La Misión Imposible

La Misión Imposible

Gavin

5.0
calificaciones
2
Vistas
24
Capítulo

Morir por octava vez se siente extrañamente familiar, un dolor sordo y cansado. Abrí los ojos al mismo techo blanco de siempre, sin cicatrices, pero mi alma se sentía vieja y agrietada. He renacido, otra vez, la novena. Ocho vidas persiguiendo el amor de mi tía, Isabella Solís, y ocho vidas terminando en una muerte horrible a manos de ella o su amado, Alejandro Vargas. "No lo haré," susurré al aire, mi voz ronca. "Esta vez, no." Preferiría morir en libertad que vivir un día más como su títere. La voz del sistema resonó: [Misión principal: Conquistar el corazón de Isabella Solís. Penalización por fracaso: Muerte y reinicio.] La puerta se abrió. Isabella entró, letal en rojo, con Alejandro sonriendo a su lado. "Diego, por fin despiertas," dijo Isabella, sin una pizca de calidez. No me desmayé, me empujaron por las escaleras. "Estoy bien," respondí, mi voz plana. Isabella frunció el ceño. "¿Qué es esa actitud? Eres una carga constante." Ella tiró el relicario de mi madre por la ventana. "Tus padres eran tan débiles como tú. Por eso murieron." "No importa", dije, mi voz extrañamente tranquila. "Ya no necesito nada de esto." Intenté escapar. Mi abuelo me dio dinero y llaves para una cabaña en las montañas. Pero Isabella y Alejandro me tendieron una trampa. Quemaron el dinero y aplastaron las llaves. Me encerraron en el sótano, me torturaron. No me di por vencido. En un último acto, me apuñalé el cuello para escapar del ciclo. Pero desperté en el hospital, vivo, para mi eterno pesar. Vi mi reflejo en los ojos de Sofía, una artista que me encontró en mi refugio. Ella me dio esperanza, pero Isabella la agredió salvajemente. Mi nueva misión no es escapar, es la venganza. Isabella y Alejandro murieron en un accidente, resultado de mis manipulaciones. El sistema se desintegró. Ahora soy libre, por fin. Sofía y yo construimos una vida, una familia, un legado de arte y amor. El ciclo se rompió.

Introducción

Morir por octava vez se siente extrañamente familiar, un dolor sordo y cansado.

Abrí los ojos al mismo techo blanco de siempre, sin cicatrices, pero mi alma se sentía vieja y agrietada.

He renacido, otra vez, la novena.

Ocho vidas persiguiendo el amor de mi tía, Isabella Solís, y ocho vidas terminando en una muerte horrible a manos de ella o su amado, Alejandro Vargas.

"No lo haré," susurré al aire, mi voz ronca. "Esta vez, no."

Preferiría morir en libertad que vivir un día más como su títere.

La voz del sistema resonó: [Misión principal: Conquistar el corazón de Isabella Solís. Penalización por fracaso: Muerte y reinicio.]

La puerta se abrió. Isabella entró, letal en rojo, con Alejandro sonriendo a su lado.

"Diego, por fin despiertas," dijo Isabella, sin una pizca de calidez.

No me desmayé, me empujaron por las escaleras.

"Estoy bien," respondí, mi voz plana.

Isabella frunció el ceño. "¿Qué es esa actitud? Eres una carga constante."

Ella tiró el relicario de mi madre por la ventana. "Tus padres eran tan débiles como tú. Por eso murieron."

"No importa", dije, mi voz extrañamente tranquila. "Ya no necesito nada de esto."

Intenté escapar. Mi abuelo me dio dinero y llaves para una cabaña en las montañas.

Pero Isabella y Alejandro me tendieron una trampa. Quemaron el dinero y aplastaron las llaves.

Me encerraron en el sótano, me torturaron. No me di por vencido.

En un último acto, me apuñalé el cuello para escapar del ciclo.

Pero desperté en el hospital, vivo, para mi eterno pesar.

Vi mi reflejo en los ojos de Sofía, una artista que me encontró en mi refugio.

Ella me dio esperanza, pero Isabella la agredió salvajemente.

Mi nueva misión no es escapar, es la venganza.

Isabella y Alejandro murieron en un accidente, resultado de mis manipulaciones.

El sistema se desintegró.

Ahora soy libre, por fin.

Sofía y yo construimos una vida, una familia, un legado de arte y amor.

El ciclo se rompió.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
La Venganza De La Sustituta

La Venganza De La Sustituta

Romance

5.0

Trabajé tres años como asistente personal de Roy Castillo, el heredero del imperio tequilero. Me enamoré perdidamente de él, aunque yo solo era un consuelo, un cuerpo cálido mientras esperaba a su verdadera obsesión, Scarlett Salazar. Cuando Scarlett regresó, fui desechada como si nunca hubiera existido. Fui abofeteada y humillada públicamente, mis fotos comprometedoras filtradas por toda la alta sociedad. En el colmo del desprecio, me forzaron a arrodillarme sobre granos de maíz, mientras Roy y Scarlett observaban mi agonía. Me despidieron, pero no sin antes hacerme pagar un precio final. El dolor de la rodilla no era nada comparado con la humillación, la confusión. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Por qué la mujer que amaba se convertía en mi verdugo, y el hombre al que di todo me entregaba al lobo? Él me vendió como un objeto, como una mercancía, por un estúpido collar de diamantes para Scarlett. Me arrojaron a una habitación de hotel con un asqueroso desconocido, y solo por un milagro, o quizás un último acto de misericordia de Roy antes de irse con ella, logré escapar. Decidí huir. Borrar mi antigua vida, la que había sido definida por la obsesión y el desprecio. Pero el pasado tenía garras. Las fotos, el acoso, me siguieron hasta mi refugio en Oaxaca. ¿Me dejaría consumir por la vergüenza, o me levantaría de las cenizas como el agave, más fuerte y con una nueva esencia? Esta vez, no huiría. Esta vez, lucharía.

La Dignidad no se Vende

La Dignidad no se Vende

Romance

5.0

Mi casa en Triana, que olía a jazmín y a melancolía, estaba a punto de perderse. Con solo dieciocho años y un título de diseño recién empezado, sentí el peso de las deudas de mi padre muerto. La oferta llegó como un salvavidas: acompañar a Ricardo Vargas, un constructor poderoso y enigmático. El "acuerdo" era claro: él salvaría mi hogar, yo sería su compañera discreta. Casi creí que el dinero me había traído un amor inesperado, confundiendo su opulencia con cariño, su posesividad con protección. Pero entonces, apareció Carmen Sandoval, su exnovia. Me citó en un hotel de lujo y, con desprecio, me ofreció tres millones de euros para desaparecer. Ella era su "costumbre favorita", y yo, solo un insecto. Para probarlo, hicimos una cruel prueba con mensajes a Ricardo. El suyo fue respondido con preocupación, el mío, con un frío "Espero no sea grave. Estoy ocupado". Ella sonrió. "¿Ves? No eres nada para él". Me reveló que todos los gestos grandiosos de Ricardo -los jazmines, Noruega- eran réplicas de lo que había hecho por ella. Solo era una sustituta, un eco. La indignidad se volvió insoportable. Un día, Carmen rompió el broche de mi abuela y me acusó de agredirla. Ricardo, sin dudarlo, me encerró en el sótano frío y húmedo, donde casi muero de frío. La humillación final llegó cuando, en una fiesta, él volvió a negarme públicamente. Me trató como un objeto, un insignificante estorbo para el juego de sus celos. ¿Cómo pude ser tan ciega, tan ingenua? El dolor era insoportable, la traición palpable. Me había vendido por una falsa seguridad, por un puñado de billetes. ¿Era mi dignidad el precio? ¿O algo más valioso aún? Pero al despertar del delirio, solo quedó una determinación fría. ¡No más! Era hora de despertar. Con los tres millones de euros de Carmen y una beca para Roma, cortaría todas las ataduras. Mi propio cuento de hadas no necesitaba un príncipe tóxico. Estaba lista para mi verdadera vida.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro