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El aire en el salón de clases se sentía pesado. De repente, una figura familiar se paró frente a mi escritorio: Brenda, mi supuesta amiga. "Sofía, por favor, ¿me prestas tu identificación?" En mi vida pasada, esta petición fue el inicio de mi infierno. Le di mi información, y ella la usó para pedir un préstamo enorme a mi nombre, hundiéndome en deudas y arruinando mi reputación. Pero cuando Diego, mi supuesto novio, me arrebató el bolso para entregárselo, el dolor de la traición me golpeó como un rayo. Recordé el préstamo, la humillación, mis piernas rotas, la falsa acusación, y el camión que finalmente aplastó mi cuerpo. Todo orquestado por ellos dos. ¿Cómo pude ser tan ciega? La Sofía ingenua murió bajo las ruedas de aquel camión. Y renací con un único propósito: venganza.
El aire en el salón de clases se sentía pesado.
De repente, una figura familiar se paró frente a mi escritorio: Brenda, mi supuesta amiga.
"Sofía, por favor, ¿me prestas tu identificación?"
En mi vida pasada, esta petición fue el inicio de mi infierno. Le di mi información, y ella la usó para pedir un préstamo enorme a mi nombre, hundiéndome en deudas y arruinando mi reputación.
Pero cuando Diego, mi supuesto novio, me arrebató el bolso para entregárselo, el dolor de la traición me golpeó como un rayo.
Recordé el préstamo, la humillación, mis piernas rotas, la falsa acusación, y el camión que finalmente aplastó mi cuerpo.
Todo orquestado por ellos dos.
¿Cómo pude ser tan ciega?
La Sofía ingenua murió bajo las ruedas de aquel camión.
Y renací con un único propósito: venganza.
Cuentos
Tuve un sueño, tan real que el sudor frío me despertó en mitad de la noche. En él, yo, Ximena, la promesa de la charrería, veía cómo mi vida perfecta se desmoronaba. Una impostora, Sofía, la "verdadera heredera" que había ocupado mi lugar, aparecía para reclamar lo que creía suyo. Llegó menudita y frágil, llorando una historia desgarradora de privaciones, presentándose ante mis padres adoptivos, Don Ricardo y Doña Elena, a quienes creí míos por veinte años. Ellos la acogían con los brazos abiertos, culpables y conmocionados. Y entonces, mi realidad se convirtió en una pesadilla controlada. Sofía saboteaba mi despertador, me ofrecía un "licuado" que me provocaba un dolor terrible, y manipulaba mi montura para mi humillación pública. Caía estrepitosamente de mi caballo frente a toda la comunidad, mientras ella, la víctima, se convertía en heroína. Lo perdía todo. Mi honor, mi futuro. Me desperté con el corazón latiéndome a mil, la imagen de mi caída grabada en la mente. El sueño se sentía como una advertencia, una premonición escalofriante. Justo en ese instante, el teléfono sonó. Era Don Ricardo. "Ximena, hija, baja por favor. Tenemos que hablar de algo importante." Mi corazón dio un vuelco. Sabía lo que venía. El sueño no era solo un sueño. Ella estaba aquí. Pero esta vez, el resultado no sería el mismo. Yo tenía una ventaja que ella no conocía. Y no iba a desperdiciarla.
Romance
Mi vida era un campo de agave, una lucha constante por mantener la herencia familiar y el tratamiento de mi madre. Mi única reliquia, un machete de plata de mi padre, me recordaba de dónde venía. Entonces apareció Isabela, una heredera poderosa, prometiendo salvarlo todo: el rancho, la vida de mi madre. La vi como una salvadora y acepté su condición de casarme con ella. Años después, descubrí que compartía su cama, su fortuna y mi vida con Javier, un sommelier arrogante. Mi vida se convirtió en un infierno de humillación. Me amenazó con el tratamiento de mi madre. Permitía que Javier destrozara el machete de mi padre y me humillaba públicamente, siempre poniéndose de su lado. Pero la verdadera pesadilla comenzó cuando Javier, su amante, causó la muerte de mi madre durante un procedimiento médico. Y ella, al presenciar mi dolor y rabia, ¡me golpeó, culpándome de todo! ¿Cómo podía alguien llamar a esto amor o justicia? Mi madre, mi ancla, había muerto por su negligencia. Mi único hijo por nacer fue cruelmente arrebatado por su mano, y mi vida, todo lo que sacrifiqué, se había desvanecido en una farsa. No quedaba nada. Humillado, destrozado y sin esperanzas, decidí que era hora de desaparecer. El mundo creería que morí, pero yo renacería lejos de mi cárcel dorada.
Cuentos
Mi mano temblaba mientras firmaba los papeles del divorcio, un acto que sellaría el fin de mi matrimonio con Isabella y pondría en marcha un futuro incierto. Pero para mí, Ricardo Vargas, ese no era el final, sino el comienzo de una segunda oportunidad, un milagro inexplicable tras una pesadilla que ya había vivido una vez. Recordaba la ceguera de Isabella, su devoción absoluta por su hermana, Camila, y su sobrino mimado, Mateo, cómo mi hogar se convirtió en una fuente inagotable de recursos para ellos, mientras mi propia hija, Sofía, era ignorada. La imagen más dolorosa, la que me había despertado sudando frío, era la de mi pequeña Sofía, de solo cinco años, ardiendo en fiebre, luchando por respirar. Mientras yo, desesperado, llamaba a Isabella una y otra vez sin obtener respuesta; ella, como siempre, atendía los caprichos de su hermana. Cuando finalmente regresó a casa, ya era demasiado tarde: la vida de Sofía se había apagado en la soledad de su habitación, y con ella, el alma de Ricardo se había roto en mil pedazos. Ahora que el destino me había dado una segunda oportunidad, me di cuenta de que mi esposa ni siquiera conocía a su propia hija. Necesitaba una prueba, un ultimátum silencioso, y así se lo propuse a mi Sofía: "Cuando mamá llegue, si viene a verte a ti primero y te da un beso, nos quedaremos aquí todos juntos; pero si va primero a ver a tu primo Mateo, entonces tú y yo nos iremos de viaje, un viaje muy largo, solo nosotros dos, ¿estás de acuerdo?". Unos minutos después, el auto de Isabella se estacionó afuera y escuchamos su voz melosa y preocupada: "¡Camila! ¡Mateíto, mi vida! ¿Cómo están? Vine en cuanto me dijiste que el niño tenía tos". Y así, la traición se confirmó, fresca y punzante como la primera vez, mientras veía la silenciosa decepción en los ojitos de mi Sofía. En ese momento, la rabia crecía en mi interior, y me di cuenta de que Isabella no había cambiado; ella nunca cambiaría. No sabía que esta vez, yo sí lo haría.
Cuentos
Introducción Me desperté en mi propia cama, el sol de La Rioja se filtraba suavemente por las persianas de mi habitación. Por un momento, el familiar aroma a madera vieja de la bodega llenó el aire, y todo pareció extrañamente normal. Pero entonces, un escalofrío glaciar me recorrió, no del frío, sino de un recuerdo que me heló hasta el alma. Era la vívida pesadilla de estar atrapada en un cuerpo diminuto y peludo, ladrando desesperadamente sin que nadie entendiera mis gritos. El recuerdo pavoroso de ver mi propio rostro, o el cuerpo que una vez fue mío, sonriendo mientras el veterinario inyectaba la letal dosis en una fría y maloliente perrera. Vi a Carmen, la esposa de mi hermanastro, habitar mi cuerpo, celebrando mi muerte con una copa de nuestro mejor reserva. A su lado, mis cómplices: mi prometido, Javier, y mi hermanastro Mateo. Habían intercambiado nuestras almas, todo por la herencia y la bodega familiar que mi padre me había destinado. Fui traicionada por los que más amaba, robada de mi vida y condenada a la agonía de un animal doméstico. La injusticia me quemaba, la crueldad de su plan era simplemente inconcebible. Miré mis manos, eran mis propias manos, no las patas de un cachorro. Toqué mi piel, era la mía, no el pelaje blanco y rizado de un Bichón Frisé. Había renacido. Estaba de vuelta. En el día de mi compromiso, el día exacto en que todo había comenzado. Esta vez, armada con la desgarradora memoria de mi muerte y una sed insaciable de justicia, ellos no tendrían escapatoria.
