registro civil en una hora. Trae a tu socia. Quiero que todo quede claro." Llegaron radiantes, ella embarazada. Mateo me reclamó: "¿Y el bebé?" "Lo perdí." "¡Sabías lo importante que era ese niño para mí! ¡¿Cómo pudiste ser tan descuidada?!" La ironía me quemaba. Firmamos los papeles. Y diez minutos después, se disponían a casarse. "Disculpe, señorita," dijo la funcionaria a Isabella. "Hay un problema con su acta de nacimiento. Aquí dice que su padre es Ricardo… Ricardo A." Yo sonreí. "Qué extraño. Mi padre también se llama Ricardo Alarcón. Y recuerdo que una vez mencionó haber puesto a la hija de una empleada en su registro para ayudarla. Una niña llamada Isabella… Isabella García." El pánico en sus ojos fue mi primera victoria. Y la venganza, apenas comenzaba.

Adiós, Mi ex Esposo

Adiós, Mi ex Esposo

Cuentos

5.0

En tres años de matrimonio, mi esposo Ricardo me engañó 187 veces. Llevaba la cuenta, no por masoquismo, sino como un recordatorio constante de la farsa de mi vida. Con nueve meses de embarazo, el peso de mi vientre era casi tan abrumador como mi desilusión. Ricardo me arrastró a una reunión de negocios, exigiéndome ser la "esposa perfecta" . Allí, bajo presión y con su aliento a alcohol en mi oído, me obligó a beber un tequila, a pesar de mi avanzado estado. "No pasa nada por un trago, mujer. No exageres", siseó. Inmediatamente, un calambre agudo y violento me recorrió el vientre. El parto se adelantó. Nueve horas de labor, sola. Ricardo me abandonó en la entrada de urgencias para "cerrar el trato" . Cuando nació mi hijo, pequeño y frágil, fue directo a la incubadora. Y Ricardo no estaba. A la mañana siguiente, mi suegra, Doña Carmen, entró a mi habitación. "Prendí la televisión. Arrestaron a Ricardo con otra mujer en una redada" . Esa fue la confirmación número 188. "Doña Carmen", dije con una calma que no sabía que poseía. "Quiero el divorcio". Ella me miró, y no encontró ninguna duda en mi rostro. "Te ayudaré", dijo finalmente, con la voz firme. En los días siguientes, apenas miré a mi hijo en la incubadora. No podía permitirme amarlo. Él era la llave para salir de esa jaula de oro. Yo me iría sin nada, como llegué a este mundo. Cuando Ricardo apareció, en lugar de preguntar por el bebé, exigió una prueba de paternidad. Fue entonces que abrí los ojos. No iba a llorar, ni a gritar. Solo iba a ser libre.

Quizás también le guste

La Esclava Más Odiada Del Rey

La Esclava Más Odiada Del Rey

Kiss Leilani.
4.9

Hace mucho tiempo, dos reinos convivían en paz. El reino de Salem y el reino de Mombana ... Todo marchó bien hasta el día en que falleció el rey de Mombana y un nuevo monarca asumió el mando, el Príncipe Cone, quien siempre tenía sed de más poder y más y más. Después de su coronación, atacó a Salem. El ataque fue tan inesperado que Salem nunca se preparó para él. Fueron tomados con la guardia baja. El rey y la reina fueron asesinados, el príncipe fue llevado a la esclavitud. La gente de Salem que sobrevivió a la guerra fue esclavizada, sus tierras les fueron arrebatadas. Sus mujeres fueron convertidas en esclavas sexuales. Lo perdieron todo. El mal aconteció en la tierra de Salem en forma de Prince Cone, y el príncipe de Salem, Lucien, en su esclavitud se llenó de tanta rabia y juró venganza. *** *** Diez años después, Lucien, de treinta años, y su gente asaltaron un golpe y escaparon de la esclavitud. Se escondieron y se recuperaron. Entrenaron día y noche bajo el liderazgo del intrépido y frío Lucien, quien fue impulsado con todo en él para recuperar su tierra y tomar la tierra de Mombana también. Les tomó cinco años antes de que tendieran una emboscada y atacaran a Mombana. Mataron al príncipe Cone y lo reclamaron todo. Mientras gritaban su victoria, los hombres de Lucien encontraron e inmovilizaron a la orgullosa princesa de Mombana, Danika, la hija del príncipe Cone. Mientras Lucien la miraba con los ojos más fríos que alguien pueda poseer, sintió la victoria por primera vez. Caminó hacia la princesa con el collar de esclavo que había fabricado durante diez años y con un movimiento rápido, la sujetó del cuello. Luego, inclinó su barbilla hacia arriba, mirando a los ojos más azules y el rostro más hermoso jamás creado, le dio una sonrisa fría. "Eres mi adquisición. Mi esclava. Mi esclava sexual. Mi propiedad. Te pagaré con creces todo lo que tú y tu padre me hicieron a mí y a mi gente", dijo él secamente. El odio puro, la frialdad y la victoria era la única emoción en su rostro.

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro