La Venganza de Mi Corazón Roto

La Venganza de Mi Corazón Roto

Gavin

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Capítulo

El zumbido de mi celular sobre la mesa me sacó de mi concentración, lo ignoré. Era Sofía. Minutos después, otra vibración: una notificación de Instagram. Abrí la aplicación, y lo primero que vi fue la foto de Diego en el escenario del festival, sosteniendo el trofeo que creí nuestro. El texto debajo me heló la sangre: "¡Mi cortometraje, primer lugar! Gracias a Sofía por darme la oportunidad de ser el director." "Mi cortometraje." El que escribí, dirigí y edité. Seis meses de mi vida, esfuerzo y noches sin dormir. El aire se escapó de mis pulmones. Releí la frase una y otra vez, esperando que fuera un error, una broma de mal gusto. Marqué el número de Sofía. Su voz, alegre, despreocupada, me dijo: "¡Marco! ¿Viste? ¡Lo logramos! Diego ganó." "¿Qué significa esto, Sofía? ¿Qué significa la publicación de Diego?" Hubo un silencio. Un suspiro. "Ay, Marco, no te enojes, iba a contártelo. No se lo regalé, solo le di la oportunidad, él de verdad la necesitaba." "¿Y mi sueño, Sofía? ¡Ese proyecto también era mi oportunidad! ¡Lo necesito para entrar al programa de posgrado del Sr. Ramírez!" "Tú eres muy talentoso, mi amor, puedes hacer otro, para ti es fácil." Su respuesta fue un insulto. Su simpleza, al minimizar mi dedicación, me hizo añicos. "¡Fueron meses de mi vida, Sofía! ¡Noches sin dormir, comidas que me salté!" Tomé el jarrón de flores que me regaló la semana pasada y lo lancé contra la pared. El cristal se hizo pedazos. "Es solo un cortometraje", dijo, como si no fuera mi futuro. "Quiero que retires ese proyecto ahora mismo, quiero que le digas a todo el mundo que yo soy el director." "No puedo hacer eso, Marco, arruinarías la carrera de Diego." "¡Me importa un carajo la carrera de Diego! ¡Me robaste! ¡Tú y él me robaron!" Fui a mi computadora. Abrí la carpeta de mis archivos originales. "Tengo todo, Sofía, cada prueba de que este proyecto es mío, te doy hasta mañana por la mañana para que arregles esto, o juro que publicaré todo." Colgué. El silencio de mi apartamento era ensordecedor. Momentos después, vibró mi celular. "Está bien, lo haré." Era un mensaje de Sofía. Sentí un pequeño alivio, pero una parte de mí sabía que esto no había terminado. Y no pude estar más en lo cierto.

Introducción

El zumbido de mi celular sobre la mesa me sacó de mi concentración, lo ignoré. Era Sofía.

Minutos después, otra vibración: una notificación de Instagram. Abrí la aplicación, y lo primero que vi fue la foto de Diego en el escenario del festival, sosteniendo el trofeo que creí nuestro.

El texto debajo me heló la sangre: "¡Mi cortometraje, primer lugar! Gracias a Sofía por darme la oportunidad de ser el director."

"Mi cortometraje." El que escribí, dirigí y edité. Seis meses de mi vida, esfuerzo y noches sin dormir. El aire se escapó de mis pulmones. Releí la frase una y otra vez, esperando que fuera un error, una broma de mal gusto.

Marqué el número de Sofía. Su voz, alegre, despreocupada, me dijo: "¡Marco! ¿Viste? ¡Lo logramos! Diego ganó."

"¿Qué significa esto, Sofía? ¿Qué significa la publicación de Diego?"

Hubo un silencio. Un suspiro. "Ay, Marco, no te enojes, iba a contártelo. No se lo regalé, solo le di la oportunidad, él de verdad la necesitaba."

"¿Y mi sueño, Sofía? ¡Ese proyecto también era mi oportunidad! ¡Lo necesito para entrar al programa de posgrado del Sr. Ramírez!"

"Tú eres muy talentoso, mi amor, puedes hacer otro, para ti es fácil."

Su respuesta fue un insulto. Su simpleza, al minimizar mi dedicación, me hizo añicos. "¡Fueron meses de mi vida, Sofía! ¡Noches sin dormir, comidas que me salté!"

Tomé el jarrón de flores que me regaló la semana pasada y lo lancé contra la pared. El cristal se hizo pedazos.

"Es solo un cortometraje", dijo, como si no fuera mi futuro.

"Quiero que retires ese proyecto ahora mismo, quiero que le digas a todo el mundo que yo soy el director."

"No puedo hacer eso, Marco, arruinarías la carrera de Diego."

"¡Me importa un carajo la carrera de Diego! ¡Me robaste! ¡Tú y él me robaron!"

Fui a mi computadora. Abrí la carpeta de mis archivos originales.

"Tengo todo, Sofía, cada prueba de que este proyecto es mío, te doy hasta mañana por la mañana para que arregles esto, o juro que publicaré todo."

Colgué. El silencio de mi apartamento era ensordecedor. Momentos después, vibró mi celular.

"Está bien, lo haré." Era un mensaje de Sofía. Sentí un pequeño alivio, pero una parte de mí sabía que esto no había terminado. Y no pude estar más en lo cierto.

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