Cuentos
Mi conciencia regresó de golpe, despertando al familiar aroma a pino y tierra húmeda. Frente a mí, las figuras de Alejandro y Vladimir se alzaban, como fantasmas de una pesadilla eterna. Y a mi lado, Carla, mi mejor amiga, la voz de la traición que resonaba en mi memoria como un eco helado. "¡Sofía, mira! ¡Son increíbles! ¿A quién elegimos?" Su sonrisa, su emoción superficial y esos ojos fijos en Vladimir, me recordaron la primera vez, el comienzo de mi infierno. Un nudo de pánico se formó en mi garganta, la visión vívida de su mano en mi espalda, el empujón frío. "Lo siento, Sofía", su susurro helado mientras caía hacia el vampiro, sus colmillos hundiéndose en mi cuello. Recordé el grito de furia de Vladimir, no hacia mí, sino hacia ella, mi traidora. La estúpida creencia en una amistad que sólo existía en mi mente me había matado una y otra vez. Pero esta vez, mi corazón gritaba: "¡No otra vez!" No esperé. Me di la vuelta, ignorando a Alejandro y la confundida Carla. Caminé directamente hacia Vladimir, la figura fría y silenciosa. "Cásate conmigo", su voz fue una simple declaración, una oferta de escudo. Acepté su pacto de sangre, sabiendo que sería diferente. Pero cuando desperté, de nuevo, en una cama de hospital, me dijeron que todo fue "un sueño". Intenté creerme la mentira, hasta que encontré la daga de plata, y Carla susurró con una sonrisa fría: "Dale mis saludos a tu Rey… Vladimir". El mundo dejó de tener sentido; estaba atrapada, los límites de la realidad borrosos. Cuando Dmitri, el vampiro cruel de mis "sueños", apareció en las ruinas mayas y me arrastró a un portal, supe que no había escape. En su fortaleza, me arrebató la voz, y mi furia silenciosa solo creció. Sentada en el suelo, viendo a Dmitri en el trono de Vladimir, mi corazón se rompió. Pero entonces, en un estallido, Vladimir apareció, furioso y ensangrentado. "Aléjate de mi esposa", su voz, un rugido de ira. Él había vuelto. Había vuelto por mí.
Cuentos
El olor a madera quemada y a carne chamuscada llenaba mis pulmones, mientras las llamas lamían mi piel. Ricardo Torres, mi esposo de 40 años, me miraba morir con una frialdad que helaba más que cualquier invierno. "Elena, siempre fuiste un estorbo", dijo, y luego se dio la vuelta y se marchó, cerrando la puerta y sellando mi destino. Mi vida entera pasó ante mis ojos, una sucesión de días grises sirviendo a un hombre que nunca me quiso. Aguanté a su familia, renuncié a mis sueños, todo por un "amor" que solo existió en mi cabeza. Fui una campesina sin cultura para él, una sirvienta, una carga. ¿Cómo pude ser tan ciega, tan tonta? ¿Por qué aguanté tanto? En mi último aliento, con el fuego consumiéndome, un deseo desesperado se formó en mi mente: "Si tuviera otra oportunidad… si pudiera volver… nunca, nunca volvería a cruzarme en tu camino, Ricardo Torres" . La oscuridad me envolvió y, de repente, una luz cegadora. Abrí los ojos. El aire olía a tierra mojada. Miré mis manos. No eran las de una mujer de sesenta años, sino las de una joven. Un calendario en la pared: 1976. Había funcionado. Había vuelto. Y esta vez, las cosas serían muy diferentes.
Se rumoreaba que Fernanda, recién vuelta con su familia, no era más que una violenta pueblerina. Pero Fernanda se limitaba a esbozar una sonrisa despreciativa. Otro rumor sugería que Cristian, normalmente racional, había perdido el juicio, locamente enamorado de Fernanda. Esto la frustró. Podía tolerar los cotilleos sobre sí misma, ¡pero calumniar a su amado era pasarse de la raya! Poco a poco, a medida que salían a la luz las múltiples identidades de Fernanda como célebre diseñadora, experta jugadora, reconocida pintora y exitosa magnate de los negocios, todos se daban cuenta de que eran ellos quienes habían sido engañados.
"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad." Jessica Giovanna Blosson, una joven brillante y valiente chica nota que su alrededor se desmorona a pedazos al descubrir una infidelidad que la hace replantearse su vida entera. Encuentra amor real en quien menos pensó y recupera su libertad, pero para esto necesita librarse de crueles y violentos acontecimientos que amenazan su vida y la hacen sentirse al borde de un precipicio. Recorre un camino duro y tambaleante de lo que alguna vez fue correcto y perfecto a sus ojos, en un despertar feminista que la salvaría a ella misma. Una historia avasallante que te enfrenta a una línea fina que divide la violencia de género y un amor real genuino y sano que advierte mucho más allá que un cuento de sueños y príncipes mágicos. Una pelea contra el mundo por encontrar su identidad, hallar su propósito en quien quiere ser mientras crece como persona, pero, sobre todo, como mujer en un mundo que serlo podría costarle la vida. Una historia para quienes se permiten derramar una lágrima por un amor que lo enfrenta y lo arriesga todo para mantenerse sobre las llamas.
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Todos se sorprendieron cuando estalló la noticia del compromiso de Rupert Benton. Fue sorprendente porque se decía que la novia afortunada era una chica normal, que creció en el campo y no tenía nada a su nombre. Una noche, ella apareció en un banquete, lo cual causó una sensación a todos los presentes. "¡Cielos, ella es tan hermosa!". Todos los hombres babeaban y las mujeres se pusieron celosas. Lo que no sabían era que esta supuesta pueblerina era en realidad una heredera de una fortuna de mil millones de dólares. No pasó mucho tiempo antes de que sus secretos salieran a la luz uno tras otro. Las élites no podían dejar de hablar de ella. "¡Dios mío! Entonces, ¿su padre es el hombre más rico del mundo?". "¡También es esa excelente pero misteriosa diseñadora que mucha gente adora! ¿Quién lo hubiera adivinado?". Sin embargo, un montón de gente no creía que Rupert pudiera enamorarse de ella. Pero les cayó otra bomba. Rupert silenció a todos los detractores emitiendo un comunicado. "Estoy muy enamorado de mi hermosa prometida. Nos casaremos pronto". Dos preguntas estaban en la mente de todos: "¿Por qué la chica ha ocultado su identidad? Y ¿por qué Rupert estaba enamorado de ella de repente?".
Linsey fue abandonada por su novio, quien huyó con otra mujer el día de su boda. Furiosa, ella agarró a un desconocido al azar y declaró: "¡Casémonos!". Había actuado por impulso, pero luego se dio cuenta de que su nuevo esposo era el famoso inútil Collin. El público se rio de ella, e incluso su fugitivo ex se ofreció a reconciliarse. Pero Linsey se burló de él. "¡Mi esposo y yo estamos muy enamorados!". Aunque todos pensaron que deliraba. Entonces se reveló que Collin era el hombre más rico del mundo. Delante de todos, se arrodilló y levantó un impresionante anillo de diamantes mientras declaraba: "Estoy deseando que sea para siempre, cariño".
Ariana se vio obligada a casarse con el heredero de la familia Anderson. Bajo la regla del acuerdo de inseminación artificial, tenía que concebir un hijo de su futuro marido. Inesperadamente, su marido en coma recobró el conocimiento al día siguiente de su boda. Theodore abrió los ojos y la miró fríamente. "¿Quién eres tú?". "Soy tu... esposa", respondió Ariana con miedo. Al oír esto, Theodore parecía extremadamente molesto. "No recuerdo haberme casado. Este matrimonio no funciona. Haré que mi abogado se encargue de los trámites del divorcio". "Pero... quizá ya tenga a tu hijo".
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